Indudablemente, una de las características más sobresalientes de la Edad Media fue el espíritu religioso infundido por la Iglesia. Ésta convirtió a la fe cristiana a grandes poblaciones, intentó reducir la esclavitud y las penas establecidas por el derecho romano o la legislación bárbara, y organizó acciones de caridad para los más humildes.
Primeros tiempos
Los orígenes de la Iglesia Católica se encuentran en una de las colonias del Imperio Romano: en la provincia de Judea, Jesús de Nazaret predicaba una nueva religión llamada cristianismo que revolucionó el orden social romano. Los seguidores de Jesús, también llamado Cristo, se negaron a participar del culto oficial del Estado, obligatorio para los súbditos de Roma, y con ello pusieron en peligro la unificación religiosa del poderoso imperio. Por esta razón los primeros cristianos sufrieron persecuciones y debieron celebrar sus ritos en galerías subterráneas llamadas catacumbas. Los seguidores de Cristo formaron pequeñas comunidades llamadas asambleas o iglesias. Pero sólo después de la promulgación del Edicto de Milán, en 313, que permitía la libertad de culto para los cristianos, y sobre todo tras la imposición del cristianismo como religión oficial en 391, la Iglesia Católica comenzó a consolidarse como institución. A partir de ese momento se organizó estableciendo a los obispos como jefes de la comunidad cristiana de cada ciudad.
El primer jefe de la Iglesia fue un apóstol llamado Pedro, nombrado por Jesús. Puesto que Pedro murió en Roma, allí se asentó la autoridad máxima de toda la institución, que recibió el nombre de papa, y desempeñaba a la vez el cargo de obispo de esa ciudad . Para su organización, la Iglesia tomó como modelo la división establecida por la administración romana, y dividió a Europa en arquidiócesis, diócesis y parroquias urbanas y rurales. Las parroquias estaban dirigidas por los curas párrocos, religiosos que constituían el clero secular, en contacto con la sociedad. El clero regular, en cambio, estaba formado por los religiosos que vivían recluidos en monasterios.
Los orígenes de la Iglesia Católica se encuentran en una de las colonias del Imperio Romano: en la provincia de Judea, Jesús de Nazaret predicaba una nueva religión llamada cristianismo que revolucionó el orden social romano. Los seguidores de Jesús, también llamado Cristo, se negaron a participar del culto oficial del Estado, obligatorio para los súbditos de Roma, y con ello pusieron en peligro la unificación religiosa del poderoso imperio. Por esta razón los primeros cristianos sufrieron persecuciones y debieron celebrar sus ritos en galerías subterráneas llamadas catacumbas. Los seguidores de Cristo formaron pequeñas comunidades llamadas asambleas o iglesias. Pero sólo después de la promulgación del Edicto de Milán, en 313, que permitía la libertad de culto para los cristianos, y sobre todo tras la imposición del cristianismo como religión oficial en 391, la Iglesia Católica comenzó a consolidarse como institución. A partir de ese momento se organizó estableciendo a los obispos como jefes de la comunidad cristiana de cada ciudad.
El primer jefe de la Iglesia fue un apóstol llamado Pedro, nombrado por Jesús. Puesto que Pedro murió en Roma, allí se asentó la autoridad máxima de toda la institución, que recibió el nombre de papa, y desempeñaba a la vez el cargo de obispo de esa ciudad . Para su organización, la Iglesia tomó como modelo la división establecida por la administración romana, y dividió a Europa en arquidiócesis, diócesis y parroquias urbanas y rurales. Las parroquias estaban dirigidas por los curas párrocos, religiosos que constituían el clero secular, en contacto con la sociedad. El clero regular, en cambio, estaba formado por los religiosos que vivían recluidos en monasterios.
Monasterios
A partir del siglo III, mientras el cristianismo se encontraba en épocas de consolidación, algunos cristianos buscaron su elevación espiritual en sitios aislados donde se dedicaron a la oración, la penitencia, la práctica de la mortificación y el ejercicio de las virtudes cristianas. Así nacieron los monasterios, a los religiosos que habitaban en ellos se los llamó monjes.
A partir del siglo III, mientras el cristianismo se encontraba en épocas de consolidación, algunos cristianos buscaron su elevación espiritual en sitios aislados donde se dedicaron a la oración, la penitencia, la práctica de la mortificación y el ejercicio de las virtudes cristianas. Así nacieron los monasterios, a los religiosos que habitaban en ellos se los llamó monjes.
Cultura
Durante los primeros cuatro siglos del medioevo la labor cultural de la Iglesia consistió en recopilar el saber grecorromano. Rescató la cultura clásica por medio del empleo de latín, lengua en la que estaba escrita la Biblia y de la que derivarían las llamadas lenguas romances. A partir del siglo IX surgieron las escuelas -movimiento que se conoció como Escolástica-, en las que se enseñaba especialmente teología y filosofía.
Durante los primeros cuatro siglos del medioevo la labor cultural de la Iglesia consistió en recopilar el saber grecorromano. Rescató la cultura clásica por medio del empleo de latín, lengua en la que estaba escrita la Biblia y de la que derivarían las llamadas lenguas romances. A partir del siglo IX surgieron las escuelas -movimiento que se conoció como Escolástica-, en las que se enseñaba especialmente teología y filosofía.
El poder de la Iglesia
Cerca del año 1000, el poder de la Iglesia se incrementó y alcanzó el ámbito político, a causa de la debilidad de los reinos germánico y romano. Los titulares de las diócesis y de las abadías comenzaron a poseer tierras entregadas por los nobles. Los clérigos se transformaron en vasallos de los señores feudales. En numerosas ocasiones el vínculo feudal primaba sobre el religioso, que imponía la obediencia del papa, generando un conflicto de poderes. Este proceso histórico, conocido como disputa de las investiduras, condujo en su momento de mayor gravedad a un enfrentamiento entre el pontífice, por aquel entonces Gregorio VII, y el emperador Enrique IV. La nobleza apoyó al papa, y el emperador se vio obligado a aceptar que el pontífice designara a los obispos y a los abades. Enrique IV retuvo la facultad de dirigir el acto de elección de las autoridades religiosas.
El tribunal de la Inquisición, creado en 1229, es otra muestra del poder alcanzado por la Iglesia en el Medioevo. Su fin era combatir toda transgresión al dogma de la Iglesia, investigar la conducta religiosa de la gente y castigar a todo aquel que fuera considerado hereje. El tribunal actuaba en forma secreta. La Inquisición surgió en Francia y se propagó a otros países de Europa, llegando también a América.
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Edad Antigua
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Guerras Médicas
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El tribunal de la Inquisición, creado en 1229, es otra muestra del poder alcanzado por la Iglesia en el Medioevo. Su fin era combatir toda transgresión al dogma de la Iglesia, investigar la conducta religiosa de la gente y castigar a todo aquel que fuera considerado hereje. El tribunal actuaba en forma secreta. La Inquisición surgió en Francia y se propagó a otros países de Europa, llegando también a América.
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