La reproducción

La unión de una célula germinal masculina con otra femenina produce  el huevo, o célula embrionaria. Ésta es la célula inicial de todo individuo, que por sucesivas divisiones, dará lugar a la aparición de los tejidos, órganos y sistemas del nuevo ser.



Aparato reproductor masculino
El aparato reproductor masculino comprende los testículos, las vías espermáticas, la próstata y el pene. Los testículos son dos glándulas de forma oval, situadas bajo el abdomen, dentro de una bolsa de piel denominada escroto. Elaboran las células reproductoras masculinas, o espermatozoides; están formados por una intrincada red de tubos, los vasos siminíferos, que penetran en un conducto con aspecto de madeja u ovillo, llamado epidídimo. El interior de los vasos seminíferos está revestido por células que originan los espermatozoides, y por otras llamadas intersticiales, que producen la hormona sexual masculina, la testosterona. El epidídimo se continúa en el conducto deferente; éste pasa del escroto a la cavidad pelviana, y conduce los espermatozoides a las vesículas seminales, dos formaciones alargadas que sirven de reservorio. La unión del conducto deferente de cada testículo con la desembocadura de las vesículas seminales da lugar a los conductos eyaculadores, que empalman con la uretra en la próstata. La función de esta última es doble, ya que transporta tanto el semen (llamado también esperma: fluido que contiene los espermatozoides) como la orina. La próstata, glándula situada junto a la vejiga, genera líquido prostático, que pasa a formar parte del esperma. 

El pene está compuesto por dos tipos de tejido: cavernoso y esponjoso. Ubicado en la zona del pubis, termina en un punta, la cabeza o glande, donde se encuentra el orificio externo de la uretra. Cuando afluye mucha sangre al pene se produce una erección; es decir que éste se vuelve rígido y aumenta de tamaño; el glande, en el que confluyen extremos nerviosos sensoriales, se proyecta hacia afuera. En su posición normal está cubierto por un extremo de piel floja llamado prepucio.

El espermatozoide, o célula sexual masculina, consta de cabeza, cuerpo y cola. Su largo total es de cincuenta milésimas de milímetro. En la cabeza se aloja el núcleo, que porta veintitrés cromosomas (es decir, la mitad de los de las células normales). Este núcleo se fundirá con el óvulo durante la fecundación. De esa manera, los cromosomas aportados por el padre se mezclan con los de la madre. La célula huevo conformada es la primera del nuevo ser, y contiene información genética de ambos progenitores. La testosterona comienza a ser secretada en la primera fase de la adolescencia, la pubertad. Su producción disminuye hacia los cuarenta años, y desaparece del todo alrededor de los ochenta. Su primera aparición en los púberes provoca una serie de cambios, como el aumento de tamaño del pene, el escroto y los testículos, y la aparición de una cantidad de caracteres sexuales secundarios: aparece el vello en el pubis, el tórax y otras partes del cuerpo, comienza a crecer la barba, la voz se torna más grave y aumenta el espesor de la piel.
Aparato reproductor femenino

A diferencia del masculino, el aparato reproductor femenino presenta sólo órganos genitales situados dentro del cuerpo, divididos en internos y externos. Los genitales internos son los ovarios, las trompas de Falopio, el útero y la vagina; los externos están constituidos por la vulva, sus anexos y el monte de Venus.

Los ovarios, situados en la cavidad pelviana, son dos glándulas productoras de hormonas -estrógeno y progesterona-, y cuya función principal es promover la maduración del óvulo o gameto femenino. Cada ovario se comunica con el útero por medio de un conducto llamado trompa de Falopio, que es el lugar donde se produce la fecundación del óvulo por el espermatozoide.

El útero o matriz es un órgano muscular hueco con forma de pera invertida. Una vez fecundado, el huevo se fija en su interior, y allí permanece mientras se desarrolla el embrión, y luego el feto. El útero se estrecha en una especie de anillo muscular, el cuello uterino, situado entre la vejiga y el recto. Por el cuello, el útero desemboca en la vagina. Ésta es un conducto elástico que lo comunica con la vulva, visible desde el exterior. Los órganos externos son la vulva y el monte de Venus. La primera constituye la parte visible del aparato genital femenino, formada por los labios mayores y menores, la hendidura vulvar y el clítoris. Los labios mayores, los más externos, protegen la entrada de la vagina. Los menores, ubicados por dentro de los anteriores, tienen abundantes glándulas sebáceas.

Rodeada por los labios se encuentra la hendidura vulvar; en la mujer virgen está protegida por una membrana llamada himen. En la parte anterior de la vulva se encuentra el clítoris, un órgano sensible con numerosas terminaciones nerviosas. 

Ciclo menstrual
En la mujer madura un óvulo cada 28 días. Cada vez que esto sucede la mucosa del útero se modifica para una posible fecundación. A este proceso, que consta de varias fases, se lo denomina ciclo menstrual. Al madurar el óvulo, el ovario produce estrógenos, hormonas que ejercen efectos sobre diversas partes del cuerpo, pero ante todo sobre el útero, donde comienza a formarse un nuevo revestimiento, que reemplaza al del ciclo menstrual anterior. En la primera mitad del ciclo, el óvulo se desprende del ovario. En ese momento , bajo el estímulo de la glándula hipófisis el ovario segrega otra hormona, la progesterona. El óvulo migra a la trompa de Falopio. Si llega a ser fecundado por un espermatozoide se engrosará, formando el embrión; alojado en el útero, dará comienzo al embarazo. Si no se produce la fecundación, el óvulo muere. El revestimiento uterino se descompone y, al final del ciclo, se desprende y es expulsado por la vagina. 

El estrógeno producido por los ovarios provoca modificaciones en la mujer a partir de la pubertad. Estimula el crecimiento de los órganos sexuales y el desarrollo de las mamas, y favorece el almacenamiento de grasa en el tejido subcutáneo, principalmente en los múslos, caderas y región glútea. La progesterona induce modificaciones en el útero para la gestación y hace aumentar el volumen de las mamas preparándolas para la lactancia.

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