El Arte y la Ciencia detrás del Té

Desde los Antiguos Orígenes en China hasta la Actualidad: El Proceso de Cultivo y Producción del Té


El es un arbusto de la familia de las teáceas y su nombre científico es Camelia sinensis. Es una planta originaria del Extremo Oriente y con sus hojas se prepara una infusión que se ha convertido en la bebida más popular después del agua. Una leyenda atribuye su descubrimiento al emperador chino Cheng Nung, en 2737 a.C., cuando unas hojas de té silvestre cayeron por accidente en su taza de agua caliente. Durante muchísimas centurias su consumo se practicó casi exclusivamente en China. Después llegó a Japón, la India y otros países de Asia. A partir del siglo XVII la bebida empezó a difundirse por Europa y pronto se transformó en una costumbre emblemática de naciones como Inglaterra.



El té cultivado crece, en virtud de la poda, en forma de arbustos, pero en estado silvestre se convierte en un árbol de hoja siempre verde, de unos quince metros de altura. Se trata de una planta muy resistente. Aunque los climas tropicales húmedos y subtropicales son los más adecuados para su desarrollo, puede tolerar altitudes superiores a los dos mil metros. Las mejores cosechas se consiguen en suelos profundos, ricos y ligeramente ácidos. Las plantas se cultivan en viveros y se trasplantan al campo cuando alcanzan un año de edad (pocas veces se siembran directamente en el campo). Se espacian entre noventa y ciento veinte centímetros y, al principio, se podan a pocos centímetros del suelo para que se ramifiquen en forma de arbustos. La poda continúa regularmente con el propósito fundamental de mantener la producción de hojas jóvenes, que constituyen la cosecha del té. La recolección se realiza cuando la planta alcanza, aproximadamente, un metro de altura y el mismo diámetro en su copa. En las regiones cálidas y bajas los arbustos comienzan a rendir hojas jóvenes a los tres años y desarrollan un rendimiento pleno a los seis.



¿Cómo se manufactura el té?
Sólo se recolectan las hojas jóvenes, de un color verde pálido y lustroso. Por lo general, las factorías están ubicadas cerca de las plantaciones para recibir las hojas a las pocas horas de ser arrancadas. El té negro es el producto más común y se elabora de la siguiente manera: las hojas se extienden sobre bastidores y se dejan allí durante veinticuatro horas para que pierdan la mayor parte del agua. Este proceso, denominado marchitado, puede acelerarse mediante corrientes de aire caliente. Luego la hoja se pasa por rodillos con el fin de destruir la estructura celular y liberar la savia. A continuación, se separa la masa de hojas y, una vez tamizado, el té ingresa en las cámaras de fermentación. Allí, en una atmósfera fresca y húmeda, la hoja se oxida bajo la influencia de enzimas presentes en la savia, y después de una hora adquiere un color cobrizo brillante. El secado es la última etapa del proceso: las hojas se pasan a través de un horno durante media hora: el calor seca la hoja y detiene la oxidación. La hoja sale del horno secador con el típico color negro y ya está lista para ser consumida como infusión. Antes de empaquetarlas deben ser clasificadas, lo que implica una separación entre rotas y enteras.




En conclusión, el té, originario del Extremo Oriente, ha recorrido un largo camino desde su supuesto descubrimiento accidental en la corte del emperador Cheng Nung, hasta convertirse en la bebida más consumida después del agua. La historia del té es un fascinante recorrido a través de culturas y continentes, simbolizando no solo el intercambio comercial, sino también la interacción entre diferentes tradiciones y estilos de vida.

El cultivo del té, aunque simple en apariencia, es un proceso que combina conocimientos ancestrales con técnicas modernas. Desde la cuidadosa poda de los arbustos para maximizar la producción de hojas jóvenes, hasta la recolección selectiva y la preparación para el proceso de manufactura, cada paso requiere precisión y experiencia. La capacidad de crecer en una variedad de climas y suelos, sumado a la tolerancia a diferentes altitudes, ha permitido al té establecerse en muchas regiones del mundo.

La manufactura del té, especialmente del té negro, involucra una serie de pasos delicados que determinan la calidad y el sabor final del producto. El proceso de marchitado, rodillo, fermentación y secado está diseñado para realzar los aromas y sabores que hacen del té una bebida única. Este proceso requiere un equilibrio preciso entre tiempo, temperatura y humedad, y cualquier variación puede afectar el resultado final.

El impacto del té en la sociedad y la cultura global es innegable. Desde las ceremonias del té en Japón, que simbolizan la armonía y la meditación, hasta el té de la tarde en Inglaterra, que representa tradición y elegancia, el té ha trascendido fronteras y se ha arraigado en muchas culturas. Además, sus beneficios para la salud, como antioxidantes y otros compuestos beneficiosos, han contribuido a su popularidad.

En conclusión, el té es mucho más que una simple infusión. Es una tradición, una experiencia y un arte que une a personas de todo el mundo. La producción de té, desde su cultivo hasta su procesamiento, es un testimonio de la dedicación y el conocimiento de generaciones de agricultores y fabricantes. A medida que continuamos explorando nuevas variedades y sabores, el té seguirá siendo un símbolo de comunidad y conexión, recordándonos la riqueza y diversidad que el mundo tiene para ofrecer.

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