Los antecedentes de la historia son los relatos, poemas y crónicas de los juglares, que llevaban las noticias de pueblo en pueblo, o se sentaban a cantarlas en las plazas públicas.
El primer cronista del que se tienen antecedentes es Herodoto, de origen griego, quien vivió entre los años 484 y 425 antes de cristo. Se dice que sus escritos son relatos basados en viajes personales y recopilaciones de leyendas. Debido a su trabajo se lo llamó "padre de la historia".
En su concepción científica, la historia narra los hechos en un orden lógico; estudia causas y consecuencias; describe no sólo las personalidades que las han ocasionado, sino también el contexto en el que éstos se desarrollaron, así como también caracteriza a los pueblos, centros clave de la evolución de la humanidad.
La Historia, al igual que otras ciencias, se organiza en ramas, que se especializan en determinados temas; y en un sentido más global, en historia social, política o económica. A su vez, esta ciencia se vale de ciencias auxiliares que le aportan datos sobre el desarrollo de la humanidad. Algunas de ellas son la geología, geografía, paleontología, paleografía, epigrafía, epigrafía, lingüística, numismática, diplomática, sociología (trata sobre leyes del desarrollo social), historiografía (es el estudio bibliográfico y crítico de los escritores sobre fuentes y autores), heráldica (se ocupa de blasones o escudos) y la antropología en sus distintas ramas: arqueología (estudia los restos materiales de la actividad humana), la etnografía (describe los pueblos primitivos vivientes) y la antropología física (trata sobre la especie humana).
Es decir, la Historia estudia hechos, momentos y modos de vida a partir de la unión de miles de elementos que serán soporte en su labor investigativa: ruinas, mapas o manuscritos, objetos de madera cuero o tejidos, huesos humanos o de animales, restos de vegetación, semillas, insectos y organismos microscópicos petrificados.
Cuatro períodos
La historia abarca cuatro grandes períodos: la Edad Antigua, la Edad Media, la Edad Moderna y la Edad Contemporánea.
La primera se extiende desde el fin de la prehistoria, cuando surge la escritura. El hecho que marca el fin de la Antigüedad es la muerte, en 395, del emperador romano Teodosio I, llamado el Grande, quien consiguió imponer el cristianismo sobre religiones paganas. Este período se caracterizó por el floreciente devenir de las grandes civilizaciones, como las mesopotámicas, la egipcia y, muy especialmente, la griega, base de la cultura de occidente. La Edad Media abarca desde 395 hasta el siglo XV. Algunos historiadores la limitan con la toma de Constantinopla por parte de los turcos, en 1453, mientras que otros se inclinan por el descubrimiento de América, cuando los conquistadores españoles encabezados por Cristóbal Colón se encontraron con el nuevo continente en octubre de 1492. El Medioevo en Europa fue un período que se caracterizó por el oscurantismo, que provocó la pérdida de muchos valores de la Antigüedad clásica. La Edad Moderna se extiende entre el final del Medioevo y 1789, año de la Revolución Francesa. En este período se destaca el reconocimiento de la cultura grecorromana; la expansión colonial en la dominación de tierras americanas por parte de españoles, ingleses portugueses y franceses; y la invasión de esas mismas potencias en naciones de Asia, África y Oceanía. La Edad Contemporánea se caracteriza por la consolidación de los derechos del hombre, la Revolución Industrial, las guerras mundiales, los avances tecnológicos en comunicación, ciencias y todo tipo de conocimientos.
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