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Sistema nervioso periférico

El sistema nervioso periférico está constituido por nervios y ganglios que funcionan como una red electroquímica de comunicación entre el sistema nervioso central y el resto del organismo, y también con
el ambiente exterior. La particularidad de las células nerviosas, es que su citoplasma se extiende en unas prolongaciones llamadas dendritas, que se ramifican cerca del cuerpo celular, y otras más largas, los axones, que terminan también ramificándose. Las dendritas reciben señales químicas desde otras neuronas, y el axón conduce esas señales como impulsos eléctricos. Esas prolongaciones forman las fibras nerviosas. Los nervios se agrupan siempre en pares. Existen 12 pares de nervios craneanos, originados en el cerebro y el bulbo raquídeo, y 31 pares de nervios raquídeos o espinales, que provienen de la médula espinal.




"El sistema nervioso periférico recolecta la información del medio exterior a partir de los órganos sensitivos, como los ojos, que contienen células receptoras llamadas conos y bastones"

Según el tipo de fibras que los componen, los nervios se distinguen en sensoriales, motores y mixtos. Los primeros aportan los estímulos de sensibilidad de la piel o del interior del organismo. Por su parte, los segundos, son los que conducen los impulsos nerviosos desde los centros los órganos efectores, es decir, que deben producir la respuesta -los músculos son un típico ejemplo de efectores-; y, los terceros, son los formados por fibras sensoriales y motrices. Los nervios craneanos pueden ser sensitivos, motores o mixtos, mientras que los raquídeos, son sólo mixtos.

Entre los pares de nervios craneanos que desempeñan funciones más importantes se encuentran: el olfativo, el óptico, el automotor, el trigémino, el facial y el vago; entre los raquídeos, los que integran los plexos (especie de redes nerviosas), el cervical, el braquial y el lumbosacro.

El arco y el acto reflejo
Cuando se desencadena un estímulo cualquiera, por ejemplo un golpe, las terminaciones de las fibras nerviosas lo captan a través de unos corpúsculos llamados receptores. El movimiento que se observa es la respuesta a este estímulo, realizado por un órgano efector (por ejemplo, un músculo).
Los elementos nerviosos que integran el camino que el impulso debe recorrer forman el arco reflejo, en cuyos extremos actúan una neurona sensorial y otra motriz. El trayecto del impulso nervioso a través del arco reflejo se denomina acto reflejo. El acto reflejo es una respuesta de adaptación inconsciente, ya que en él no participa la corteza cerebral. La mayor parte de los actos reflejos son realizados por nervios que parten de la sustancia gris de la médula, del bulbo raquídeo, de la protuberancia y del mesencéfalo. Esos mismos órganos conducen los impulsos nerviosos por medio de las fibras que forman la sustancia blanca. De ese modo, el cerebro se especializa en la elaboración de los actos conscientes y voluntarios.

"El acto reflejo, después de recibir un golpe, es proteger la zona afectada"

Sistema Muscular

El elemento activo del aparato locomotor, que hace posibles los movimientos, es el Sistema Muscular. Los huesos y las articulaciones necesitan de la contracción muscular para moverse.

"Los músculos del cuerpo están formados por numerosos fascículos fibrosos. Cada uno de estos constituye un grupo de fibras musculares, que son células especialmente adaptadas para la contracción"



Fibras musculares
La unidad fundamental de este sistema muscular es la fibra muscular, célula especializada de forma alargada, que está adaptada para la contracción. Este tipo de célula posee en su protoplasma unas estructuras denominadas miofibrillas que son de naturaleza proteica. Se distinguen dos clases de fibras musculares: lisas y  estriadas.

Las lisas tienen un solo núcleo y miofibrillas de composición uniforme. Su forma alargada es característica, con la parte central más abultada que los extremos, como un ovillo de hilo. Miden entre algunas centésimas de milímetro y medio milímetro, son blanquecinas y su contracción es lenta e involuntaria. Tienen musculatura lisa las paredes de las vísceras, el conducto digestivo y las arterias.

Las fibras musculares estriadas cuentan con varios núcleos, y miofibrillas de composición diferenciada. Se disponen en fajas claras y oscuras alternadas. La musculatura estriada está formada por unos 600 músculos de color rojizo; su contracción es voluntaria y más rápida. El músculo cardíaco o miocardio es un caso especial de tejido muscular estriado, pero se diferencia de estos en la composición y forma de sus fibras, que poseen un solo núcleo y son más cortas. Además, su actividad es involuntaria y rítmica. Se autoestimula a intervalos regulares, aunque su ritmo depende de causas externas, como la temperatura y los impulsos nerviosos.

"Las fibras musculares estriadas poseen, en general, muchos núcleos celulares. Además, cada una de ellas tiene 1000 y 2000 miofibrillas, elementos que le permiten su contracción"

De la fibra al músculo
Los músculos están compuestos por grupos de fibras o fascículos fibrosos que constituyen distintos grupos de haces, unidos entre sí por tejido conjuntivo, el perimisio. Éste es irrigado por vasos sanguíneos, y atravesado por nervios (inervado). Cada fascículo muscular está inserto dentro de una vaina. Las prolongaciones de estas vainas forman los tendones, por medio de los cuales el músculo se inserta al hueso. Por su forma, los músculos se pueden clasificar en fusiformes, planos o anulares.

"Las fibras que componen los músculos se contraen en respuesta a estímulos producidos por el sistema nervioso"

Los fusiformes (con forma de huso) son alargados y con la parte central más ancha. De sus extremos salen los tendones. Estos músculos reciben el nombre de bíceps, tríceps o cuadríceps, según que estén formados por dos, tres o cuatro cabezas en el extremo superior. Los músculos planos se insertan por medio de tendones ensanchados, de forma de lámina, denominados aponeurosis. Son planos los que recubren las paredes de las cavidades torácica y abdominal. Los anulares rodean un orificio o un conducto, como el orbicular de los labios y el esfínter anal, entre otros.

¿Cómo funcionan los músculos?
El sistema nervioso central emite impulsos que, por medio de los nervios, llegan a los músculos y hacen que estos se contraigan. Aunque no trabajen, los músculos tienen cierto grado permanente de contracción, llamado tono muscular. El trabajo muscular se basa en dos propiedades fundamentales de las fibras: la excitabilidad y la contractilidad. La primera es la propiedad de responder a los estímulos recibidos del sistema nervioso, mientras que la segunda constituye la facultad de contraerse. 

Todos los movimientos del cuerpo humano se deben a contracciones musculares, cuyos efectos dependen de cómo sean las inserciones de los músculos y qué dirección tengan las fibras. La contracción de todas las fibras de un músculo aproxima los puntos de inserción, provocando el movimiento. Sin embargo, es en general un proceso de ida y vuelta; mientras un músculo se contrae y acorta, su complementario se relaja y distiende. Así, casi la totalidad de los movimientos requieren un par de músculos, denominados antagonistas. 

En los músculos anulares la contracción produce el cierre de los orificios o conductos. Por ejemplo, el orbicular de los labios permite cerrar la boca. Los movimientos de la mímica y las expresiones del rostro son producidos por la contracción de los músculos de la cara. Estos se insertan tanto en los huesos como en la piel. Los músculos obtienen la energía esencial para sus contracciones de complejas reacciones químicas, de las que participan el glucógeno -hidrato de carbono presente en los tejidos musculares- y el oxígeno. Cuando los músculos realizan ejercicio reciben mayor cantidad de sangre y oxígeno que en reposo, y queman más glucosa y grasa; es decir, producen calor. 

Durante el trabajo mecánico se liberan algunas sustancias de desecho, como dióxido de carbono y ácido láctico, que son eliminadas por la sangre. Si el ejercicio es excesivo, el ácido láctico no puede ser expedido con la misma rapidez con que se forma. Entonces se acumula, y origina fatiga que se manifiesta en la falta de excitabilidad del músculo y la lentitud de sus movimientos.

"Cuando impulsamos una pelota de tenis, se activan más de cien músculos, no sólo del hombro, el brazo, la muñeca y la mano. Muchos otros músculos del cuerpo están involucrados. El otro brazo se mueve para mantener el equilibrio. Medio cuerpo se inclina hacia delante para otorgar al golpe una fuerza adicional. Los pies se mueven hacia arriba para quedar en puntas de pie, y una pierna da un paso adelante cuando completamos el golpe, hacia el final del proceso, prácticamente todos los músculos entraron en acción"

Sistema nervioso central

El sistema nervioso es un conjunto de órganos especializados que rigen y coordinan todas las funciones vitales. Por medio de él el organismo se adapta a las condiciones del ambiente en que vive y a sus cambios. Cada cambio actúa como un miembro sobre el individuo; los estímulos son captados por el sistema nervioso, que elabora las respuestas correspondientes. Es, en definitiva, la estructura que equilibra la vida de relación y coordina las acciones corporales en sus funciones vegetativas. El tejido nervioso está compuesto por células específicas, las neuronas. Se  dispone en dos capas: la sustancia blanca, cuyas fibras se prolongan en los nervios, y la gris, combinación de fibras de conformación algo diferente y de neuronas. Como todas las demás estructuras del cuerpo, el sistema nervioso funciona como una unidad, y se relaciona con los demás sistemas y aparatos. Sin embargo, es posible estudiar por separado sus dos grandes divisiones: el sistema nervioso central y el periférico.



Órganos del encéfalo
El sistema nervioso central comprende dos partes, el encéfalo y la médula espinal. El encéfalo es, simplemente, el conjunto de órganos contenidos en la cavidad interna del cráneo: cerebro, cerebelo, bulbo raquídeo, protuberancia anular y mesencéfalo. En el encéfalo se encuentran los centros nerviosos, agrupaciones de células y fibras que captan los estímulos y responden a ellos por medio de impulsos. Esos impulsos son transportados por los nervios, que constituyen el sistema nervioso periférico. Como ocurre en todos los mamíferos, el sistema nervioso humano actúa básicamente mediante circuitos llamados arcos reflejos: un nervio conduce un estímulo, una neurona lo recibe a través de ramificaciones protoplasmáticas llamadas dendritas, se procesa, y otro nervio lleva el impulso de respuesta.

Cerebro y cerebelo
El cerebro humano tiene forma ovoide. Su longitud aproximada es de 18 centímetros y su alto de 14 centímetros. Pesa 1200 gramos en el hombre y un poco menos en la mujer. Está protegido por la caja craneana y recubierto por las tres membranas que tapizan el encéfalo, las meninges; éstas se componen de tres capas superpuestas, que de afuera hacia adentro se llaman duramadre, aracnoides y piamadre. Lo rodea una sustancia incolora y transparente, el líquido cefalorraquídeo, cuya función es amortiguar posibles golpes.


Un gran surco longitudinal divide al cerebro en dos hemisferios, derecho e izquierdo, conectados en sus caras internas por el cuello calloso, una formación de sustancia blanca. La sustancia gris cubre la superficie de los hemisferios y forma la corteza cerebral. La corteza se caracteriza por presentar gran cantidad de relieves, llamados circunvoluciones. La disposición en circunvoluciones del tejido cerebral permite que este órgano albergue treinta veces más cantidad de sustancia gris que la que su tamaño permitiría en caso de no tenerlas. En cada hemisferio se encuentran unas aberturas llamadas cisuras, que lo dividen en cuatro lóbulos: frontal, parietal, temporal y occipital, por los nombres de los huesos que los rodean. En un corte del cerebro se observa que la parte interna está constituida por sustancia blanca, y la corteza por sustancia gris. Sin embargo, esa disposición no es uniforme; también aparecen islotes grises en la zona blanca. En el interior se encuentran los ventrículos cerebrales (dos laterales y uno medio). Del cerebro dependen las funciones psíquicas (inteligencia, voluntad), la motricidad, la sensibilidad consciente, la memoria y el funcionamiento de los centros de la visión, el olfato, el tacto, el gusto y el lenguaje.

El cerebelo ocupa la parte posterior e inferior del encéfalo. Se ubica por debajo del cerebro, detrás de la protuberancia y encima del bulbo raquídeo. Mide 3 centímetros de alto por 6 de ancho y 5 de largo, y pesa unos 60 gramos. Está compuesto por dos hemisferios laterales y una masa media llamada vermis. Igual que en el cerebro, la sustancia gris forma la corteza -dividida en lóbulos- y la sustancia blanca se ubica en el centro.

El cerebelo está unido a los tres órganos que lo rodean por medio de unas prolongaciones llamadas pedúnculos cerebelosos, superiores, medios e inferiores. Entre sus funciones más importantes, regula la fuerza y la medida del movimiento y coordina la acción de diversos grupos musculares en la realización de movimientos simultáneos y sucesivos; además, mantiene la postura y el equilibrio.

Otros órganos
El bulbo raquídeo se encuentra entre la médula espinal y la protuberancia. Se lo llama también médula oblongada. Mide unos 3 centímetros de longitud y es de forma cónica, con un diámetro mayor de 2 centímetros y menor de 1.5 centímetro.
La sustancia gris bulbar se encuentra fragmentada; forma núcleos nerviosos, rodeados de sustancia blanca. Los centros nerviosos alojados en este órgano regulan la respiración y la circulación. También en el bulbo están los centros reflejos de la masticación, y el vómito.
La protuberancia está situada por encima del bulbo, delante de los hemisferios del cerebelo y por debajo de los pedúnculos cerebrales. También se la denomina puente de Varolio. Es responsable de la conducción de estímulos e impulsos nerviosos, y en ella residen centros de actos reflejos simples y complejos.

La médula espinal
La médula espinal tiene forma cilíndrica; mide unos 45 centímetros y su diámetro es de 1 centímetro. Constituye un largo cordón, a manera de continuación del bulbo raquídeo. Está protegida por las vértebras, recubierta por meninges y bañada en líquido cefalorraquídeo. Presenta dos engrosamiento, uno en su región cervical y otro en la lumbosacra; su extremo inferior se va aguzando, hasta formar el filum terminalis.
Su estructura muestra un grupo de surcos longitudinales que la dividen en cordones. En esos surcos penetran las raíces de los nervios raquídeos. La sustancia gris medular se dispone en el centro y la blanca forma la periferia, al contrario de lo que sucede en el cerebro y cerebelo. La función principal de la médula espinal es el transporte de estímulos e impulsos desde los miembros y hacia ellos. Regula además ciertos actos reflejos, como los de excreción (eliminación de heces y orina).

Aparato digestivo

El aparato digestivo es un conjunto de órganos que realiza la transformación mecánica y química de los alimentos, absorbe las sustancias elaboradas y expulsa los residuos indigeribles. En realidad consiste en un tubo, que asume distintas formas. Comienza en la boca, continúa en la faringe, el esófago y el estómago, sigue luego en el intestino delgado y el intestino grueso, desemboca en el recto y concluye en el ano. Tiene una longitud aproximada de diez metros.



Bolo alimenticio
Los alimentos están compuestos por sustancias complejas. Durante el proceso de la digestión, esas sustancias son desdobladas en otras más simples y asimiladas. Los elementos fundamentales de la boca, una cavidad tapizada por la mucosa bucal, son la lengua, la saliva (secretada por las glándulas parótidas sublinguales y submaxilares), y los dientes, que en el hombre son 32. En cada diente pueden distinguirse tres partes: corona, cuello y raíz. Los dientes se clasifican, según su forma y función, en incisivos (cortan), caninos (desgarran), premolares y molares (trituran).
En la boca, los alimentos ingeridos son humedecidos, ablandados y triturados, para formar el bolo alimenticio, masa compacta y redondeada. La deglución de este último es un acto voluntario, mientras que su paso por la faringe y el esófago es involuntario o reflejo. La faringe tiene unos 13 cm de longitud. 

Forma parte tanto del aparato respiratorio como del digestivo. Por eso, en el momento de la deglución la parte blanda del paladar obstruye la cavidad nasal, y una membrana llamada epiglotis cierra la tráquea; el alimento puede continuar, entonces, hacia el esófago. Este tubo, de unos 25 cm, conduce el bolo al estómago.

Del quimo al quilo
La digestión propiamente dicha comienza en el estómago, órgano en forma de bolsa o saco muscular, de un litro y medio de capacidad. Su pared interna está recubierta por pliegues que albergan glándulas especializadas en la secreción del jugo gástrico. La función del jugo es disolver el alimento; tiene como componente básico al ácido clorhídrico, que no sólo disuelve los alimentos sino que también extermina los gérmenes que pudieran haberlos contaminado. En un proceso de unas tres horas, el estómago realiza una serie de movimientos en los que el bolo alimenticio se transforma en una pasta agria llamada quimo. 

El quimo pasa al duodeno -primera porción del intestino delgado-, a través de un orificio llamado píloro. El duodeno, junto con el yeyuno y el íleon, forman el intestino delgado, donde comienza la etapa más importante de la digestión. El jugo intestinal, producido por glándulas especializadas, trabaja sobre el quimo a lo largo de los ocho metros del intestino delgado. 

El proceso se cumple por la acción combinada del jugo intestinal y las secreciones del hígado y el páncreas. El hígado produce una sustancia llamada bilis, que se acumula y concentra en la vesícula biliar. De allí es transportada al duodeno por medio de un conducto, el colédoco, que desemboca junto con el conducto pancreático. La bilis ayuda a digerir las grasas; el jugo pancreático interviene en la digestión de grasas, proteínas e hidratos de carbono.

El hígado es una glándula voluminosa, de un kilo y medio de peso, situado en la parte derecha de la cavidad abdominal. Recibe la arteria hepática, que lo irriga con sangre oxigenada, y a él llega la vena porta, que acarrea los nutrientes recién absorbidos. Además de.elaborar la bilis y transportarla a la vesícula por medio del conducto hepático, el hígado cumple una función purificadora, al neutralizar las toxinas de la sangre. Elabora hormonas y participa en todos los aspectos del metabolismo, como por ejemplo, la transformación de los glúcidos en glucógeno. Está dividido en dos lóbulos, compuestos, a su vez, por lobulillos. Éstos están formados por gran cantidad de células hepáticas, llamadas hepatocitos. 

El páncreas es un órgano blanco amarillento, situado transversalmente detrás del estómago y rodeado por el duodeno. Su forma es irregular, y se divide en porciones: cabeza, cuerpo y cola. El páncreas elabora la insulina en conglomerados de células llamados islotes de Langerhans.
El jugo pancreático y la insulina se generan por separado. El primero es vertido en el duodeno, y la segunda directamente en la sangre. La acción conjunta de los jugos intestinales, hepático y pancreático transforma el quimo en quilo, una sustancia de aspecto lechoso, por la gran cantidad de grasa que transporta. Las sustancias nutritivas simples son absorbidas a través de pequeñas vellosidades que el intestino delgado posee en su pared interna y se distribuyen por todo el organismo, por medio de la circulación sanguínea, luego de pasar por el hígado.

La excreción
El resto del quilo, constituido por sustancias de desecho, llega al intestino grueso y continúa su trayectoria. Esta porción intestinal mide, aproximadamente, 1,8 metro, y en ella pueden distinguirse tres partes: ciego, colon y recto. El agua que contienen los alimentos no digeridos ni absorbidos es retenida allí, y los residuos sólidos forman las heces. El proceso digestivo finaliza en el recto, donde los desechos son expulsados al exterior por el orificio anal, en la función denominada excreción.

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Aparato urinario

En esta oportunidad les tengo preparado el tema que responde a esta pregunta: ¿Qué es el Aparato Urinario?¿Cómo funciona?¿Qué es el Riñón?. Espero les sea de su agrado.

La obtención de la energía necesaria para el trabajo muscular y la sustitución de los tejidos dañados por otros nuevos implican que el organismo cumpla una serie de procesos bioquímicos y metabólicos que tienen como resultado la producción de distintas sustancias de desecho: sales, urea y otros compuestos perjudiciales. Esos residuos deben ser eliminados, para no entorpecer procesos vitales; tal es la función del aparato urinario. Los dos órganos fundamentales de este aparato son los riñones.



Funcionamiento
Si bien existen otras formas de eliminación de desechos, como por ejemplo la expulsión de dióxido de carbono realizada por el sistema respiratorio o la transpiración de la piel, la más importante es aquella en la que intervienen los riñones y las vías excretoras: uréteres, vejiga y uretra, y que comienza cuando las arterias renales transportan la sangre hasta el riñón para su filtrado. Luego de este proceso, las venas renales extraen la sangre purificada.

Durante la filtración el riñón produce la orina, fluido acuoso que arrastra los elementos residuales. Por medio de los uréteres, tubos de unos 30 cm de longitud, la orina llega a la vejiga. La vejiga es un órgano en forma de saco elástico donde se almacena la orina a la espera de ser expulsada del cuerpo. La expulsión es regulada por la información que llega al cerebro acerca del volumen de orina acumulada que, cuando llega a un nivel determinado, sale a través de la uretra. Ésta constituye un conducto membranoso de mayor longitud en el hombre que en la mujer. La uretra finaliza en el meato urinario.

"El agua es una sustancia esencial para el buen funcionamiento del organismo. Sin ella, no podría producirse ninguna de las reacciones químicas que posibilitan la vida"

Estructura del riñón
Los riñones están situados en la región lumbar, a los costados de la columna vertebral. Son de color pardo rojizo; miden unos 10 cm de longitud y el peso de cada uno varía entre 110 y 120 gramos. Cada riñón está formado por más de un millón de unidades funcionales, los nefrones o tubos uriníferos. Éstos son largos conductos que filtran la sangre y la liberan de sustancias perjudiciales. Se se observa un corte de riñón, pueden distinguirse dos zonas principales: una periférica o externa, llamada cortical, y otra medular, en el centro. Tanto la primera, de aspecto granuloso, como la segunda elaboran la orina, que recorre varios conductos muy delgados, los conductos colectores, hasta llegar a los cálices. Los nefrones son tubos que van desde la zona medular del riñón hasta la cortical. Allí, se ensanchan formando una bolsa denominada cápsula de Bowman, a través de cuya membrana se realiza el pasaje de sustancias de desecho que lleva la sangre viciada en los capilares de los glomérulos.

"Los niños controlan sus esfínteres alrededor de los dos años de vida. Desde que nacen y hasta esa edad, deben usar pañales, que serán cambiados con frecuencia para evitar que la orina y las heces excretadas irriten su delicada piel"

Cada glomérulo está formado por una red de arteriolas, ramificadas de las arterias renales que ingresan al riñón. La red de glomérulos se filtra, y se separan de ella el exceso de agua, las sales, la urea y otros elementos residuales; entonces la orina fluye por los distintos sectores del nefrón hasta que llega al uréter. Si el riñón falla en su función de órgano de eliminación de sustancias residuales, éstas pueden acumularse en la sangre y provocar serias consecuencias. Un aumento de la concentración de urea en la sangre, por ejemplo, genera una intoxicación denominada uremia e insuficiencia renal, es decir, la incapacidad del riñón para cumplir la totalidad de sus funciones.

El tratamiento médico que se indica en estos casos consiste en diálisis o en un trasplante renal. La diálisis, cuya aplicación clínica más interesante es el riñón artificial,es el proceso de difusión y depuración selectiva a través de una membrana, basado en ciertas leyes fisioquímicas. Consiste en extraer sangre del cuerpo, haciéndola circular por filtros especiales, para devolverla al organismo libre de desechos. El procedimiento dura unas seis horas, y en los casos de insuficiencia crónica (prolongada), debe ser efectuado dos o tres veces por semana. 

Los trastornos del sistema urinario son bastante comunes, y en la mayoría de los casos obedecen a infecciones en la vejiga, o en sus adyacencias, que han llevado a la inflamación; las infecciones por lo general penetran en el cuerpo por la uretra. Las dificultades en el pasaje de la orina o el aumento del volumen urinario pueden ser síntomas de la presencia de un trastorno más grave, como una obstrucción. En este caso, el tratamiento debe efectuarse con urgencia porque puede haber daño en la vejiga y los riñones.

Una repentina pérdida del control de la vejiga puede ser síntoma de una lesión en la columna vertebral o en el sistema nervioso.

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La reproducción

La unión de una célula germinal masculina con otra femenina produce  el huevo, o célula embrionaria. Ésta es la célula inicial de todo individuo, que por sucesivas divisiones, dará lugar a la aparición de los tejidos, órganos y sistemas del nuevo ser.



Aparato reproductor masculino
El aparato reproductor masculino comprende los testículos, las vías espermáticas, la próstata y el pene. Los testículos son dos glándulas de forma oval, situadas bajo el abdomen, dentro de una bolsa de piel denominada escroto. Elaboran las células reproductoras masculinas, o espermatozoides; están formados por una intrincada red de tubos, los vasos siminíferos, que penetran en un conducto con aspecto de madeja u ovillo, llamado epidídimo. El interior de los vasos seminíferos está revestido por células que originan los espermatozoides, y por otras llamadas intersticiales, que producen la hormona sexual masculina, la testosterona. El epidídimo se continúa en el conducto deferente; éste pasa del escroto a la cavidad pelviana, y conduce los espermatozoides a las vesículas seminales, dos formaciones alargadas que sirven de reservorio. La unión del conducto deferente de cada testículo con la desembocadura de las vesículas seminales da lugar a los conductos eyaculadores, que empalman con la uretra en la próstata. La función de esta última es doble, ya que transporta tanto el semen (llamado también esperma: fluido que contiene los espermatozoides) como la orina. La próstata, glándula situada junto a la vejiga, genera líquido prostático, que pasa a formar parte del esperma. 

El pene está compuesto por dos tipos de tejido: cavernoso y esponjoso. Ubicado en la zona del pubis, termina en un punta, la cabeza o glande, donde se encuentra el orificio externo de la uretra. Cuando afluye mucha sangre al pene se produce una erección; es decir que éste se vuelve rígido y aumenta de tamaño; el glande, en el que confluyen extremos nerviosos sensoriales, se proyecta hacia afuera. En su posición normal está cubierto por un extremo de piel floja llamado prepucio.

El espermatozoide, o célula sexual masculina, consta de cabeza, cuerpo y cola. Su largo total es de cincuenta milésimas de milímetro. En la cabeza se aloja el núcleo, que porta veintitrés cromosomas (es decir, la mitad de los de las células normales). Este núcleo se fundirá con el óvulo durante la fecundación. De esa manera, los cromosomas aportados por el padre se mezclan con los de la madre. La célula huevo conformada es la primera del nuevo ser, y contiene información genética de ambos progenitores. La testosterona comienza a ser secretada en la primera fase de la adolescencia, la pubertad. Su producción disminuye hacia los cuarenta años, y desaparece del todo alrededor de los ochenta. Su primera aparición en los púberes provoca una serie de cambios, como el aumento de tamaño del pene, el escroto y los testículos, y la aparición de una cantidad de caracteres sexuales secundarios: aparece el vello en el pubis, el tórax y otras partes del cuerpo, comienza a crecer la barba, la voz se torna más grave y aumenta el espesor de la piel.
Aparato reproductor femenino

A diferencia del masculino, el aparato reproductor femenino presenta sólo órganos genitales situados dentro del cuerpo, divididos en internos y externos. Los genitales internos son los ovarios, las trompas de Falopio, el útero y la vagina; los externos están constituidos por la vulva, sus anexos y el monte de Venus.

Los ovarios, situados en la cavidad pelviana, son dos glándulas productoras de hormonas -estrógeno y progesterona-, y cuya función principal es promover la maduración del óvulo o gameto femenino. Cada ovario se comunica con el útero por medio de un conducto llamado trompa de Falopio, que es el lugar donde se produce la fecundación del óvulo por el espermatozoide.

El útero o matriz es un órgano muscular hueco con forma de pera invertida. Una vez fecundado, el huevo se fija en su interior, y allí permanece mientras se desarrolla el embrión, y luego el feto. El útero se estrecha en una especie de anillo muscular, el cuello uterino, situado entre la vejiga y el recto. Por el cuello, el útero desemboca en la vagina. Ésta es un conducto elástico que lo comunica con la vulva, visible desde el exterior. Los órganos externos son la vulva y el monte de Venus. La primera constituye la parte visible del aparato genital femenino, formada por los labios mayores y menores, la hendidura vulvar y el clítoris. Los labios mayores, los más externos, protegen la entrada de la vagina. Los menores, ubicados por dentro de los anteriores, tienen abundantes glándulas sebáceas.

Rodeada por los labios se encuentra la hendidura vulvar; en la mujer virgen está protegida por una membrana llamada himen. En la parte anterior de la vulva se encuentra el clítoris, un órgano sensible con numerosas terminaciones nerviosas. 

Ciclo menstrual
En la mujer madura un óvulo cada 28 días. Cada vez que esto sucede la mucosa del útero se modifica para una posible fecundación. A este proceso, que consta de varias fases, se lo denomina ciclo menstrual. Al madurar el óvulo, el ovario produce estrógenos, hormonas que ejercen efectos sobre diversas partes del cuerpo, pero ante todo sobre el útero, donde comienza a formarse un nuevo revestimiento, que reemplaza al del ciclo menstrual anterior. En la primera mitad del ciclo, el óvulo se desprende del ovario. En ese momento , bajo el estímulo de la glándula hipófisis el ovario segrega otra hormona, la progesterona. El óvulo migra a la trompa de Falopio. Si llega a ser fecundado por un espermatozoide se engrosará, formando el embrión; alojado en el útero, dará comienzo al embarazo. Si no se produce la fecundación, el óvulo muere. El revestimiento uterino se descompone y, al final del ciclo, se desprende y es expulsado por la vagina. 

El estrógeno producido por los ovarios provoca modificaciones en la mujer a partir de la pubertad. Estimula el crecimiento de los órganos sexuales y el desarrollo de las mamas, y favorece el almacenamiento de grasa en el tejido subcutáneo, principalmente en los múslos, caderas y región glútea. La progesterona induce modificaciones en el útero para la gestación y hace aumentar el volumen de las mamas preparándolas para la lactancia.

Células y tejidos

Hola! en esta ocasión el tema será sobre las células y los tejidos (epitelial, conjuntivo, muscular, nervioso).

El espermatozoide o célula germinal masculina, se combina con el óvulo, gameto femenino, para formar la célula huevo o cigoto. El organismo humano resulta de la división y diferenciación. A esta forma de reproducción se la denomina meiosis; esa única célula que es el huevo, receptora de material genético del padre y de la madre, se divide pronto en dos mitades. En este tipo de reproducción celular, la mitosis, no hay combinación de material genético; las dos nuevas células heredan la misma forma y las mismas funciones de la célula primaria.



Mientras prosigue incesantemente la división celular, las células empiezan a mostrar diferenciaciones. En su primer estadio se ordenan en capas; luego se separan y van especializándose. Las del mismo tipo se agrupan formando tejidos. En el cuerpo humano existen cuatro tipos básicos de tejidos: epitelial, conjuntivo, muscular y nervioso.

Tejido epitelial
El tejido epitelial, o de revestimiento, tiene la función de proteger al organismo y los órganos internos del ambiente externo. Es el que forma la superficie corporal externa, la piel, y las mucosas de la boca, la faringe, el tubo gastrointestinal, el sistema urinario, los órganos sexuales. También se lo encuentra en forma de recubrimiento superficial: tapiza el interior de los conductos corporales que forman el sistema circulatorio, reviste glándulas y cavidades como el tubo digestivo, y se halla en el interior de órganos huecos, por ejemplo el corazón y los vasos sanguíneos.

Se distinguen distintos tipos de tejido epitelial: el epitelio de células planas, el tegumentario y el de células prismáticas. El tejido glandular, formado por las llamadas células epiteliales cúbicas y cilíndricas es el que forma la mayoría de las glándulas del cuerpo, como el hígado, la tiroides y el páncreas.




"Los estudios de laboratorio permiten detectar en forma temprana posibles anomalías en la constitución y reproducción de determinadas células para así poder hallar las causas que las provocan."
Tejido conjuntivo
El tejido conjuntivo, también llamado conectivo, tiene células de forma estrellada.

A diferencia del tejido epitelial, esas células están muy separadas entre si por grandes cantidades de material extracelular, la matriz. Un tipo especial de células circula por la matriz, que en la sangre o la linfa es de consistencia acuosa, a veces con la función de proteger al organismo de los microbios.
El tejido conjuntivo tiene varias funciones. Sirve de relleno en los espacios entre órganos. Forma también la capa de tejido por debajo de la piel que se conoce como hipodermis.

Constituye la estructura elástica de los órganos, que amortigua los roces en las articulaciones de los huesos y sujeta los músculos a éstos mediante los tendones, un tejido fibroso en forma de cordón o lámina.

Formas de tejido conjuntivo
Cuando las células llamadas osteocitos se agrupan, se forma el tejido óseo, que debe su típica dureza a su matriz -o, sustancia intersticial, es decir, la que ocupa los espacios entre las células-, en donde se deposita calcio cristalizado. Los huesos forman el esqueleto, que sirve de sostén al cuerpo; en ellos también se insertan los músculos y, además, sirven de protección a ciertos órganos internos, como la caja craneana.

La sangre constituye también un tejido. Circula por todo el cuerpo a través de los vasos sanguíneos. En ella se distinguen dos grupos de componentes: las células, de tres tipos diferentes, y el líquido intercelular o matriz, denominado plasma sanguíneo. Los tres tipos de células que integran la sangre son los glóbulos rojos y los blancos, y las plaquetas. Los glóbulos rojos o hematíes, carecen de núcleo y su citoplasma contiene hemoglobina, un pigmento amarillo esencial para la respiración. Los glóbulos blancos o leucocitos capturan microbios o partículas extrañas para el organismo. Las plaquetas son fragmentos de células cuya misión es formar coágulos y taponar heridas para impedir hemorragias. Parte del plasma sanguíneo forma la linfa. Este líquido incoloro se difunde por los intersticios de los tejidos y, luego de cargar sustancias que son el producto de la actividad de las células, entra a los vasos linfáticos, por los cuales circula hasta incorporarse a la sangre venosa.

El tejido conjuntivo abarca también otro tipo de tejido: el adiposo. Sus principales funciones son almacenar reservas, proteger al organismo frente a los cambios de temperatura y acumularse en las extremidades a modo de almohadillas para proteger las zonas de apoyo. El tejido adiposo acumula lípidos (sustancias ricas en energía) que, en caso de necesidad, ante una alimentación deficiente o un gran esfuerzo, son desdobladas para la obtención de energía. Es por ello que se considera el tejido adiposo como acumulador de reservas.
El tejido cartilaginoso es otra forma de tejido conjuntivo. Los cartílagos están formados por células encerradas en lo que se denomina sustancia fundamental del cartílago, e integran y completan el sistema esquelético.

Están presentes en las articulaciones (uniones entre dos huesos), las costillas, el esternón y el tabique nasal. También refuerzan algunos órganos y los mantienen rígidos, como en el caso de la laringe y la tráquea. Los cartílagos garantizan la movilidad e impiden que dos huesos diferentes que se unen en una articulación se suelden.

El tejido muscular
El tejido muscular es el que permite al hombre la realización de movimientos. Los músculos están formados por fibras, que pueden ser lisas o estriadas. Los que no dependen de la voluntad se denominan músculos de contracción involuntaria y están formados por fibras lisas. Son de ese tipo los del estómago y los que forman el sistema vascular, entre otros. Aquellos cuyo movimiento depende de la voluntad humana se denominan de contracción voluntaria; están constituidos por fibras estriadas, como el bíceps.

El estímulo motor llega a cada músculo a través del correspondiente nervio. El nervio que gobierna al músculo se subdivide en numerosas ramas finales, cada una de las cuales se aplica a una fibra muscular. De esa manera, el nervio permite el envío de la orden de movimiento.
"Cuando las células comienzan a diferenciarse se ordenan en capas y se separan. Luego las de un mismo tipo van agrupándose y dan origen a los diferentes tejidos."
El tejido nervioso
El tejido nervioso está constituido por células llamadas neuronas, cuya función es recoger los estímulos nerviosos. El estímulo se origina en el cuerpo de la célula, y es enviado hasta su destino a través del axón, una prolongación de ésta. La neurona y sus neuritas constituyen el elemento fundamental del sistema nervioso. A través de las dendritas la neurona recibe información de sus pares y mediante el axón la envía a otras neuronas. Las células nerviosas tienen formas diversas. En todas ellas se producen impulsos eléctricos y químicos mediante los cuales se comunican. Sus prolongaciones tienen forma de hebras, de longitud extensa.

Las fibras nerviosas requieren aislación, y para eso poseen una cubierta con forma de vaina. Las fibras se reúnen en nervios que recorren el organismo, relacionando el cerebro y la médula espinal, que, unidos, forman el sistema nervioso central, con los distintos órganos del cuerpo.

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Anatomía y medicina

El cuerpo humano es un mecanismo perfecto y de gran complejidad. Las ciencias que se ocupan de su investigación, tal como las conocemos en la actualidad, se desarrollaron con más intensidad a lo largo de los siglos XIX y XX. Sin embargo, el cuerpo humano comenzó a ser estudiado en la antiguedad, no solamente con el fin exclusivo de conocerlo, sino para sanar sus enfermedades.



El ser vivo
El ser humano es un ser vivo; consecuentemente, necesita nutrirse, crecer y reproducirse. En la actualidad, muchas disciplinas se dedican a su estudio desde distintos puntos de vista. La anatomía, por ejemplo, estudia las diversas partes que componen el organismo humano, su estructura, su ubicación y cómo se interrelacionan. La citología, por su parte, estudia la célula en sí misma, y la histología se dedica al estudio de los tejidos, formados por células similares agrupadas para cumplir una función. La fisiología analiza las distintas funciones que cumple el cuerpo humano en los diferentes aparatos y sistemas; y la embriología, el desarrollo del embrión humano. En la antiguedad, sin embargo, no existía tal especificación. Los primeros estudios del cuerpo humano consistieron en practicar cortes o disecciones que permitieran ver las partes que lo componían y sus distintos aspectos.

Estudiar el cuerpo humano
Posiblemente la anatomía haya nacido unos 2 000 años antes de Cristo, cuando los egipcios comenzaron a utilizar algunas técnicas de cirugía. Pero sólo en el siglo XVII de la era actual se pudo empezar a comprender un tema tan complejo como la circulación de la sangre.



En el siglo XXI todavía se siguen descifrando algunas de las funciones más complejas de los órganos. Ya los griegos practicaban la disección (el estudio de un vegetal o animal por medio de cortes y divisiones de sus distintas partes) sobre animales y seres humanos. Alcmeón de Crotona realizó autopsias 400 años antes de Cristo, y describió el nervio óptico y la trompa de Eustaquio.

También dejó asentadas sus presunciones acerca del cerebro como centro de la actividad mental. Hipócrates opinó que el temperamento humano dependía del tipo de líquido vital, o humor, que prevaleciera en el cuerpo (sanguíneo, flemático, colérico o melancólico), y que cuando esos humores se mezclaban en forma desacertada se manifestaba algún tipo de enfermedad. Fue quien, además, intentó realizar las primeras correcciones sobre este principio, por lo que se lo considera el Padre de la Medicina. En el siglo IV a.C., Herófilo, médico de Alejandría, dio gran impulso a la anatomía.


"La medicina Hipocrática - Dr. Carlos Casanova Lenti"

Practicó la disección en forma metódica; estudió el cerebro y las meninges, los vasos sanguíneos, los nervios -hasta entonces confundidos con los tendones-, el duodeno y la próstata. Escribió un tratado al que dio el nombre de Anatomía (del griego anatomé, disección).

Claudio Galeno, médico del emperador romano Marco Aurelio, se basó en ideas de Platón sobre los órganos que dirigen el funcionamiento del organismo (a su criterio, el hígado, el corazón y el cerebro). Se le permitió practicar la disección de animales vivos, por lo que pudo clasificar huesos y articulaciones.
"El cuerpo humano está constituido por billones de células que, según sus funciones, se agrupan en tejidos, órganos, aparatos y sistemas. El esqueleto está formado por tejido óseo, constituido por células que le permiten cumplir la función de sostén"
En la Edad Media, la iglesia cristiana prohibió la disección de cadáveres, medida que impidió todo avance de la anatomía. En el Renacimiento, en cambio, ésta fue enriquecida por nuevos científicos. Leonardo da Vinci practicó numerosas disecciones, con interés tanto artístico como científico; sin embargo, no dio a conocer su tarea en ese campo. El belga Andrés Vesalio publicó trabajos sobre anatomía con ilustraciones muy exactas, y mostró unos doscientos errores de Galeno. El médico y teólogo español Miguel Servet, condenado a la hoguera en Ginebra por los calvinistas, que lo consideraron hereje, descubrió la circulación menor de la sangre y los movimientos cardíacos de sístole y diástole. Los anatomistas italianos Gabriel Falopio y Bartolomé Eustaquio describieron y dieron nombre a varios órganos.

Ya en el siglo XVII, el médico inglés William Harvey estudió el funcionamiento general del organismo y temas como el parto, la placenta y el cordón umbilical, fue el fundador de la embriología. Publicó un tratado en el que amplió y completó los datos proporcionales por Servet sobre la circulación sanguínea, lo que dividió al mundo científico en dos campos: galenistas y harveístas. Marcelo Malpighi pudo terminar de explicar el ciclo de la circulación intuido por Servet y detallado por Harvey, gracias a su descubrimiento de los vasos capilares mediante el uso del microscopio.

Alrededor de 1660, con el descubrimiento de la célula por el inglés Robert Hooke, la anatomía tomó un empuje acelerado. En el siglo XIX, otros estudiosos siguieron ese camino, profundizando sus investigaciones a partir de la teoría celular revelada por los alemanes Mathias Schleiden y Theodor Schwann. El checo J. Purkinje describió las células óseas, y el alemán Rudolf Virchow creó la patología celular, es decir, el estudio de las enfermedades de la células.

A lo largo de los siglos XIX y XX su progreso ha sido constante, tanto por la labor de los estudiosos como por los medios puestos a su alcance por la ciencia y la tecnología en general.
"Desde la práctica medicinal de los egipcios, unos 2 000 años antes de Cristo hasta nuestros días, la ciencia ha vivido grandes transformaciones. En la actualidad, la investigación científica progresa a pasos agigantados, no sólo gracias a la labor de los profesionales, sino también a los avances tecnológicos"

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Sistema Óseo

El mecanismo locomotor está formado por el aparato músculo-esquelético. El esqueleto, la parte pasiva del aparato, se compone de huesos, cartílagos y articulaciones. Los músculos cumplen la función activa: de ellos depende el movimiento.



El sistema óseo humano es un conjunto de 206 huesos, repartidos entre el esqueleto axial (llamado así porque constituye el eje esquelético: cráneo, columna vertebral, costillas y esternón) y el esqueleto apendicular, formado por los huesos de las extremidades y sus respectivas uniones, o cinturas, que los ensamblan con el esqueleto axial.

El tejido óseo está compuesto de sustancias inorgánicas -fosfato y carbonato de calcio- (55 %), una sustancia orgánica, la osteína (28 %), y agua (17 %). Las células óseas se llaman osteocitos. En el hueso compacto se disponen en círculo, alrededor de unos canales denominados conductos de Havers, provistos de nervios y diminutos vasos sanguíneos y linfáticos.

En la edad temprana, el tejido óseo es de consistencia cartilaginosa. Con el tiempo el cartílago se torna más rígido y sólido, sin perder su flexibilidad, hasta que por el constante depósito de sales de calcio se transforma en hueso. Por ser materia viva, los huesos pueden regenerarse después de una fractura. El tejido óseo está cubierto por tejido conectivo (periostio), que disminuye a medida que avanza la edad del individuo.

Las tres funciones principales del sistema óseo son de sostén, protección y movimiento. El sostén se logra por la inserción de tejidos y órganos en distintos sectores. Ciertas partes del esqueleto brindan protección por la forma en que se disponen, pudiendo albergar órganos. Así, el cráneo, por ejemplo, protege el encéfalo y la caja torácica al corazón, los pulmones y otros órganos. Para cumplir con la función de movimiento, algunos huesos poseen forma de palanca, lo que les proporciona gran potencia. Por su forma y tamaño, los huesos pueden ser anchos, planos, cortos o largos. Los largos son huecos, y poseen en su interior una sustancia viscosa y amarillenta, la médula ósea. La médula ósea produce células de la sangre, y otras que intervienen en la protección del cuerpo contra infecciones y degeneración celular. El cráneo, el esternón y el coxal son huesos anchos y planos; las vértebras son huesos mixtos, los de la mano son huesos cortos, y los de brazos y piernas, largos y huecos.

Cráneo
El cráneo aloja y protege al cerebro. Está formado por ocho huesos, cuatro únicos (frontal, esfenoides y etmoides) y cuatro en pares (dos parietales y dos temporales). En la cara se agrupan catorce huesos: la mandíbula inferior y el vómer, que forma parte del tabique nasal, son únicos, y el resto aparece en pares (nasales, unguis, cornetes inferiores, malares, palatinos y maxilares superiores). Los huesos del cráneo se articulan entre sí y con los del cara mediante suturas, articulaciones inmóviles que durante los primeros los primeros años de vida están unidas sólo por tejido fibroso. El hueso occipital, situado en la parte posterior del cráneo, tiene una cavidad llamada agujero magno, a través de la cual pasa la médula espinal. Este hueso se articula con el atlas, primera pieza de la columna vertebral.
"Los huesos largos, como el fémur, son huecos y en su interior se encuentra la médula ósea. Los extremos están formados por hueso esponjoso rodeado de hueso compacto"
Columna vertebral
La columna vertebral es una sucesión de huesos distribuidos en 7 vértebras cervicales, 12 dorsales, 5 lumbares y otras tantas sacras, y 3 a 5 coccígeas. Las primeras 24 vértebras son independientes. Las sacras se sueldan y forman el hueso sacro, y las coccígeas se unen en una pieza llamada cóccix en el extremo inferior de la columna.
Entre cada par de vértebras hay un disco cartilaginoso que amortigua la fricción de los huesos en el movimiento. Las dos primeras vértebras, el atlas y el axis, trabajan en conjunto. El atlas rota sobre un eje vertical y se apoya en el axis. Esta combinación permite los movimientos de la cabeza, de arriba abajo y hacia los costados.
La columna vertebral presenta cuatro curvaturas: cervical, dorsal, lumbar y sacrococcígea. En su interior aloja a la médula espinal, en un canal que queda formado por el cuerpo de cada vértebra y por tres prolongaciones salientes, o apófisis.

La caja torácica
El tórax es un conjunto de 12 pares de costillas. Los primeros 7 pares se unen por medio de cartílagos a un hueso plano delantero llamado esternón; los tres pares siguientes se unen al séptimo par, razón por la cual se los denomina costillas falsas; los dos últimos están compuestos por costillas flotantes, más cortas y libres por delante.

Las costillas, las vértebras dorsales y el esternón forman una cavidad que aloja al corazón y los pulmones. El tórax interviene en la respiración, ya que se ensancha en cada inspiración. Mide unos 15 cm en su área delantera, y el doble por detrás y a ambos lados.

Huesos de la extremidades 
El esqueleto consta de dos pares de extremidades, superiores e inferiores. Se articulan con el esqueleto axial, por medio de la cintura torácica el primero, y de la cintura pelviana el segundo. El hombro, el brazo, el antebrazo y la mano forman la extremidad superior. El hombro tiene dos huesos (omóplato y clavícula); el brazo, uno (húmero); el antebrazo, dos (cúbito y radio), y la mano, 27 (agrupados en carpo, metacarpo, falanges, falanginas y falangetas). La extremidad inferior está formada por la pelvis (hueso coxal o ilíaco, que unido a su par de la otra extremidad constituye la cintura pelviana); el muslo, compuesto por el fémur, el hueso más largo del sistema; la pierna, formada por rótula, tibia y peroné, y el pie, con 26 piezas, agrupadas en tarso, metatarso, falanges, falanginas y falangetas.
"Todos los huesos del cuerpo están recubiertos por el periostio, una vaina fibrosa que contiene muchos de los vasos sanguíneos que llegan hasta el tejido óseo. Las células óseas se disponen alrededor de los conductos de Havers, provistos de nervios y vasos sanguíneos y linfáticos"
Articulaciones
Una articulación es la unión de dos o más huesos, con intervención o no de partes blandas. Hay articulaciones fijas (sinartrosis), semimóviles (anfiartrosis) y móviles (diartrosis).

Las sinartrosis, llamadas suturas, unen los huesos del cráneo por medio de tejido conectivo. Las anfiartrosis conectan huesos de poco movimiento, como los de la columna vertebral. Las diartrosis, articulaciones de gran movilidad, ayudan a mover las extremidades, cuyos huesos se unen en articulaciones con cartílagos, que los protegen de roces y presiones. 

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