El Siglo 20, un período de grandes contrastes. Un desarrollo técnico y científico sin precedentes mejoró la calidad de vida de toda la humanidad. Sin embargo, estos avances no se vieron respaldados por los por los valores éticos: los intentos de una organización mundial pacífica estuvieron constantemente interrumpidos por sucesivas guerras, que incluyeron el terror de la devastación atómica.
En la primera década del siglo XX se produjo la democratización de una parte significativa del planeta y la formación de grandes imperios coloniales, junto con una expansión industrial que no había tenido antecedentes en la historia. Europa y, en cierta medida, Estados Unidos constituían el centro del mundo.
Expansión económica
Europa vivía en un clima de optimismo con respecto al futuro, que se combinaba con un profundo recelo entre las distintas naciones. En 1900, Europa producía 17 millones de toneladas de acero, que en su mayoría provenían del Reino Unido y de Alemania. Los barones del acero, como Krupp y Thyssen, en Alemania, o Carnegie, en Estados Unidos, constituían la aristocracia de la nueva burguesía industrial. Gran Bretaña, primera entre las potencias industriales, fabricaba más productos textiles y extraía más carbón que el conjunto de las naciones de Europa. Pese al empleo de la electricidad como fuente de energía, la hulla seguía alimentando miles de máquinas de vapor que movían fábricas, buques y trenes. La acelerada expansión de la industria pesada, el carbón, el hierro y el acero trajo aparejado un crecimiento sin precedentes del consumo. Los empresarios introducían en el mercado nuevos productos: automóviles, máquinas de escribir, teléfonos y fonógrafos. Como consecuencia de esto, creció la demanda de mano de obra y aumentaron los salarios. No obstante, el ingreso de los sectores populares siguió siendo bajo, sobre todo entre los trabajadores rurales, que superaban en número a los obreros.
La dinámica del crecimiento de la industria descansó sobre la ampliación del comercio internacional, que se triplicó entre 1860 y 1900. El centro del intercambio era Londres, que controlaba la mitad de los buques mercantes de la Tierra, además de ser por amplio margen el principal centro financiero, asegurador y de inversiones.
Colonias
Además de haber alcanzado un gran desarrollo industrial, al comenzar el siglo las potencias europeas poseían inmensas colonias que eran a la vez fuente de materias primas y mercados para sus manufacturas. A lo largo de los siglos XVIII y XIX Gran Bretaña, que contaba con la mayor flota de guerra del planeta, había ido ocupando territorios que le permitieron formar un imperio colonial de una extensión sin precedentes históricos. Holanda, Portugal y España también fueron imperios coloniales desde el siglo XV, y más tarde incorporaron colonias Alemania, Francia e Italia. Rusia dominaba un extenso bloque, continental, y la pequeña Dinamarca era dueña de la inmensa Groenlandia.
Zona de conflicto
Entre 1912 y 1913 la situación en los Balcanes se volvió crítica. Las naciones de esa península se habían ido independizando del Imperio Turco desde principios del siglo XIX. Pero los nuevos estados surgidos con este proceso eran pobres y atrasados. Sus aspiraciones de convertirse en naciones industriales similares a las de Europa Occidental chocaron contra obstáculos insalvables: carencia de capitales, ausencia de mano de obra especializada, atraso tecnológico y economías eminentemente campesinas. Debido a esto, las naciones balcánicas resolvieron apoderarse de los territorios que los turcos aún poseían en la península.
Primera Guerra Mundial
Entre 1914 1918 Europa se vio sacudida por una guerra que dejó millones de víctimas y que comprometió a países de todos los rincones del planeta.
Asesinato de Sarajevo
La guerra, para la cual se venían preparando las grandes potencias europeas, se desencadenó el 28 de junio de 1914, cuando el militante nacionalista bosnio Serkio Gavrilo Princip asesinó al archiduque Francisco Fernando, heredero del trono imperial austríaco, en su visita a Sarajevo. Austria culpó al reino de Serbia por el homicidio y le remitió un ultimátum, que fue respondido por el gobierno serbio de manera insuficiente, según las autoridades de Viena. En consecuencia, Austria-Hungría le declaró la guerra a Serbia, y el Imperio Ruso, que apoyaba a Serbia, realizó una movilización general de sus fuerzas. A su vez, el Imperio Alemán, aliado de los austrohúngaros, declaró la guerra a Rusia y a Francia. Por último, los británicos, que con Francia y Rusia formaban la Entente, declararon la guerra a Alemania. De esta manera quedaron dos bloques enfrentados: los Imperios Centrales, que comprendían a Alemania, Austria-Hungría, Turquía y Bulgaria, y la Entente, formada por Rusia, Francia y Gran Bretaña, a la que luego se sumaron Japón, Italia, Rumania, los Estados Unidos y otros países de América del Sur.
Frente Occidental
En Europa Occidental se libraron las batallas decisivas de la guerra, y sus principales protagonistas fueron los franceses, los británicos y los alemanes. En 1916 la Entente tomó la ofensiva. Las tropas anglofrancesas, que por primera vez usaron tanques en gran escala, atacaron a los alemanes en el frente del Somme, siguiendo un plan británico: el mariscal inglés Douglas Haig había proyectado adelantarse con sus blindados e infantería sobre las trincheras germanas para ocuparlas. Ambos bandos sufrieron pérdidas elevadísimas, pero finalmente el avance quedó paralizado.
A fines de 1917, los Estados Unidos declararon la guerra a los Imperios Centrales. A principios de 1918, Alemania y Austria se empeñaron en quebrar la resistencia de las fuerzas de la Entente. Las tropas anglofrancesas, con el apoyo de las estadounidenses, rechazaron el golpe e iniciaron una contraofensiva que obligó a los ejércitos Imperiales a rendirse en 1918.
Guerra en el mar
La guerra naval jugó un papel decisivo en el conflicto. Las potencias enfrentadas dependían de las materias primas y los alimentos que les llegaban por vía marítima, enviados por sus colonias y por otros países. Por esto, las potencias que controlaban los océanos poseían una ventaja crucial sobre sus adversarios.
Los países de la Entente contaban con un número de buques de guerra muy superior al de sus enemigos de los Imperios Centrales. El poderío de las grandes armadas del Reino Unido y de Francia hizo que los alemanes tuvieran que mantener sus navíos de combate a resguardo en los puertos germanos del mar del Norte.
Derrumbe de los Imperios Centrales
En septiembre de 1918, Alemania, Austria y Hungria reconocieron que la guerra estaba perdida. Hungría pidió la paz unilateralmente el 16 de octubre y rompió con Austria. En Alemania, el mariscal Erich von Ludendorff recomendó al káiser que aceptara un gobierno parlamentario para facilitar la firma de un armisticio. El 9 de noviembre, Guillermo II se refugió en Holanda y, ese mismo día, se proclamó la república de Weimar, cuyo primer jefe de gobierno fue Friedrich Ebert.
Totalitarismos
Los acuerdos alcanzados por los aliados en Versalles dejaron disconforme a Italia, y sumieron en la postración a la república democrática de Weimar. Esto alentó el surgimiento de dos movimientos de ideología totalitaria: el fascismo italiano y el nazismo alemán.
Fascismo italiano
Durante la Primera Guerra Mundial, de 1914 a 1918, los italianos resolvieron apoyar a la Entente contra los Imperios Centrales a cambio de una serie de promesas que Gran Bretaña y Francia cumplieron a medias. La debilidad del gobierno de Roma en el marco internacional alentó el surgimiento de un amplio movimiento ultranacionalista, xenófobo y expansionista, que encontró su expresión más radicalizada en un pequeño partido dirigido por Benito Mussolini e integrado, fundamentalmente, por ex veteranos de guerra. En 1921 Mussolini fundó el Partido Fascista, nombre derivado de las fasces, símbolo que usaban los encargados de hacer ejecutar la ley en la Roma Antigua. Influenciado por un poderoso grupo de dirigentes conservadores, en octubre de 1922 el rey Victor Manuel III nombró primer ministro a Mussolini. Ese mismo año, el prestigio del líder fascista creció con la Marcha sobre Roma. A partir de ese momento Mussolini se convirtió en jefe de gobierno. En 1937 se alineó definitivamente con Alemania al firmar el Pacto contra la Komintern, mediante el cual se comprometían a luchar contra la Tercera Internacional Comunista.
Alemania Nazi
En 1919 Adolf Hitler, un ex cabo del ejército austríaco, se unió en Munich a un movimiento ultranacionalista y populista. Con un pequeño grupo de allegados intentó levantarse en 1923 contra el gobierno constitucional, pero su tentativa golpista fue reprimida y el político fue apresado. Desde la cárcel escribió Mi Lucha, donde expresó sus ideas sobre una conspiración mundial contra la raza aria, cuyos principales destinatarios serían los alemanes. Los promotores de esa conjura eran, para Hitler, los comunistas, los burgueses, la socialdemocracia y el pueblo judío.
Los años de la preguerra
La Unión Soviética creció de manera inusitada y se transformó en una potencia industrial. Por su parte, los regímenes totalitarios de derecha, surgidos en Alemania e Italia, iniciaron una política de expansión territorial y de rearme militar. En España comenzó la Guerra Civil, que sirvió a los países europeos que intervinieron a favor del bando republicano o del franquista para comparar el poder de los arsenales que estaban acumulando.
Crisis de 1929
Las causas de la Gran Depresión que afectaron a la mayor parte de los países a partir de 1929 se remontan a la próspera década de 1920. Después de la Primera Guerra Mundial las naciones capitalistas iniciaron una etapa de expansión económica. Estados Unidos fue el país donde este proceso alcanzó su expresión más acabada. Pero el crecimiento ocultaba la debilidad de ciertos aspectos del cuadro económico mundial. El comercio de preguerra, que había tenido como pilares el patrón oro y la libre convertibilidad del papel moneda en el metal, no pudo ser restablecido en la década de 1920. Por otra parte, las economías de Alemania, Rusia y Gran Bretaña, tres de los grandes protagonistas del intercambio mundial antes de 1914, atravesaban dificultades derivadas de la Primera Guerra Mundial.
El 29 de octubre de 1929, en un día de oferta frenética en la Bolsa de Nueva York, se produjo el derrumbe de Wall Street, donde se vendieron 16 millones de papeles con una pérdida de 10 000 millones de dólares para los operadores y ahorristas. Al mismo tiempo, el gobierno de Washington puso en práctica una política proteccionista implementada a través del aumento de los aranceles aduaneros, criterio que fue sustentado por otras naciones. El comercio internacional en 1932 alcanzó apenas un tercio del volumen al que había llegado en 1929. Las consecuencias más graves del derrumbe fueron el paro de la producción y el aumento del desempleo.
Segunda Guerra Mundial
La Segunda Guerra Mundial, que comenzó en septiembre de 1939, fue el conflicto bélico más destructivo de la historia librado tanto contra militares como contra civiles. La movilización de recursos nacionales alcanzó niveles sin precedentes. Si bien gran cantidad de países se vieron involucrados en el conflicto, los dos bandos enfrentados estaban formados básicamente por la Unión Soviética, Gran Bretaña, Francia y luego Estados Unidos (Aliados), y Alemania, Italia y Japón (potencias del Eje).
Guerra relámpago
El 1 de septiembre de 1939 los alemanes tomaron la ciudad polaca de Danzig (actual Gdansk). Había comenzado en pocas horas la Segunda Guerra Mundial. Las fuerzas germanas, que superaban abrumadoramente a las de Polonia en número y potencia, ocuparon el resto del país en menos de un mes.
Hitler temía que los británicos ocuparan la Península Escandinava con el fin de amenazar el flanco norte de Alemania. Para evitarlo conquistó Dinamarca en abril y Noruega en junio de 1940. En seis semanas, los alemanes se apoderaron de Bélgica, Holanda y Luxemburgo. El 10 de junio obligaron a los franceses a capitular. Italia, alentada por el éxito de esta guerra relámpago, declaró en ese mismo mes la guerra a Francia y a Gran Bretaña.
Hitler comenzó a planear la operación León Marino, cuyo objetivo era ocupar Gran Bretaña, cuyo objetivo era ocupar Gran Bretaña. El paso inicial era destruir la Real Fuerza Aérea inglesa. En la batalla de Inglaterra, sin embargo, la Luftwaffe, fuerza aérea germana, fue derrotada. Tras este revés, Hitler decidió dedicar el esfuerzo bélico a un tanque en gran escala contra la Unión Soviética.
Guerra en el este
El 23 de junio de 1941, los alemanes entraron al territorio soviético. La ofensiva tomó por sorpresa a Stalin, cuyo ejército, aunque muy numeroso, estaba equipado con armamento de inferiores condiciones, por lo que fue obligado a retirarse hasta Moscú. En la capital rusa, el joven general Grigori Zhukov organizó una eficaz defensa que permitió a los soviéticos detener la embestida alemana. En 1942, Hitler decidió concentrar todo el peso de sus fuerzas en un ataque contra el sur de la Unión Soviética, decidido a apoderarse de las riquezas de Ucrania y del petróleo del Cáucaso. Los soviéticos se retiraron hasta el Volga y la ciudad de Stalingrado. En este lugar el Ejército Rojo se defendió vigorosamente, concluyendo con la derrota y prisión de un ejército alemán completo.
Guerra en el Pacífico
A fines de 1941 una flota aeronaval japonesa atacó con éxito la base de la armada norteamericana en Pearl Harbor, Hawai. Con esto Japón inició una ofensiva que le permitió ocupar la mayor parte de las posesiones estadounidenses y británicas en Asia. Los japoneses decidieron coronar su victoria asestando un golpe decisivo contra los buques de guerra estadounidenses que habían logrado escapar de Pearl Harbor. Aunque inferiores en número, los estadounidenses lograron tomar por sorpresa a los japoneses mediante los devastadores ataques de su aviación naval. Tras esta victoria Estados Unidos tomó la delantera en la guerra, y con el aporte de la industria bélica consiguió rearmar sus fuerzas en el Pacífico y retomar uno a uno los territorios que les habían arrebatado a ellos y a sus aliados. En agosto de 1945 el presidente norteamericano Harry Truman ordenó el bombardeo atómico sobre las ciudades de Hiroshima y Nagasaki. El 15 de ese mes, Japón se rindió.
Derrota Alemana
En julio de 1943 los Aliados cruzaron el Mediterráneo y ocuparon Sicilia. A principios de septiembre entraron a Italia continental, y en ese mismo mes el gobierno de Roma aceptó capitular. Los alemanes siguieron combatiendo en la península pero fueron retrocediendo. El 6 de junio de 1944, las fuerzas aliadas concentradas en Gran Bretaña el Canal de la Mancha y desembarcaron en Normandía. Esta operación, denominada Día D, fue un éxito: en agosto las tropas aliadas liberaron París e invadieron Alemania, que se rindió a principios de mayo. Los soviéticos entraron en Berlín el 30 de abril de 1945, y Adolf Hitler se suicidó en su búnker.
De 1945 a la década de los 60
Al concluir la segunda Guerra Mundial se registró un intento de las potencias aliadas por ordenar la comunidad internacional con el objetivo de evitar nuevos conflictos bélicos.
Naciones Unidas
En 1945 se reunieron en San Francisco, con el fin de crear una organización mundial destinada a preservar la paz internacional, las naciones vencedoras de la Segunda Guerra Mundial, junto con otras que fueron invitadas a sumarse. El 26 de junio de ese mismo año se firmó la Carta de la Organización de las Naciones Unidas. En este documento se estableció que la instancia máxima de poder de la ONU sería la Asamblea General, en la que estarían representados todos los estados miembros, sin que se establecieran diferencias por motivos de riqueza o poderío. Debido a que la Asamblea no sesionaría en forma permanente, se creaba el Consejo de Seguridad, organismo que debía intervenir en los conflictos urgentes.
Superpotencias y Guerra Fría
Derrotadas las potencias del Eje, no tardó en resurgir el enfrentamiento entre el Occidente capitalista y la Unión Soviética. Las zonas de influencia de las superpotencias resultaron delimitadas por el territorio que habían ocupado sus respectivos ejércitos al avanzar contra los alemanes. Europa Occidental quedó en el área controlada por las fuerzas anglonorteamericanas, mientras el este europeo pasó a formar parte del área donde prevalecían los soviéticos. En el caso de Alemania los líderes aliados habían resuelto dividir el país en cuatro regiones. En 1947, Gran Bretaña y Estados Unidos establecieron una zona unificada, que concibieron como la base de un futuro Estado Germano. Como respuesta a esta decisión y a la de reformar la economía alemana, entre junio de 1948 y mayo de 1949 la Unión Soviética bloqueó Berlín. Occidente convirtió su zona de ocupación en la República Federal de Alemania. En tanto que, en octubre, el área soviética pasó a ser la República Democrática de Alemania.
Décadas de 1970 y 1980
Entre estas décadas, el orden mundial establecido a partir de la Segunda Guerra Mundial experimentó un gran cambio por el que Estados Unidos y la Unión Soviética dejaron de ser los dos centros enfrentados del mundo. Los rasgos distintivos de este lapso fueron la conversión de China en una superpotencia, el comienzo de las transformaciones que llevarían a la disgregación de la Unión Soviética, la intensificación del proceso de desarme nuclear y la consolidación de un bloque económico en Europa. Éste es también el período de auge y de represión de las guerrillas rural y urbana. A fines de los 70, con la revolución contra el sha de Irán, se inició un período de ascenso de los movimientos radicales islámicos y la confrontación de éstos con Occidente.
Las ideologías neoliberales y socialdemócratas se enfrentaron en el mundo desarrollado. En los Estados Unidos y Gran Bretaña, Ronald Reagan y Margaret Thatcher impusieron una combinación de conservadurismo y políticas económicas de mercado.
Paz en Vietnam y China como superpotencia
En 1972 el presidente estadounidense, Richard Nixon, por consejo de su secretario de Estado, Henry Kissinger, comenzó un movimiento de aproximación a China, maniobra con la que se proponía poner en dificultades a la Unión Soviética. La iniciativa fue bien recibida por el gobierno de Pekín, que desde la década de 1960 se había enemistado con la Unión Soviética. En 1973, Nixon decidió poner fin al conflicto de Vietnam, ante la creciente oposición interna a la guerra. Estados Unidos emprendió una retirada gradual de sus fuerzas, y el 27 de enero de 1973 Estados Unidos, Vietnam del Norte, Vietnam del Sur y el Vietcong firmaron en París un acuerdo de cese de fuego.
Cambios en la Unión Soviética
Desde fines de la década de los 60, la Unión Soviética inició un período de endurecimiento. El secretario general del Partido Comunista, Leonid Brezhnev, impulsó una doctrina política que llevó su nombre, basada en el derecho del Pacto de Varsovia, brazo militar del bloque socialista, para sofocar cualquier intento de desviación surgido en los países que integraban la alianza. A la muerte de Brezhnev, en 1982, los sucesores inmediatos, Konstantin Chernenko y Yuri Andropov, mantuvieron, en líneas generales, la política concebida por su predecesor.
En marzo de 1985, Mijail Gorbachov fue designado secretario general del Partido Comunista. Su ascenso al poder provocó una transformación radical de la Unión Soviética, promovida a través de la perestroika y la glasnost. La perestroika consistió en la introducción de políticas de mercado destinadas a aumentar el desarrollo económico. Los directivos de las grandes plantas fabriles de la URSS fueron considerados responsables por la gestión de éstas, y la burocracia estatal dejó de ser eje en la toma de decisiones. Los glasnost, por su parte, trajo como consecuencia una progresiva abolición de la censura de prensa. En materia de política exterior, Gorbachov retiró las tropas soviéticas que Brezhnev había enviado a Afganistán en 1979 con el fin de apoyar el régimen socialista de ese país en su lucha contra la guerrilla islámica. Además, firmó un conjunto de acuerdos referidos a armas nucleares con los Estados Unidos.
Década de los 90
La desintegración de la Unión Soviética en 1991 produjo un cambio en las relaciones internacionales, que definió una transformación, por la socialdemocracia o por el capitalismo, de todos los países que formaron parte del Pacto de Varsovia. Atrás habían quedado los tiempos de bipolaridad. Estados Unidos pasó a ser la única superpotencia y ejerció su supremacía con respecto al resto de los países. La manifestación más notoria fue la Guerra del Golfo, donde una amplia coalición encabezada por Estados Unidos derrotó al poderoso ejército de Irak. Washington ejerció, además, un rol de mediador global y, en este sentido, fue el promotor del proceso de paz en Medio Oriente. Paradójicamente, surgió un acentuado nacionalismo que favoreció la xenofobia e hizo estallar guerras en diversos puntos del planeta, como en el caso de Yugoslavia.
Desmembramiento de la URSS
La desaparición de la URSS fue precedida y acompañada por la caída de los gobiernos comunistas del bloque socialista. En agosto de 1989, Polonia integró su primer gobierno no comunista. En Checoslovaquia, una ola de manifestaciones opositoras obligaron a renunciar al gobierno prosoviético en noviembre de ese año. En la Alemania Democrática, se mismo mes, cayó el régimen de Erich Honecker y miles de manifestantes derrumbaron el Muro de Berlín. El presidente rumano Nicolae Ceaucescu resistió los cambios, que culminaron con una revolución nacional y con su fusilamiento en 1989. En octubre de ese mismo año el Parlamento húngaro disolvió el Partido comunista. En enero del año siguiente, Bulgaria procedió en igual sentido. El 19 de agosto de 1991, mientras un grupo de militares detenía al presidente Mijail Gorbachov en su dacha (casa de fin de semana) de Crimea, un importante sector de de las fuerzas armadas y de la KGB (policía) se levantó contra el presidente soviético. Los golpistas resultaron vencidos, pero el episodio significó la extinción del orden existente. Las repúblicas no rusas se fueron declarando independientes. El 29 de agosto, el Parlamento resolvió suspender las actividades del Partido Comunista. La URSS dejó de existir oficialmente el 26 de diciembre de 1991.
Medio Oriente
El 14 de mayo de 1948 se creó en esa región el Estado de Israel. Apenas se proclamó la independencia israelí, se produjo el primer conflicto bélico entre los ejércitos de Egipto, Siria, Jordánia, Líbano, Irak y Arabia Saudita y el Estado de Israel, que salió vencedor.
Posteriormente, los israelíes, tras sufrir varios ataques terroristas, invadieron el desierto del Sinaí, en Egipto, el 29 de octubre de 1956. Desde su creación, la historia de este país se encuentra atravesada por conflictos limítrofes. El 5 de junio de 1967 la Guerra de los Seis Días culminó con una aplastante victoria israelí. En octubre de de 1973, mientras los judíos celebraban el Yom Kippur, su principal festividad religiosa, fueron atacados por Egipto y Siria; el conflicto finalizó ese mismo mes sin un resultado favorable para ninguno de los dos bandos. La atmósfera bélica persistió en la región.
Edad Contemporánea
La Edad Contemporánea comenzó con la Revolución Francesa, en 1789. A partir de esta época, nuevos principios regularon la vida política y económica de los pueblos, tanto en Europa como en América. En ambos continentes el surgimiento de las repúblicas y el avance de la técnica dominarían el escenario de la sociedad.
Revolución francesa
En 1715 falleció Luis XIV y lo sucedió en el trono su bisnieto Luis XV, quien tenía cinco años, motivo por el cual quedó en manos de un Consejo de Regencia presidido por Felipe de Orleans. Sólo a partir de los 15 años, Luis XV comenzó a dirigir personalmente el destino de su nación. El país intervino en la Guerra de Sucesión de Polonia, en la de Sucesión de Austria y en la de los Siete Años, contra Prusia y Gran Bretaña. La situación financiera de Francia se agravaba aceleradamente por los gastos que generaban las guerras y la vida suntuosa de la Corte. A su muerte en 1774, Luis XV fue sucedido por Luis XVI, su nieto. Éste se casó con la archiduquesa de Austria, María Antonieta, quien contribuyó con su vida licensiosa a la decadencia del reino. Francia pasaba por su pero momento económico. Su intervención en la guerra por la independencia de los Estados Unidos de América, las malas cosechas y el peso de los impuestos sobre todos los habitantes precipitaron los acontecimientos que generarían la Revolución. Ante la imposibilidad de implantar reformas, Luis XVI convocó a los Estado Generales, integrados por los tres grandes estamentos sociales: el clero, la nobleza y la burguesía. En su discurso el rey no respondió a los intereses de los convocados. En consecuencia, la burguesía se alió con un sector de la Iglesia y se reunieron en Asamblea General. El 9 de julio le dieron el nombre de Constituyente y ordenaron la redacción de una Constitución.
Sucesos de la Revolución
Con el objeto de mostrar su descontento y rebelarse contra los privilegios, el despilfarro y el desgobierno que caracterizaban el mandato de Luis XVI, el 14 de julio de 1789 el pueblo francés tomó La Bastilla (fuerte real que funcionaba como cárcel), símbolo de la monarquía absoluta. Con este acto se inició la revolución Francesa. Un mes más tarde se abolieron los privilegios señoriales y el 27 de agosto se proclamó la Declaración de los Derechos del Hombre y del Ciudadano. De este modo quedaron establecidos los fines de la Revolución: en el orden político, desapareció la idea de monarquía absoluta, que fue reemplazada por la de monarquía constitucional; en el ámbito social, la igualdad ante la ley reglamentó la convivencia de todos los hombres; y, en el plano económico, la abolición de los privilegios de la Corte permitió una distribución más justa de la riqueza.
Derechos del hombre y del ciudadano
La Asamblea comenzó la redacción de los derechos del hombre considerando la convivencia en sociedad y el bienestar de todos. Los tres principios básicos establecidos en la Declaración fueron los de libertad, igualdad y justicia. También se instituyeron los derechos a la seguridad y resistencia a la opresión, como facultades naturales e imprescindibles del hombre, y quedó establecida la libertad de comunicación oral, escrita o de prensa y su reglamentación por las leyes respectivas, así como la libertad religiosa.
Caída de Luis XVI y la República
En septiembre de 1791, la Asamblea instauró por medio de la Constitución el régimen de monarquía parlamentaria. De este modo apareció la división de poderes en la organización del Estado: el Ejecutivo, a cargo del rey, el Legislativo, constituido por una Asamblea, y el Judicial, a cargo de magistrados. Los revolucionarios sospecharon que el monarca tramaba traicionarlos. Lo enjuiciaron y condenaron a muerte. El 21 de enero de 1793 Luis XVI fue guillotinado en la Plaza de la Revolución y días después corrió la misma suerte su esposa.
La Convención que sustituyó a la Asamblea Legislativa el 21 de septiembre de 1792 estuvo dividida en tres partidos: la derecha, representada por los girondinos, la izquierda, dominada por los jacobinos, y el centro, conocido también con los nombres de llanura o pantano, que constituía la mayoría.
Las disputas internas terminaron con la caída de los girondinos y el monopolio del poder en manos de los jacobinos, cuyas figuras más destacadas fueron Marat y Robespierre.
Napoleón Bonaparte
Una de las figuras más discutidas de la historia moderna es, sin duda, Napoleón Bonaparte. Nombrado general a los 24 años y emperador a los 35, fue para muchos uno de los estrategias más grandes de la historia.
Francia y las conquistas
En 1792, Francia anexó Bélgica y parte de la actual Alemania. Para detener el avance francés, en 1793, Gran Bretaña formó la Primera Coalición, en la que intervinieron, además, España, Portugal, los Estados Alemanes, Holanda, Austria, Prusia, Nápoles y Cerdeña. El ataque conjunto dejó a Francia en situación de peligro su gobierno movilizó a toda la nación y reclutó para sus ejércitos 700 000 hombres. Entre 1793 y 1794 Francia logró la incorporación de Holanda como república aliada, recuperó Bélgica, territorio perdido en 1793 ante la Coalición, y ocupó Tolón, ciudad francesa que habían tomado británicos y españoles. En este hecho tuvo participación Napoleón Bonaparte, y este triunfo le valió el ascenso a general. Los integrantes de la Coalición firmaron la paz por separado: Holanda, mediante el Pacto de La Haya, y Prusia, varios Estados Alemanes y España, por el Tratado de Basilea, en 1795.
Directorio y el Consulado
Debido a una inadecuada política frente al resto de Europa se formó la Segunda Coalición, constituida por Rusia, Turquía, Austria, Nápoles y Gran Bretaña. En esta etapa Napoleón Bonaparte se presentó como la figura ideal para recuperar los principios de la Revolución. Con su apoyo se derrocó al Directorio y se constituyó un gobierno provisorio formado por el mismo Napoleón, Sieyés y Ducos, hasta que se organizó definitivamente el Consulado, integrado por tres miembros: Napoleón, Cambaceres y Lebrún. Durante este gobierno, el primer cónsul, cargo que ocupó Napoleón, tenía el poder casi absoluto, y los otros dos actuaban como consultivos.
Napoleón en el escenario militar
Francia tenía enemigos en varios frentes: Austria, Gran Bretaña, Cerdeña y los Estados Italianos. La misión de Napoleón era avanzar sobre Italia. La ocupación de Piamonte y Milán, le rendición de Mantua y su poder sobre Lombardía lo llevaron al dominio de todo el norte italiano. El paso siguiente fue Viena. Cerca de la ciudad, Francisco II, el emperador de Austria, le envió delegados para firmar el acuerdo de paz, que se realizó el 17 de octubre de 1797 con el nombre de Tratado de Campo Formio. Gran Bretaña persistía en su lucha contra Francia, y el Directorio consideró importante invadir las islas. Napoleón optó, en cambio, por atacar a los británicos a través de sus posesiones en Egipto. La flota británica atacó a la armada francesa en Abukir. Napoleón se vio obligado a replegar sus tropas en Egipto, mientras él volvía a Francia. Apenas asumió como cónsul, debió luchar contra la Segunda Coalición.
Después de victoriosos enfrentamientos firmó tratados de paz con Austria y Gran Bretaña. El 2 de agosto de 1802 el Senado lo nombró cónsul vitalicio con el derecho a nombrar sucesor. Dos años más tarde, le otorgó el título de emperador de los franceses.
Imperio Napoleónico
El Imperio tuvo una duración de 10 años, en los cuales Napoleón ejerció el poder absoluto. Durante este período debió enfrentar cuatro coaliciones más. La Tercera estuvo constituida por Gran Bretaña, Austria y Prusia.
El ejército napoleónico triunfó sobre los austríacos en la batalla de Ulm y sobre éstos y los rusos en la batalla de Austerlitz, por lo cual Francisco II, emperador de Austria, firmó la paz mediante el Tratado de Presburgo. Napoleón puso a sus hermanos al frente de los territorios conquistados. España nunca se resignó a la invasión francesa y participó de la Quinta Coalición con Austria y Gran Bretaña. Napoleón venció en julio a los austríacos en la batalla de Wagram, firmó la paz de Viena y llegó a Moscú, donde fue detenido por el crudo invierno ruso, que hizo estragos entre sus hombres.
Fue derrotado en Leipzig en 1813 y en 1815 en Waterloo. Allí fue prisionero de los británicos, que lo confinaron a la isla de Santa Elena, donde permaneció hasta su muerte en 1821.
Movimiento emancipador americano
En la segunda mitad del siglo XIX los europeos luchaban por la abolición de las monarquías y la instauración de repúblicas con autoridades elegidas por el pueblo. Simultáneamente, en América, la población de las colonias estaba preparada para independizarse de sus conquistadores, elegir sus propios gobiernos y organizar sus instituciones políticas. En cada colonia, la gesta emancipadora tuvo características propias por su geografía y su idiosincrasia.
Antecedentes
La independencia de los Estados Unidos es considerada el antecedente inmediato que entusiasmó a los patriotas sudamericanos con deseos de emancipación. La guerra iniciada por los colonos culminó con la capitulación de los británicos en Yorktown, el 19 de octubre de 1781. El día de la independencia fue el 4 de julio de 1776, porque en ese día el Congreso de Filadelfia había aprobado la Declaración de Principios redactada por Thomas Jefferson.
En 1780, y muy lejos de allí, José Gabriel Condorcanqui, un descendiente de los incas, que había adoptado el nombre de Túpac Amaru, encabezó una sublevación en el sudoeste del Perú que alcanzó amplias repercusiones en los territorios que actualmente ocupan Colombia, Bolivia, Ecuador, Chile y parte de la Argentina. Los revolucionarios, que no estaban preparados militarmente, fueron derrotados en el Cusco por tropas enviadas desde Lima. Túpac Amaru fue atado a cuatro caballos, descuartizado, y su figura se convirtió en un emblema de los movimientos por la independencia sudamericana. Por otra parte, los habitantes del Virreinato del Nuevo Reino (hoy Colombia) habían sufrido un aumento de impuestos que los impulsó a un levantamiento. Este fue encabezado por los comuneros de la zona del Socorro, ubicada en el centro-norte colombiano, en la actual provincia de Santander, en 1779, y constituyó la primera manifestación emancipadora de esa región, pero fue reprimido.
Los movimientos independentistas habían comenzado en 1661 hacia el sur, en el actual territorio de Bolivia. A partir de 1776 las sublevaciones nacionalistas se hicieron más frecuentes, cuando la Audiencia de Charcas fue anexada al Virreinato del Río de la Plata. El principal levantamiento fue encabezado en 1780 -en coincidencia con la rebelión de Túpac Amaru en Perú- por Tomás Catari, y siguieron los de las ciudades de Charcas, Oruro, Cochabamba y La Paz. A pesar de ser derrotados por las fuerzas españolas, estos levantamientos sentaron un importante antecedente en la lucha por la independencia.
Independencias americanas
En Buenos Aires, el Cabildo Abierto del 22 de mayo de 1810 precipitó la Revolución de Mayo y la instauración de la Primera Junta de Gobierno. Estos acontecimientos desembocaron en la independencia del Paraguay. En la actual República Argentina, los acontecimientos de Mayo condujeron a la Declaración de la Independencia en San Miguel de Tucumán, el 9 de julio de 1816. Una situación diferente se planteó en la República Oriental del Uruguay. Tras años de combates y alianzas, un grupo de patriotas encabezados por Juan Antonio Lavalleja declaró la independencia del país, el 25 de agosto de 1825. En 1815 Brasil fue unido al reino de Portugal hasta que el regente Pedro declaró la independencia el 7 de septiembre de 1822. Bolivia se independizó en Chuquisaca el 6 de agosto de 1825.
San Martín y Bolivar
Los principales protagonistas de las luchas emancipadoras fueron el argentino José de San Martín y el venezolano Simón Bolívar. Ambos trabajaron de común acuerdo y pactaron en Guayaquil, el 26 de julio de 1822, la protección de los países americanos.
Siglo XIX en Europa
A lo largo del siglo XIX dos situaciones produjeron en Europa una profunda transformación social, económica y cultural: la Revolución Industrial y las luchas revolucionarias antimonárquicas.
Revolución Industrial
Los descubrimientos científicos de los siglos XVII y XIX y su contribución al desarrollo de la técnica constituyeron las bases de los que los historiadores denominaron Revolución Industrial. Ésta puede dividirse en dos etapas. En la primera de las etapas se destaca como elemento fundamental la máquina de vapor, que, perfeccionada en 1769 por el ingeniero escocés James Watt, permitió al inglés Cartwright, en 1785, y al francés Jacquard, en 1801, desarrollar y perfeccionar el telar mecánico. Estos avances se tradujeron en una transformación sustancial de la economía y de la sociedad que tuvo su centro en Gran Bretaña. En 1803, el estadounidense Fulton construyó el primer buque de vapor, y en 1814 el británico Stephenson ideó la primera locomotora impulsada por una máquina similar a la de Watt. El desarrollo de estos medios de transporte agilizó el traslado de los nuevos productos a mercados más distantes. Al mismo tiempo, facilitó la llegada de las materias primas que eran necesarias para la industria. El algodón, por ejemplo, se importó en Egipto y de la India. El ejemplo de Gran Bretaña pronto fue seguido por otras naciones de Europa y América, entre las que se destacaron Francia, Prusia y los Estados Unidos.
La segunda fase de la Revolución Industrial estuvo relacionada con el procedimiento de producción de acero por inyección de aire, concebido en 1856 por el inglés Henry Bessemer, y con los avances logrados en el control y la aplicación de la energía eléctrica. Las transformaciones técnicas e industriales produjeron una serie de efectos, como una mayor acumulación de capital, el surgimiento del salario como modo dominante de la retribución del trabajo, el incremento de las desigualdades en la distribución del ingreso y una mayor expansión del consumo y del comercio internacional. En materia social, la Revolución Industrial provocó una intensa corriente migratoria del campesinado a las ciudades, con el objetivo de obtener salarios fijos pagados por los industriales. La aspiración de obtener mejores remuneraciones, más acordes con las necesidades, y condiciones más justas de trabajo derivó en movimientos de protesta y huelgas. Condujeron, además, la formación de partidos políticos y organizaciones sindicales que defendieron la causa de los obreros.
Ideal nacionalista
A mediados del siglo XIX surgieron en Europa las ideas nacionalistas, a la vez que se hicieron manifiestas las luchas por el desarrollo de las democracias. Por este motivo estallaron revoluciones con ideales de libertad. Entre ellas cabe mencionar la revolución de 1848 en Francia, contra el monarca Luis Felipe I, y los procesos de unificación vividos por Italia y Alemania.
Los principios nacionalistas fueron apoyados por los intelectuales. La persecución de los monarcas que gobernaban los estados italianos obligó a los ideólogos a agruparse en sociedades secretas. Todos estos revolucionarios apoyaban al único reino que tenía un régimen constitucional: el de Cerdeña y Piamonte. En 1852 el rey de Cerdeña, Victor Manuel II, confió el cargo de jefe de gobierno a Camilo Benso, conde de Cavour, auténtico artífice de la unidad italiana. Con el apoyo de Francia, las tropas sardas vencieron a los austriacos en 1859. En la misma época los territorios alemanes vivían experiencias similares. Desde 1815, tras la caída de Napoleón, el Congreso reunido en Viena para restaurar las viejas monarquías absolutistas integró a los alemanes a la Confederación del Rin, encabezada por el Imperio Austro-Húngaro, Prusia se convirtió en impulsora del nacionalismo alemán en el Imperio. Cuando Guillermo I fue coronado rey de Prusia, en 1861, resolvió formar un poderoso ejército. Guillermo convocó al príncipe Otto von Bismarck para que fuera jefe de gobierno. Bismarck unificó el país.
Revolución francesa
En 1715 falleció Luis XIV y lo sucedió en el trono su bisnieto Luis XV, quien tenía cinco años, motivo por el cual quedó en manos de un Consejo de Regencia presidido por Felipe de Orleans. Sólo a partir de los 15 años, Luis XV comenzó a dirigir personalmente el destino de su nación. El país intervino en la Guerra de Sucesión de Polonia, en la de Sucesión de Austria y en la de los Siete Años, contra Prusia y Gran Bretaña. La situación financiera de Francia se agravaba aceleradamente por los gastos que generaban las guerras y la vida suntuosa de la Corte. A su muerte en 1774, Luis XV fue sucedido por Luis XVI, su nieto. Éste se casó con la archiduquesa de Austria, María Antonieta, quien contribuyó con su vida licensiosa a la decadencia del reino. Francia pasaba por su pero momento económico. Su intervención en la guerra por la independencia de los Estados Unidos de América, las malas cosechas y el peso de los impuestos sobre todos los habitantes precipitaron los acontecimientos que generarían la Revolución. Ante la imposibilidad de implantar reformas, Luis XVI convocó a los Estado Generales, integrados por los tres grandes estamentos sociales: el clero, la nobleza y la burguesía. En su discurso el rey no respondió a los intereses de los convocados. En consecuencia, la burguesía se alió con un sector de la Iglesia y se reunieron en Asamblea General. El 9 de julio le dieron el nombre de Constituyente y ordenaron la redacción de una Constitución.
Sucesos de la Revolución
Con el objeto de mostrar su descontento y rebelarse contra los privilegios, el despilfarro y el desgobierno que caracterizaban el mandato de Luis XVI, el 14 de julio de 1789 el pueblo francés tomó La Bastilla (fuerte real que funcionaba como cárcel), símbolo de la monarquía absoluta. Con este acto se inició la revolución Francesa. Un mes más tarde se abolieron los privilegios señoriales y el 27 de agosto se proclamó la Declaración de los Derechos del Hombre y del Ciudadano. De este modo quedaron establecidos los fines de la Revolución: en el orden político, desapareció la idea de monarquía absoluta, que fue reemplazada por la de monarquía constitucional; en el ámbito social, la igualdad ante la ley reglamentó la convivencia de todos los hombres; y, en el plano económico, la abolición de los privilegios de la Corte permitió una distribución más justa de la riqueza.
Derechos del hombre y del ciudadano
La Asamblea comenzó la redacción de los derechos del hombre considerando la convivencia en sociedad y el bienestar de todos. Los tres principios básicos establecidos en la Declaración fueron los de libertad, igualdad y justicia. También se instituyeron los derechos a la seguridad y resistencia a la opresión, como facultades naturales e imprescindibles del hombre, y quedó establecida la libertad de comunicación oral, escrita o de prensa y su reglamentación por las leyes respectivas, así como la libertad religiosa.
Caída de Luis XVI y la República
En septiembre de 1791, la Asamblea instauró por medio de la Constitución el régimen de monarquía parlamentaria. De este modo apareció la división de poderes en la organización del Estado: el Ejecutivo, a cargo del rey, el Legislativo, constituido por una Asamblea, y el Judicial, a cargo de magistrados. Los revolucionarios sospecharon que el monarca tramaba traicionarlos. Lo enjuiciaron y condenaron a muerte. El 21 de enero de 1793 Luis XVI fue guillotinado en la Plaza de la Revolución y días después corrió la misma suerte su esposa.
La Convención que sustituyó a la Asamblea Legislativa el 21 de septiembre de 1792 estuvo dividida en tres partidos: la derecha, representada por los girondinos, la izquierda, dominada por los jacobinos, y el centro, conocido también con los nombres de llanura o pantano, que constituía la mayoría.
Las disputas internas terminaron con la caída de los girondinos y el monopolio del poder en manos de los jacobinos, cuyas figuras más destacadas fueron Marat y Robespierre.
Napoleón Bonaparte
Una de las figuras más discutidas de la historia moderna es, sin duda, Napoleón Bonaparte. Nombrado general a los 24 años y emperador a los 35, fue para muchos uno de los estrategias más grandes de la historia.
Francia y las conquistas
En 1792, Francia anexó Bélgica y parte de la actual Alemania. Para detener el avance francés, en 1793, Gran Bretaña formó la Primera Coalición, en la que intervinieron, además, España, Portugal, los Estados Alemanes, Holanda, Austria, Prusia, Nápoles y Cerdeña. El ataque conjunto dejó a Francia en situación de peligro su gobierno movilizó a toda la nación y reclutó para sus ejércitos 700 000 hombres. Entre 1793 y 1794 Francia logró la incorporación de Holanda como república aliada, recuperó Bélgica, territorio perdido en 1793 ante la Coalición, y ocupó Tolón, ciudad francesa que habían tomado británicos y españoles. En este hecho tuvo participación Napoleón Bonaparte, y este triunfo le valió el ascenso a general. Los integrantes de la Coalición firmaron la paz por separado: Holanda, mediante el Pacto de La Haya, y Prusia, varios Estados Alemanes y España, por el Tratado de Basilea, en 1795.
Directorio y el Consulado
Debido a una inadecuada política frente al resto de Europa se formó la Segunda Coalición, constituida por Rusia, Turquía, Austria, Nápoles y Gran Bretaña. En esta etapa Napoleón Bonaparte se presentó como la figura ideal para recuperar los principios de la Revolución. Con su apoyo se derrocó al Directorio y se constituyó un gobierno provisorio formado por el mismo Napoleón, Sieyés y Ducos, hasta que se organizó definitivamente el Consulado, integrado por tres miembros: Napoleón, Cambaceres y Lebrún. Durante este gobierno, el primer cónsul, cargo que ocupó Napoleón, tenía el poder casi absoluto, y los otros dos actuaban como consultivos.
Napoleón en el escenario militar
Francia tenía enemigos en varios frentes: Austria, Gran Bretaña, Cerdeña y los Estados Italianos. La misión de Napoleón era avanzar sobre Italia. La ocupación de Piamonte y Milán, le rendición de Mantua y su poder sobre Lombardía lo llevaron al dominio de todo el norte italiano. El paso siguiente fue Viena. Cerca de la ciudad, Francisco II, el emperador de Austria, le envió delegados para firmar el acuerdo de paz, que se realizó el 17 de octubre de 1797 con el nombre de Tratado de Campo Formio. Gran Bretaña persistía en su lucha contra Francia, y el Directorio consideró importante invadir las islas. Napoleón optó, en cambio, por atacar a los británicos a través de sus posesiones en Egipto. La flota británica atacó a la armada francesa en Abukir. Napoleón se vio obligado a replegar sus tropas en Egipto, mientras él volvía a Francia. Apenas asumió como cónsul, debió luchar contra la Segunda Coalición.
Después de victoriosos enfrentamientos firmó tratados de paz con Austria y Gran Bretaña. El 2 de agosto de 1802 el Senado lo nombró cónsul vitalicio con el derecho a nombrar sucesor. Dos años más tarde, le otorgó el título de emperador de los franceses.
Imperio Napoleónico
El Imperio tuvo una duración de 10 años, en los cuales Napoleón ejerció el poder absoluto. Durante este período debió enfrentar cuatro coaliciones más. La Tercera estuvo constituida por Gran Bretaña, Austria y Prusia.
El ejército napoleónico triunfó sobre los austríacos en la batalla de Ulm y sobre éstos y los rusos en la batalla de Austerlitz, por lo cual Francisco II, emperador de Austria, firmó la paz mediante el Tratado de Presburgo. Napoleón puso a sus hermanos al frente de los territorios conquistados. España nunca se resignó a la invasión francesa y participó de la Quinta Coalición con Austria y Gran Bretaña. Napoleón venció en julio a los austríacos en la batalla de Wagram, firmó la paz de Viena y llegó a Moscú, donde fue detenido por el crudo invierno ruso, que hizo estragos entre sus hombres.
Fue derrotado en Leipzig en 1813 y en 1815 en Waterloo. Allí fue prisionero de los británicos, que lo confinaron a la isla de Santa Elena, donde permaneció hasta su muerte en 1821.
Movimiento emancipador americano
En la segunda mitad del siglo XIX los europeos luchaban por la abolición de las monarquías y la instauración de repúblicas con autoridades elegidas por el pueblo. Simultáneamente, en América, la población de las colonias estaba preparada para independizarse de sus conquistadores, elegir sus propios gobiernos y organizar sus instituciones políticas. En cada colonia, la gesta emancipadora tuvo características propias por su geografía y su idiosincrasia.
Antecedentes
La independencia de los Estados Unidos es considerada el antecedente inmediato que entusiasmó a los patriotas sudamericanos con deseos de emancipación. La guerra iniciada por los colonos culminó con la capitulación de los británicos en Yorktown, el 19 de octubre de 1781. El día de la independencia fue el 4 de julio de 1776, porque en ese día el Congreso de Filadelfia había aprobado la Declaración de Principios redactada por Thomas Jefferson.
En 1780, y muy lejos de allí, José Gabriel Condorcanqui, un descendiente de los incas, que había adoptado el nombre de Túpac Amaru, encabezó una sublevación en el sudoeste del Perú que alcanzó amplias repercusiones en los territorios que actualmente ocupan Colombia, Bolivia, Ecuador, Chile y parte de la Argentina. Los revolucionarios, que no estaban preparados militarmente, fueron derrotados en el Cusco por tropas enviadas desde Lima. Túpac Amaru fue atado a cuatro caballos, descuartizado, y su figura se convirtió en un emblema de los movimientos por la independencia sudamericana. Por otra parte, los habitantes del Virreinato del Nuevo Reino (hoy Colombia) habían sufrido un aumento de impuestos que los impulsó a un levantamiento. Este fue encabezado por los comuneros de la zona del Socorro, ubicada en el centro-norte colombiano, en la actual provincia de Santander, en 1779, y constituyó la primera manifestación emancipadora de esa región, pero fue reprimido.
Los movimientos independentistas habían comenzado en 1661 hacia el sur, en el actual territorio de Bolivia. A partir de 1776 las sublevaciones nacionalistas se hicieron más frecuentes, cuando la Audiencia de Charcas fue anexada al Virreinato del Río de la Plata. El principal levantamiento fue encabezado en 1780 -en coincidencia con la rebelión de Túpac Amaru en Perú- por Tomás Catari, y siguieron los de las ciudades de Charcas, Oruro, Cochabamba y La Paz. A pesar de ser derrotados por las fuerzas españolas, estos levantamientos sentaron un importante antecedente en la lucha por la independencia.
Independencias americanas
En Buenos Aires, el Cabildo Abierto del 22 de mayo de 1810 precipitó la Revolución de Mayo y la instauración de la Primera Junta de Gobierno. Estos acontecimientos desembocaron en la independencia del Paraguay. En la actual República Argentina, los acontecimientos de Mayo condujeron a la Declaración de la Independencia en San Miguel de Tucumán, el 9 de julio de 1816. Una situación diferente se planteó en la República Oriental del Uruguay. Tras años de combates y alianzas, un grupo de patriotas encabezados por Juan Antonio Lavalleja declaró la independencia del país, el 25 de agosto de 1825. En 1815 Brasil fue unido al reino de Portugal hasta que el regente Pedro declaró la independencia el 7 de septiembre de 1822. Bolivia se independizó en Chuquisaca el 6 de agosto de 1825.
San Martín y Bolivar
Los principales protagonistas de las luchas emancipadoras fueron el argentino José de San Martín y el venezolano Simón Bolívar. Ambos trabajaron de común acuerdo y pactaron en Guayaquil, el 26 de julio de 1822, la protección de los países americanos.
Siglo XIX en Europa
A lo largo del siglo XIX dos situaciones produjeron en Europa una profunda transformación social, económica y cultural: la Revolución Industrial y las luchas revolucionarias antimonárquicas.
Revolución Industrial
Los descubrimientos científicos de los siglos XVII y XIX y su contribución al desarrollo de la técnica constituyeron las bases de los que los historiadores denominaron Revolución Industrial. Ésta puede dividirse en dos etapas. En la primera de las etapas se destaca como elemento fundamental la máquina de vapor, que, perfeccionada en 1769 por el ingeniero escocés James Watt, permitió al inglés Cartwright, en 1785, y al francés Jacquard, en 1801, desarrollar y perfeccionar el telar mecánico. Estos avances se tradujeron en una transformación sustancial de la economía y de la sociedad que tuvo su centro en Gran Bretaña. En 1803, el estadounidense Fulton construyó el primer buque de vapor, y en 1814 el británico Stephenson ideó la primera locomotora impulsada por una máquina similar a la de Watt. El desarrollo de estos medios de transporte agilizó el traslado de los nuevos productos a mercados más distantes. Al mismo tiempo, facilitó la llegada de las materias primas que eran necesarias para la industria. El algodón, por ejemplo, se importó en Egipto y de la India. El ejemplo de Gran Bretaña pronto fue seguido por otras naciones de Europa y América, entre las que se destacaron Francia, Prusia y los Estados Unidos.
La segunda fase de la Revolución Industrial estuvo relacionada con el procedimiento de producción de acero por inyección de aire, concebido en 1856 por el inglés Henry Bessemer, y con los avances logrados en el control y la aplicación de la energía eléctrica. Las transformaciones técnicas e industriales produjeron una serie de efectos, como una mayor acumulación de capital, el surgimiento del salario como modo dominante de la retribución del trabajo, el incremento de las desigualdades en la distribución del ingreso y una mayor expansión del consumo y del comercio internacional. En materia social, la Revolución Industrial provocó una intensa corriente migratoria del campesinado a las ciudades, con el objetivo de obtener salarios fijos pagados por los industriales. La aspiración de obtener mejores remuneraciones, más acordes con las necesidades, y condiciones más justas de trabajo derivó en movimientos de protesta y huelgas. Condujeron, además, la formación de partidos políticos y organizaciones sindicales que defendieron la causa de los obreros.
Ideal nacionalista
A mediados del siglo XIX surgieron en Europa las ideas nacionalistas, a la vez que se hicieron manifiestas las luchas por el desarrollo de las democracias. Por este motivo estallaron revoluciones con ideales de libertad. Entre ellas cabe mencionar la revolución de 1848 en Francia, contra el monarca Luis Felipe I, y los procesos de unificación vividos por Italia y Alemania.
Los principios nacionalistas fueron apoyados por los intelectuales. La persecución de los monarcas que gobernaban los estados italianos obligó a los ideólogos a agruparse en sociedades secretas. Todos estos revolucionarios apoyaban al único reino que tenía un régimen constitucional: el de Cerdeña y Piamonte. En 1852 el rey de Cerdeña, Victor Manuel II, confió el cargo de jefe de gobierno a Camilo Benso, conde de Cavour, auténtico artífice de la unidad italiana. Con el apoyo de Francia, las tropas sardas vencieron a los austriacos en 1859. En la misma época los territorios alemanes vivían experiencias similares. Desde 1815, tras la caída de Napoleón, el Congreso reunido en Viena para restaurar las viejas monarquías absolutistas integró a los alemanes a la Confederación del Rin, encabezada por el Imperio Austro-Húngaro, Prusia se convirtió en impulsora del nacionalismo alemán en el Imperio. Cuando Guillermo I fue coronado rey de Prusia, en 1861, resolvió formar un poderoso ejército. Guillermo convocó al príncipe Otto von Bismarck para que fuera jefe de gobierno. Bismarck unificó el país.
La Edad Moderna
El descubrimiento de América, en 1492, o la toma de Constantinopla, capital del Imperio Romano de Oriente, por los turcos, en 1453, son hitos con los que se señala el fin de la Edad Media y el inicio de la Edad Moderna. Sin embargo, la transición entre estas dos edades no respondió a un solo hecho histórico sino que fue la consecuencia de múltiples fenómenos. El aumento del poder de los monarcas, un lento avance de la burguesía, las grandes invenciones, el Renacimiento y la Reforma fueron algunos de los acontecimientos que originaron un cambio radical en las instituciones, en las costumbres y, en general, en los diferentes aspectos de la vida.
Transformación económica
El sistema feudal propio del Medioevo, que basaba su economía en la posesión de tierras, se mantuvo en los comienzos del nuevo período. Pero fue decayendo a causa de la acumulación de capital en las nuevas ciudades, originada por diferentes motivos: el surgimiento de nuevas técnicas comerciales; la proliferación de ferias y mercados, donde transportaban sus artículos las corporaciones de mercaderes; los viajes de circunnavegación que expandieron la economía; la intensificación de las industrias y, sobre todo, el trabajo de los artesanos independientes, quienes crearon sus propios talleres y debieron asociarse en gremios para el control de la producción. Este grupo social constituyó el antecedente de la burguesía comercial. Además, con el desarrollo del comercio, una generación de ricos mercaderes y banqueros se convirtió en prestamista de los reyes y de la nobleza y llegó a tener en consecuencia, una importancia fundamental en la sociedad. La masa de dinero en manos de la burguesía, junto con su poderío, trajo un profundo cambio en el orden social.
El sistema feudal propio del Medioevo, que basaba su economía en la posesión de tierras, se mantuvo en los comienzos del nuevo período. Pero fue decayendo a causa de la acumulación de capital en las nuevas ciudades, originada por diferentes motivos: el surgimiento de nuevas técnicas comerciales; la proliferación de ferias y mercados, donde transportaban sus artículos las corporaciones de mercaderes; los viajes de circunnavegación que expandieron la economía; la intensificación de las industrias y, sobre todo, el trabajo de los artesanos independientes, quienes crearon sus propios talleres y debieron asociarse en gremios para el control de la producción. Este grupo social constituyó el antecedente de la burguesía comercial. Además, con el desarrollo del comercio, una generación de ricos mercaderes y banqueros se convirtió en prestamista de los reyes y de la nobleza y llegó a tener en consecuencia, una importancia fundamental en la sociedad. La masa de dinero en manos de la burguesía, junto con su poderío, trajo un profundo cambio en el orden social.
Peste, guerra y hambre
A fines de la Edad Media y principios de la Edad Moderna, Europa se vió convulsionada a causa de enfermedades, hambre e interminables guerras. Entre 1337 y 1453 Inglaterra y Francia se enfrentaron en la Guerra de los Cien Años, cuando Eduardo III de Inglaterra reclamó derechos sobre Normandía. El más grave de los flagelos que azotó a Europa en este período fue la peste negra, que desató en 1348 y produjo la muerte de gran parte de la población del continente. Los sectores más pobres de la sociedad resultaron afectados, además, por el hambre ocasionado por la pérdida de cosechas durante décadas.
A fines de la Edad Media y principios de la Edad Moderna, Europa se vió convulsionada a causa de enfermedades, hambre e interminables guerras. Entre 1337 y 1453 Inglaterra y Francia se enfrentaron en la Guerra de los Cien Años, cuando Eduardo III de Inglaterra reclamó derechos sobre Normandía. El más grave de los flagelos que azotó a Europa en este período fue la peste negra, que desató en 1348 y produjo la muerte de gran parte de la población del continente. Los sectores más pobres de la sociedad resultaron afectados, además, por el hambre ocasionado por la pérdida de cosechas durante décadas.
La consolidación del poder real
Al iniciarse el Renacimiento los señores feudales, reducidos en número por las Cruzadas, las guerras civiles y los sucesivos conflictos europeos, vieron retroceder su poder al tiempo que se consolidaba la autoridad de los monarcas. En España, el casamiento entre Isabel de Castilla y Fernando de Aragón generó un centro de poder que unificó la mayor parte de la península bajo su autoridad. En Francia, finalizada la Guerra de los Cien Años, se produjo también un renacer de la monarquía con Carlos VII. Su hijo, el rey Luis XI, logró quebrar definitivamente el poderío de la nobleza y desbaratar las alianzas feudales. En Inglaterra, el poder de los reyes se vio representado en especial por Enrique VII y Enrique VIII.
Al iniciarse el Renacimiento los señores feudales, reducidos en número por las Cruzadas, las guerras civiles y los sucesivos conflictos europeos, vieron retroceder su poder al tiempo que se consolidaba la autoridad de los monarcas. En España, el casamiento entre Isabel de Castilla y Fernando de Aragón generó un centro de poder que unificó la mayor parte de la península bajo su autoridad. En Francia, finalizada la Guerra de los Cien Años, se produjo también un renacer de la monarquía con Carlos VII. Su hijo, el rey Luis XI, logró quebrar definitivamente el poderío de la nobleza y desbaratar las alianzas feudales. En Inglaterra, el poder de los reyes se vio representado en especial por Enrique VII y Enrique VIII.
La cultura
El pensamiento medieval, para el cual Dios y la religión constituían el fundamento de todas las cosas, fue abandonado en la nueva época por una concepción antropocéntrica, en la que el centro del mundo era hombre. Los conflictos entre los monarcas europeos y el papa, con la consecuente influencia de los primeros sobre la Iglesia y el surgimiento de movimientos considerados heréticos, contribuyeron a modificar el espíritu religioso medieval. Esto generó un cambio radical en el mundo cultural y filosófico de la época. Resurgió el interés por la Antigüedad griega y latina, pues se vio allí el ideal de belleza y sabiduría, y el hombre ocupó el lugar central del movimiento cultural que surgió en el siglo XV, el Renacimiento.
El pensamiento medieval, para el cual Dios y la religión constituían el fundamento de todas las cosas, fue abandonado en la nueva época por una concepción antropocéntrica, en la que el centro del mundo era hombre. Los conflictos entre los monarcas europeos y el papa, con la consecuente influencia de los primeros sobre la Iglesia y el surgimiento de movimientos considerados heréticos, contribuyeron a modificar el espíritu religioso medieval. Esto generó un cambio radical en el mundo cultural y filosófico de la época. Resurgió el interés por la Antigüedad griega y latina, pues se vio allí el ideal de belleza y sabiduría, y el hombre ocupó el lugar central del movimiento cultural que surgió en el siglo XV, el Renacimiento.
Inventos y descubrimientos
La Edad Moderna tuvo como principal característica el gran interés del hombre por crear y descubrir. Fue la era de los grandes inventos que encarrilaron la historia en un camino de progreso constante.
La Edad Moderna tuvo como principal característica el gran interés del hombre por crear y descubrir. Fue la era de los grandes inventos que encarrilaron la historia en un camino de progreso constante.
La brújula, la imprenta y la pólvora
Durante la Antigüedad y el Medioevo los navegantes y viajeros encontraban serias dificultades de orientación en los días nublados, ya que sólo eran guiados por el Sol o las estrellas. Los chinos y los árabes conocían desde hacía tiempo las propiedades de una aguja imantada para señalar el norte magnético, pero no habían encontrado la manera de darle un uso práctico. Fue Flavio Gioia, un navegante italiano de Amalfi, quien, en el siglo XIV, tuvo la idea de montar la aguja sobre un eje que le permitía girar libremente. Gioia encerró estos elementos en una caja a la que llamó bussola, palabra que se tradujo al castellano como brújula.
Durante la Antigüedad y el Medioevo los navegantes y viajeros encontraban serias dificultades de orientación en los días nublados, ya que sólo eran guiados por el Sol o las estrellas. Los chinos y los árabes conocían desde hacía tiempo las propiedades de una aguja imantada para señalar el norte magnético, pero no habían encontrado la manera de darle un uso práctico. Fue Flavio Gioia, un navegante italiano de Amalfi, quien, en el siglo XIV, tuvo la idea de montar la aguja sobre un eje que le permitía girar libremente. Gioia encerró estos elementos en una caja a la que llamó bussola, palabra que se tradujo al castellano como brújula.
Otro elemento que revolucionó el mundo de la época fue la pólvora, inventada por los chinos. Desde tiempos remotos este pueblo fabricaba fuegos artificiales con una mezcla de carbón, azufre y salitre pulverizado. En el siglo XIII el filósofo y teólogo inglés Roger Bacon hizo conocer esta fórmula en Europa, donde rápidamente fue utilizada con fines bélicos. Se inventaron las bombardas y culebrinas y los arcabuces. La imprenta y el papel son dos inventos que culminan una larga historia iniciada en la antigua ciudad de Pérgamo, actual Bergama, en el Asia Menor. Allí se producía el pergamino, antecedente del papel, fabricado con cuero de oveja tratado para que se pudiera escribir sobre él. El papel se hacía en China desde el siglo X, cuando los árabes lo introdujeron en España después de sus viajes al Lejano Oriente. La imprenta, perfeccionada por Johann Gutenberg, hizo uso del papel para la producción en serie de libros que llegaron a toda la sociedad.
Gutenberg ideó moldes de metal con letras en relieve, que podían moverse y utilizarse muchas veces, a diferencia de las piezas originales del siglo XI, que eran de madera. Una aleación de plomo y antimonio bastó para construir los tipos o letras y poner en funcionamiento la imprenta moderna. La primera obra impresa fue la Biblia, publicada en 1457. Antes de que finalizara el siglo ya había un millar de imprentas esparcidas por Europa.
Guerras desconocidas
Cuando Constantinopla cayó en poder de los turcos en 1453 se hizo difícil para los europeos el acceso a tierras orientales a través del Mediterráneo y el Mar Negro. Las joyas, sedas y especias que llegaban desde allí debieron ser buscadas por otra ruta. Uno de los viajeros que había llevado a Europa noticias de aquellos territorios lejanos fue Marco Polo, navegante veneciano del siglo XIII, que pasó a ser prisionero de guerra luego de una batalla entre Venecia y Génova. En la cárcel escribió las memorias de sus viajes en un libro llamado El libro de Marco Polo o El libro de las maravillas del mundo.
Cuando Constantinopla cayó en poder de los turcos en 1453 se hizo difícil para los europeos el acceso a tierras orientales a través del Mediterráneo y el Mar Negro. Las joyas, sedas y especias que llegaban desde allí debieron ser buscadas por otra ruta. Uno de los viajeros que había llevado a Europa noticias de aquellos territorios lejanos fue Marco Polo, navegante veneciano del siglo XIII, que pasó a ser prisionero de guerra luego de una batalla entre Venecia y Génova. En la cárcel escribió las memorias de sus viajes en un libro llamado El libro de Marco Polo o El libro de las maravillas del mundo.
Portugueses y españoles
Las historias del viajero veneciano se sumaron a la necesidad de conseguir los productos orientales y al ansia aventurera de muchos europeos. Portugueses, españoles, ingleses y franceses se embarcaron en busca de aventuras y riquezas, casi siempre sin saber con qué se encontrarían.
Las historias del viajero veneciano se sumaron a la necesidad de conseguir los productos orientales y al ansia aventurera de muchos europeos. Portugueses, españoles, ingleses y franceses se embarcaron en busca de aventuras y riquezas, casi siempre sin saber con qué se encontrarían.
Un príncipe de Portugal llamado Enrique el Navegante fue, a comienzos del siglo XV, el principal impulsor de la búsqueda de nuevas rutas, que organizó mediante la fundación de la escuela de Sagres, donde se instruía a pilotos y cartógrafos. Los marinos portugueses navegaron por las costas de África con la esperanza de hallar un camino hacia Oriente. En su recorrido fueron dando nombres a distintos accidentes geográficos, como los cabos Bajador, Blanco y Verde. En 1487, Bartolomé Días fue arrastrado hacia el océano Índico por una tempestad, y a su regreso dio nombre al cabo de Buena Esperanza. Una década más tarde, por el mismo camino, Vasco da Gama arribó a Calcuta y Pedro Álvarez Cabral, en 1520, llegó a las costas de Brasil.
Ante el avance de Portugal hacia tierras de ultramar, la Corona española no quiso quedarse rezagada. Una vez finalizada la expulsión de los árabes a principios de 1492, España encaró grandes emprendimientos cuyo protagonista más notable fue el marino genovés Cristóbal Colón. Sus naves partieron del puerto de Palos el 3 de agosto de ese mismo año con un grupo de marinos y aventureros. El 12 de octubre de 1492 Colón y su tripulación llegaron a la isla de Guanahaní, en el archipielago de las Lucayas (Bahamas). Colón le dio el nombre de San Salvador y llamó indios a sus habitantes, convencido de haber llegado a las Indias.
Civilizaciones Prehispánicas
Antes de la llegada de los europeos, a fines del siglo XV, vivían en América distintas civilizaciones. Las más importantes por su cultura y su organización fueron la sociedad maya (en los actuales territorios de México, Guatemala, Honduras y Belice), la azteca (en México) y la inca (en Perú y Bolivia).
Los mayas
El pueblo maya ocupaba unos 325 000 kilómetros cuadrados, distribuidos en los actuales territorios de Yucatán, Campeche, Tabasco y Chiapas, en México, y parte de Guatemala, Honduras y Belice. La historia de este pueblo abarca tres grandes períodos: la época premaya, el Viejo Imperio y el Nuevo Imperio. El período premaya va desde 3000 a.C. hasta 317 d.C., época en que se desarrollaron tareas agrícolas y de alfarería, se inventó el calendario y se ideó una escritura jeroglífica.
El Viejo Imperio, que va desde 317 hasta 1007, se subdivide en tres etapas: de 317 a 633 los mayas construyeron monumentos de piedra, fabricaron cerámicas policromas y levantaron ciudades las ciudades Uaxactum, Tikal y Copán; desde 633 hasta 731 se perfeccionó la cerámica y se contruyeron tempos; de 731 a 1007 los mayas vivieron su Edad de Oro, que se manifestó en la escultura de Palenque, Yaxchitlán y Piedras Negras.
En 1007 se fundó el Nuevo Imperio, en el norte de la península de Yucatán, a donde los mayas emigraron posiblemente por razonez climáticas, invasiones o pestes. La primera etapa de este régimen se extendió hasta 1184, cuando las poblaciones de Chichén Itzá, Mayapán y Uxmal se unieron en la Liga de Mayapán. Entre 1204 y 1441 Chichén Itzá fue denominada por Mayapán, que impuso su hegemonía con el auxilio de guerreros mexicanos.
Entre 1461 y 1697 se registró la decadencia del Imperio Maya, debido al abandono de ciudades, guerras internas y epidemias, que se habían intensificado desde la conquista española de Yucatán a partir de 1540.
Una sociedad organizada
Los mayas se organizaban en cuatro clases sociales: los nobles, los sacerdotes, el pueblo y los esclavos. Los nobles constituían la clase dirigente, de la cual provenían jefes u gobernadores. Los sacerdotes se encargaban de los ritos religiosos y de mantener y aumentar las expresiones culturales. El pueblo conformaba la clase trabajadora, que se ocupaba de la agricultura y de la construcción de edificios y ciudades. Los esclavos eran prisioneros de guerra destinados a los trabajos más duros; podían ser comprados y vendidos como mercancía. El pueblo maya se agrupaba en ciudades-Estado, gobernadas por un jefe al que secundaba un consejo superior. Las familias emparentadas entre sí formaban clanes cuya autoridad mayor era el padre o Yum. Habitaban en aldeas y eran dueños en común de una fracción de tierra. La población, agrupada de esa manera, constituyó la base de una confederación regida por un consejo de ancianos con sede en la ciudad de Mayapán.
Los mayas no sólo se ocuparon de la agricultura sino que también se destacaron como tejedores y tintoreros, fueron alfareros y trabajaron metales preciosos, cobre y bronce para fabricar sus joyas, armas y diversos utensilios. En sus pinturas y esculturas en alto y bajo relieve, utilizaban la naturaleza como fuente de inspiración. La arquitectura maya, por su parte, tuvo sus manifestaciones más sublimes en los templos piramidales y palacios cuadrangulares de ciudades como Chichén Itzá, Uxmal, Palenque y Copán, que se levantaban sobre colinas. También fueron encontradas ruinas de una construcción religiosa llamada El Caracol, que cumplió la función de observatorio astronómico, y edificaciones dedicadas al juego de pelota, que consideraban sagrado.
Religión y astronomía
Los mayas era politeístas; sus dioses, representaciones de las fuerzas naturales, luchaban en una confrontación eterna entre el bien y el mal. Según consta en ilustraciones encontradas en templos y tumbas, en los ritos fúnebres se incluían sacrificios humanos, ofrecidos a las divinidades para evitar sequías o inundaciones.
Dos siglos antes de la llegada de los españoles, los mayas fueron hábiles astrónomos: idearon un calendario solar de 365 días y otro lunar, de 260.
Los Aztecas
En el siglo XII de la era cristiana, al occidente de América Central, desde las tierras que hoy forman parte del oeste mexicano, una de las más grandes civilizaciones americanas comenzó una peregrinación que le demandaría dos siglos: eran los aztecas o mexicas.
Etapas históricas
Los aztecas iniciaron la migración desde su espacio geográfico primitivo, un islote conocido como Aztlán, buscando la señal que les anunciaría dónde asentarse. Uno de los caudillos, Huitziltin, convertido en el dios Huitzilopochtli después de su muerte, les había dicho que deberían establecerse en el lugar donde vieran un águila devorando una serpiente sobre un nopal. En 1325 el pueblo divisó esta señal a orillas del lago Texoco, en el valle de México, y fundó Tenochtitlán. Al comienzo de la etapa del establecimiento, la pequeña comunidad debió luchar para combatir a los enemigos que la rodeaban y subsistir. Sólo con el tiempo lograron el señorío: en 1378 nombraron a su primer rey o tlatoan, Acamipichtli, bajo cuyo reinado se conquistaron los pueblos de Mixquic, Cuitláhuac y Xochimilco, entre otros.
La etapa de esplendor coincide con el gobierno de Moctezuma, de 1440 a 1469. En su reinado, se expandió el territorio hacia el norte, hasta Veracruz, y también hacia el sur. Luego del reinado de tres tlatoani, en 1503 ascendió Moctezuma II Xocoyotzin, a quien le tocó conducir el imperio hasta 1519, cuando cayó prisionero de los españoles. Lo sucedieron Cuitláhuac y Cuauhtémoc. El primero inició la resistencia a la conquista y murió en 1520 de viruela; el segundo condujo heroicamente la defensa hasta la derrota del 13 de agosto de 1521, cuando en pleno florecimiento el Pueblo del Sol -como fueron conocidos los aztecas- vio terminado su apogeo en las ruinas de Tenochtitlán.
La vida en el Imperio
Las diversas tribus que componían el pueblo azteca estaban unidas por lazos de parentesco y por el náhuatl, su lengua común. Se agrupaban en clanes o calpullis. Tenían dos autoridades máximas: un jefe supremo o tlacatechutli, cuyas funciones eran de carácter militar, y un jefe político o cihuacóatl.
La sociedad se dividía en clases que cumplían distintas funciones: la nobleza, el pueblo, los servidores o esclavos y los mercaderes, que constituían un grupo social aparte. El soberano era elegido, por tradición, dentro de una misma familia.
Los restantes títulos nobiliarios no eran de carácter hereditario: se obtenían por las virtudes propias. El pueblo distribuía sus tareas entre el comercio, la joyería, la alfarería, la tejeduría y la actividad guerrera. Los servidores o esclavos eran prisioneros de guerra, hijos vendidos por sus padres o voluntarios. Muchos de ellos eran destinados a los sacrificios humanos que hacían los aztecas en honor a sus dioses. Un grupo social importante fue el de los mercaderes. Sus continuos viajes eran vehículo de la información recogida en lugares remotos del Imperio. Esto los llevó a convertirse en colaboradores de los jefes espías. Los aztecas aplicaban severas sanciones a quienes violaban las leyes, que iban desde la esclavitud y el destierro hasta la muerte por lapidación. La embriaguez era un delito grave, y sólo se permitía beber a ancianos y ancianas.
La economía, por otra parte, se basaba en la agricultura. Para ello utilizaban los jardines flotantes o chinampas. En esas islas comenzaron sus tareas agícolas, que se extendieron a medida que expandían su territorio mediante conquistas guerreras. El valor de las mercaderías se establecía de acuerdo con su grado de escasez. Debido a ello, el jade o las turquesas eran minerales más valiosos que el oro. Si había diferencia de precio entre las mercaderías que intercambiaban, ésta era saldada con semillas de cacao.
Ciencia, arte y religión
Los aztecas desarrollaron una astronomía muy avanzada. Sus conocimientos científicos, conjugados con conceptos mágicos y religiosos, fueron plasmados en la Piedra del Sol, un conjunto de símbolos conocido como calendario azteca. Tenían avanzados conocimientos en arquitectura. Eran politeístas e idólatras. Las ceremonias estaban a cargo de sacerdotes y sacerdotisas. Entre sus muchas divinidades adoraban y temían a dos figuras principales: Huitzilopochtli y Quetzalcóatl.
Los Incas
En los actuales territorios de Perú y Bolivia, en la zona de los Andes centrales, a comienzos del siglo XIII se establecieron los incas.
Cuando llegaron los españoles a comienzos del siglo XVI encontraron el Imperio Inca, que se había desarrollado a partir del siglo XIII. El primer inca emperador fue Manco Cápac, quien estableció la capital de Cusco y fue anexando regiones a su dominio. Cuando llegaron los conquistadores, el Imperio tenía alrededor de 4000 kilómetros de longitud, y las tierras dominadas se extendieron hasta las cercanías del río Maule, en Chile, y el noroeste argentino. Al inca Manco Cápac lo sucedieron trece emperadores más.
El Imperio, llamado Tahuantinsuyo, que significa Imperio de las Cuatro Regiones, estaba dividido en cuatro partes o suyos: Collasuyo (sur), Chinchasuyo (norte), Antisuyo (noreste) y Contisuyo (oeste). Cada suyo estaba constituido por huamanís o provincias, y éstas, a su vez, se dividían en sayas o partes, integradas por determinado número de comunidades familiares denominadas ayllus. Éstas estaban conformadas por familias, unidad primaria de la sociedad. El régimen era monogámico, es decir que cada hombre tenía una sola esposa, mientras que la poligamia era reservada para los funcionarios.
El jefe supremo de la población era el inca, soberano absoluto, hijo del Sol, poseedor del poder humano y divino. Ejercía su mandato, de carácter hereditario, sobre millones de súbditos. Para mantener la pureza de su estirpe se casaba con su hermana mayor o coya, con otras mujeres pertenecientes a la realeza, llamadas pallas, y, por último, con las mamakunas, ajenas a la familia real. El heredero al trono era el hijo elegido por el inca del matrimonio contraído con la hermana. Los descendientes de todos sus casamientos constituían el Consejo de los Orejones, pues sus miembros se agrandaban el lóbulo de las orejas.
Teniendo en cuenta la actividad desarrollada, en la sociedad inca se distinguían los sacerdotes, funcionarios, agricultores, artesanos y esclavos o yanaconas, que tenían a su cargo actividades de servidumbre. Todos los varones estaban obligados a participar de la defensa del Imperio. Para esto, integraban un poderoso ejército armado con arcos, flechas, hachas de bronce y mazas de madera, bronce o piedra. Los pueblos conquistados y anexados al territorio debían aprender la lengua quechua y asimilar las costumbres incaicas. La economía se basaba en la agricultura. Cada familia producía para su consumo interno y para aquellos que no trabajaban la tierra, como los sacerdotes, los guerreros y los funcionarios. Cultivaban en las laderas de las montañas, a las que daban forma de terrazas escalonadas para evitar que el agua de lluvia erosionara la tierra. El riego se efectuaba por medio de una vasta red de acequias y canales. Empleaban el sistema de trueque y aunque no conocían la moneda idearon un método contable denominado quipus. Una vasta red de caminos permitía la comunicación entre las distintas partes del Imperio. Los incas organizaron un eficaz sistema de postas. El servicio dependía de chasquis, mensajeros encargados de transmitir las novedades, que eran elegidos entre los indios más veloces. En el aspecto religioso adoraban a un dios supremo llamado Viracocha, y a otras deidades que representaban la tierra, el mar, los astros y otros fenómenos naturales. En la jerarquía religiosa se encontraba, en primer lugar, el inca o sapay inca; a éste le seguía el jefe religioso, función ejercida por un amauta (persona encargada de transmitir los conocimientos).
Los incas fueron hábiles trabajadores de la piedra, lo que los convirtió en notables maestros de la ingeniería. Además de las terrazas de cultivo, construyeron murallas, fortalezas y canales de riego.
Desde el punto de vista arquitectónico desarrollaron esta expresión en obras como Machu Picchu, hoy centro de peregrinación de investigadores y turistas.
Conquista de México
En el siglo XVI, bajo el gobierno de Carlos V, España comenzó la conquista y colonización del territorio americano, descubierto por Colón a fines del siglo anterior. Una de las etapas más impactantes de la conquista fue la vivida por los aztecas en su territorio.
Por ese tiempo, la isla de Cuba se encontraba bajo el mando del gobernador Diego de Velázquez. Éste envió una expedición a explorar las costas del continente y, al recibir noticias sobre la existencia de un gran imperio, comisionó al hidalgo Hernán Cortés, para dirigir la conquista de esas tierras. A comienzos de 1519 Cortés partió con 11 naves,690 hombres y 16 caballos.
Desembarcó en costas mexicanas, donde fundó la ciudad de Villa Rica de Veracruz, se desligó de la autoridad de Velázquez y se autodenominó capitán general. Las tropas al mando de Pánfilo de Narváez, enviadas por Velázquez para apresarlo al enterarse de la desobediencia, terminaron sumándose a las de Cortés. Éste supo que la población totonaca, tributaria de los aztecas, quería sublevarse. Aprovechó entonces la situación interna del imperio uniendo soldados totonacas -conocedores de la geografía y las costumbres de la región- a sus tropas.
Previsor, el conquistador quemó las naves para evitar la huida de posibles arrepentidos, sumó aborígenes tlaxcaltecas, sometió a los cholultecas y, finalmente, entró en Tenochtitlán. El emperador Moctezuma II, que había intentado conciliar a su pueblo con los españoles, fue tomado como rehén y murió en prisión. Su sucesor, Cuitláhuac, encabezó, el 30 de junio de 1520, la insurrección que Cortés llamaría la Noche Triste de Tenochtitlán, cuyo resultado fue la retirada de las tropas conquistadoras. Tiempo después Cortés se rearmó, recibió tropas de refuerzo enviadas desde Cuba y envió a Narváez, quien sitió Tenochtitlán el 30 de mayo de 1521. La resistencia se extendió hasta el 13 de agosto, día en que la ciudad fue incendiada y murieron miles de aztecas.
Las Tierras de Malinche
Hernán Cortés no sólo tenía el poderío que dan las armas y la sumisión de otras poblaciones americanas adversas al dominio de Moctezuma. Dos factores más le sirvieron de aliados. Uno fue la creencia en la llegada del dios benefactor Quetzalcóatl, que los aztecas aguardaban, por la misma ruta que había traído a los españoles, para esos mismo días, lo cual derivó en una gran confusión. El otro factor que favoreció la conquista fue la existencia de una mujer llamada Malitzin, princesa mexicana que al nacer había sido entregada a una familia de pueblo porque, según una profecía, era portadora de desgracias. Los aborígenes la dieron como obsequio al conquistador. Aprendió rápidamente la lengua española y sirvió de traductora a Cortés, se convirtió en su amante y le dio un hijo, y traicionando a su pueblo condujo al conquistador hacia las cercanías del palacio de Moctezuma. Malitzin fue bautizada Marina por los españoles y llamada Malinche (maldita) en México para siempre.
Conquista de Perú
Hacia 1530 concluyó la conquista de México y comenzó la del Imperio Inca. Los españoles designados para llevarla a cabo partieron de Panamá a las órdenes de Francisco Pizarro, portadores de una capitulación del emperador Carlos V que los autorizaba a conquistar el Perú. Pizarro emprendió la expedición a comienzos de 1531 al frente de 3 naves y 180 hombres, y su compañero Diego de Almagro lo siguió.
La situación política del Imperio Inca era crítica. Había muerto Huayna Cápac y el reino se encontraba dividido después de una guerra por la sucesión al trono entre Huáscar, el heredero legítimo que dirigía el Cuzco, y su hermano Atahualpa, que gobernaba Quito. Atahualpa resultó triunfador y se instaló en Cajamarca, al norte del territorio, después de ordenar la ejecución de Huáscar. Cuando Pizarro llegó el pueblo inca se encontraba en una etapa de decadencia producida por la guerra y las grandes epidemias, lo cual allanó el camino al conquistador. Pizarro llegó al Imperio Inca con la orden real de convertir a la población a la religión católica y con el ansia de hallar una región rica en oro. En noviembre de 1532, los españoles entraron en Cajamarca y atraparon al inca Atahualpa, lo enjuiciaron y mataron en agosto de 1533.
La Reforma
Desde el punto de vista religioso, en los albores del siglo XVI, el continente europeo se encontraba cohesionado por la Iglesia Católica Romana (en Occidente) y la Ortodoxa Griega (en Oriente). La unidad se vio quebrada en 1520, luego de la reforma que inició el monje alemán Martín Lutero. Esta división del catolicismo, conocida como cisma o Reforma Protestante, fue consecuencia de la crisis en la que se encontraba la Iglesia: a la decadencia ética del clero, que vivía en un clima de corrupción, se sumaba el surgimiento de las monarquías absolutistas, que cuestionaban la autoridad papal sobre el Estado. Sin embargo, la causa desencadenante del cisma protestante fue la venta de indulgencias (por las que se obtenía el perdón de los pecados), propiciada por el papa León X, con el objeto de recaudar fondos para construir la Basílica de San Pedro.
Lutero y Calvino
Contra este exceso del poder religioso, Martín Lutero escribió en 1517 las Noventa y Cinco Tesis, en las que expuso, además, una crítica al poder temporal del clero romano. El cuestionamiento luterano se centralizaba en su concepción del libre examen: cada hombre podía interpretar la palabra de Dios implícita en las Sagradas Escrituras. Con tal fin, Lutero realizó la primera traducción de la Biblia al alemán moderno. Suprimió, además, los sacramentos -con excepción del bautismo y la eucaristía-, la veneración de los santos y el culto a la Virgen María. Lutero fue condenado como hereje y expulsado del Imperio por Carlos V.
El emperador emprendió entonces una gestión de conciliación. Convocó una dieta o asamblea que, en 1529, otorgó la libertad religiosa a los reformadores, pero les prohibió extender sus ideas a otros puntos del Imperio. Los príncipes y las ciudades que no aceptaron acatar las resoluciones de la dieta fueron denominados protestantes.
Carlos V convocó una segunda dieta en Augsburgo. Un discípulo de Lutero, Felipe Melanchton, fue el encargado de la redacción de los aspectos centrales de las ideas reformistas. Ese documento fue conocido como Confesión de Augsburgo. La Reforma gestada por Lutero ya había producido una definitiva división entre católicos y protestantes, que causó sangrientas guerras entre ambos bandos. La Iglesia Católica rechazó el texto de Melanchton. Los nobles seguidores de Lutero se reunieron en 1531 en la ciudad de Esmalcada y constituyeron una alianza contra los católicos. En Francia, Juan Calvino expandió sus ideas esenciales en su obra Principios de la religión cristiana, publicada en 1536, cuando ya había sido expulsado del país por causas religiosas y residía en Suiza. En ésta, Calvino exponía su doctrina basándose en la idea de la predestinación, que sostenía que el hombre nace predestinado por Dios a la salvación o a la condena eterna.
A diferencia tanto de la Iglesia como de Lutero, Calvino consideraba que con la consagración sólo se producía una transformación simbólica de la hostia en el cuerpo de Cristo. En 1536, Calvino fue designado gobernante y jefe religioso de la ciudad por los ginebrinos convertidos a sus creencias. Aprovechó esta investidura para establecer un régimen dictatorial destinado a hacer respetar un riguroso código ético.
En Inglaterra, la Reforma adquirió características propias. No fue alentada por una figura del ámbito religioso sino impulsada por su monarca, Enrique VIII. El deseo del rey de divorciarse de Catalina de Aragón para casarse con Ana Bolena y la negativa papal para anular el matrimonio desencadenaron la ruptura entre Enrique VIII y la Santa Sede.
El soberano fundó entonces la Iglesia Anglicana y se hizo proclamar jefe de la Iglesia y del clero de Inglaterra.
La Contrarreforma
Contra los citados movimientos reformistas, el catolicismo decidió recuperar el poder perdido y reorganizar la estructura interna de la Iglesia. Italia y España fueron los lugares en los cuales el clero tomó con mayor compromiso esta tarea. En la Península Ibérica, San Ignacio de Loyola fundó la Compañía de Jesús en 1534. Los jesuitas fueron los pilares de la Contrarreforma.
Europa en los siglos XVI XVII y XVIII
Las transformaciones sufridas por Europa entre los años 1500 y 1800 fueron precedidas por profundos cambios políticos y económicos durante los siglos XIV y XV, al finalizar la Edad Media. Después de gastar gran parte de su patrimonio en las Cruzadas, los señores feudales empobrecidos perdieron poder. El espacio vacante fue ocupado por las monarquías.
Reyes en España
El matrimonio de Fernando de Aragón con Isabel de Castilla y la expulsión de los moros a fines del siglo XV son hechos que condujeron a la unificación de la Península Ibérica. En esa nación europea el poder real aumentó luego del arribo de naves españolas al territorio americano, hasta entonces desconocido.
Luego de la muerte de los reyes Católicos, Carlos V de Habsburgo, emperador de Alemania, heredó el trono español con el nombre de Carlos I.
La incomunicación entre sus posesiones la ambición de Francia sobre ellas, así como el acecho de los turcos sobre Alemania y los escasos recursos que se obtenían de las colonias americanas decidieron a Carlos V a abdicar en favor de su hijo, Felipe II. Éste heredó todas sus posesiones, menos Alemania, que quedó en manos de Fernando, hermano de Carlos V. En 1555 Felipe II concibió la idea de consolidar una España poderosa que se convirtiera en la representante del catolicismo en el mundo. Además, decidió someter a su rival político y religioso: la Inglaterra anglicana. Creó la Armada Invencible, una imponente flota derrotada por las tempestades y los sorpresivos ataques de los avezados marinos ingleses. Felipe II también enfrentó a Inglaterra por sus posesiones en los Países Bajos, lo que derivó en la independencia de Holanda. Luchó contra los turcos, a quienes derrotó en la batalla de Lepanto, sin conseguir expulsarlo del Mediterráneo; reprimió a los calvinistas de Francia y entró en guerra con Portugal, cuyo territorio anexó a España. Al morir Felipe II, sus sucesores no ejercieron el poder de la misma forma. Felipe III, Felipe IV y Carlos II delegaron las cuestiones de gobierno a distintos favoritos y personajes de la nobleza. Sin dejar heredero, Carlos II testó a favor de Felipe de Borbón, nieto del rey Luis XIV de Francia. Los sucesivos monarcas, Luis I y Fernando VI, no alcanzaron la importancia de su hermano menor, Carlos III, quien impulsó la economía, reglamentó el trabajo femenino y fomentó la educación superior mediante la creación de distintas academias militares y de ciencias.
Francia y las guerras
A comienzos del siglo XVI, Francia era próspera. El problema religioso se transformó en una lucha política por el poder. Al término de las guerras de religión, Enrique IV, un rey calvinista convertido al catolicismo, accedió al trono francés introduciendo la dinastía de los Borbones en Francia. Éste logró la pacificación del país, en el que impulsó la agricultura, la construcción, la navegación fluvial y el comercio. Fue sucedido por Luis XIII, que nombró jefe del Consejo Real al cardenal Richelieu, defensor del absolutismo, combatió a los protestantes y recortó las prerrogativas de la nobleza. A su muerte. Luis XIII fue sucedido por su hijo Luis XIV. Como éste era menor de edad, su madre nombró primer ministro al cardenal Julio Mazarino, quien siguió el camino trazado por Richelieu.
Cuando Luis XIV llegó a la mayoría de edad asumió el gobierno en carácter de monarca absoluto. La vida dispendiosa de la Corte generó el descontento popular: el pueblo estaba disconforme con la situación económica. Bajo su reinado se ordenó la persecución de los protestantes y se introdujo el mercantilismo como sistema económico. El monarca también intentó tomar territorios que Francia había perdido o que estaban bajo dominio protestante. Para ello se enfrentó con España, Holanda, Alemania, Suecia y Bélgica. A principios del siglo XVIII, cuando asumió el trono Luis XV, bisnieto de Luis XIV, la sociedad francesa estaba dividida entre sectores que gozaban de ventajas (el clero y la nobleza) y otros que se encontraban postergados (la burguesía, los artesanos y los campesinos). De la burguesía, constituida por profesionales y comerciantes enriquecidos, surgieron los ideólogos de la Revolución Francesa.
Independencia de Estados Unidos
La tradicional rivalidad política y económica entre Francia y Gran Bretaña se vio proyectada también en sus colonias. En el territorio americano había una serie de conflictos originados en la rivalidad entre Francia y Gran Bretaña por el dominio de las tierras: las colonias británicas, comandadas por el primer ministro británico William Pitt, entraron en combate contra los establecimientos franceses del norte (Canadá) y del sur (Luisiana), en la Guerra de los Siete Años. Aunque la guerra empobreció las cuentas del reino, favoreció a Gran Bretaña, cuyo triunfo quedó sellado en el Tratado de París, de 1763.
Leyes conflictivas
Debido a esta situación, Gran Bretaña decidió reformular el sistema impositivo colonial. Se estableció el monopolio del comercio marítimo de las colonias a favor de los barcos de bandera británica; el rey Jorge III sancionó leyes tributarias cada vez más exigentes y se aplicaron fuertes impuestos al ingreso de productos como el plomo, el vidrio y el té.
Los colonos se resistieron a obedecer las nuevas leyes argumentando que ellos no habían enviado representantes al Parlamento británico que las había votado. La protesta llegó a su punto álgido en diciembre de 1773, cuando un grupo de colonos quiso impedir el desembarco de té en su territorio. En el día de la Boston Tea Party (Fiesta del Té de Boston), disfrazados de aborígenes pieles rojas asaltaron tres barcos que habían anclado en el puerto de Boston y arrojaron su cargamento al mar. Las tropas británicas dispararon sobre ellos en el episodio que se conoció como Matanza de Boston.
La situación conflictiva con Gran Bretaña era irreversible, de modo que en 1774 representantes de casi todas las colonias, con excepción de Georgia. se reunieron en un Congreso Continental en la ciudad de Filadelfia. Ante la negativa del rey Jorge III a realizar concesiones, los colonos decidieron tomar las armas. En abril de 1775, en el combate de Lexington, cerca de Boston, se enfrentaron las dos fuerzas y resultaron vencedores los colonos. En mayo se reunió el Segundo Congreso Continental, con la participación de las trece colonias, y se proclamó al patriota George Washington como comandante en jefe de los ejércitos americanos. Esta situación se prolongó entre 1775 y 1783.
4 de julio de 1776
Mientras se sucedían los combates, las colonias habían formado gobiernos independientes que desconocían la autoridad real. El 7 de junio de 1776 Richard Lee, delegado de Virginia, presentó al Congreso de Filadelfia un proyecto de Declaración de Independencia. La comisión redactora de ese proyecto estuvo encabezada por Thomas Jefferson. El 4 de julio, el Congreso aprobó la declaración que consagraba la independencia de los Estados Unidos de Norteamérica bajo la consigna de que no existía un gobierno sin el consentimiento de los gobernados por la sola voluntad de éstos. Gran Bretaña continuó con el envío de refuerzos para sus tropas, pero cuatro años después los británicos se rindieron. El 3 de septiembre de 1783 se firmó en Versalles el tratado de paz por el cual Gran Bretaña reconocía la independencia y soberanía de los Estados Unidos. En mayo de 1787 se reunió una Convención Constituyente que aprobó una Constitución que sería modelo de otras leyes fundamentales del continente. Esta carta fijó la fecha de las primeras elecciones para 1789, de las que resultó triunfadora la fórmula presidencial integrada por George Washington y John Adams.
Dos tendencias surgieron a la hora de redactar la Constitución. Los federalistas deseaban la formación de un gobierno federal centralizado, y los republicanos apuntaban a estados más independientes. Finalmente, la Carta Magna resumió las ideas de los convencionales. La política exterior, la defensa y el comercio con otros países quedarían bajo la órbita de un gobierno federal, pero los estados ejercerían su soberanía.
Por ese tiempo, la isla de Cuba se encontraba bajo el mando del gobernador Diego de Velázquez. Éste envió una expedición a explorar las costas del continente y, al recibir noticias sobre la existencia de un gran imperio, comisionó al hidalgo Hernán Cortés, para dirigir la conquista de esas tierras. A comienzos de 1519 Cortés partió con 11 naves,690 hombres y 16 caballos.
Desembarcó en costas mexicanas, donde fundó la ciudad de Villa Rica de Veracruz, se desligó de la autoridad de Velázquez y se autodenominó capitán general. Las tropas al mando de Pánfilo de Narváez, enviadas por Velázquez para apresarlo al enterarse de la desobediencia, terminaron sumándose a las de Cortés. Éste supo que la población totonaca, tributaria de los aztecas, quería sublevarse. Aprovechó entonces la situación interna del imperio uniendo soldados totonacas -conocedores de la geografía y las costumbres de la región- a sus tropas.
Previsor, el conquistador quemó las naves para evitar la huida de posibles arrepentidos, sumó aborígenes tlaxcaltecas, sometió a los cholultecas y, finalmente, entró en Tenochtitlán. El emperador Moctezuma II, que había intentado conciliar a su pueblo con los españoles, fue tomado como rehén y murió en prisión. Su sucesor, Cuitláhuac, encabezó, el 30 de junio de 1520, la insurrección que Cortés llamaría la Noche Triste de Tenochtitlán, cuyo resultado fue la retirada de las tropas conquistadoras. Tiempo después Cortés se rearmó, recibió tropas de refuerzo enviadas desde Cuba y envió a Narváez, quien sitió Tenochtitlán el 30 de mayo de 1521. La resistencia se extendió hasta el 13 de agosto, día en que la ciudad fue incendiada y murieron miles de aztecas.
Las Tierras de Malinche
Hernán Cortés no sólo tenía el poderío que dan las armas y la sumisión de otras poblaciones americanas adversas al dominio de Moctezuma. Dos factores más le sirvieron de aliados. Uno fue la creencia en la llegada del dios benefactor Quetzalcóatl, que los aztecas aguardaban, por la misma ruta que había traído a los españoles, para esos mismo días, lo cual derivó en una gran confusión. El otro factor que favoreció la conquista fue la existencia de una mujer llamada Malitzin, princesa mexicana que al nacer había sido entregada a una familia de pueblo porque, según una profecía, era portadora de desgracias. Los aborígenes la dieron como obsequio al conquistador. Aprendió rápidamente la lengua española y sirvió de traductora a Cortés, se convirtió en su amante y le dio un hijo, y traicionando a su pueblo condujo al conquistador hacia las cercanías del palacio de Moctezuma. Malitzin fue bautizada Marina por los españoles y llamada Malinche (maldita) en México para siempre.
Conquista de Perú
Hacia 1530 concluyó la conquista de México y comenzó la del Imperio Inca. Los españoles designados para llevarla a cabo partieron de Panamá a las órdenes de Francisco Pizarro, portadores de una capitulación del emperador Carlos V que los autorizaba a conquistar el Perú. Pizarro emprendió la expedición a comienzos de 1531 al frente de 3 naves y 180 hombres, y su compañero Diego de Almagro lo siguió.
La situación política del Imperio Inca era crítica. Había muerto Huayna Cápac y el reino se encontraba dividido después de una guerra por la sucesión al trono entre Huáscar, el heredero legítimo que dirigía el Cuzco, y su hermano Atahualpa, que gobernaba Quito. Atahualpa resultó triunfador y se instaló en Cajamarca, al norte del territorio, después de ordenar la ejecución de Huáscar. Cuando Pizarro llegó el pueblo inca se encontraba en una etapa de decadencia producida por la guerra y las grandes epidemias, lo cual allanó el camino al conquistador. Pizarro llegó al Imperio Inca con la orden real de convertir a la población a la religión católica y con el ansia de hallar una región rica en oro. En noviembre de 1532, los españoles entraron en Cajamarca y atraparon al inca Atahualpa, lo enjuiciaron y mataron en agosto de 1533.
La Reforma
Desde el punto de vista religioso, en los albores del siglo XVI, el continente europeo se encontraba cohesionado por la Iglesia Católica Romana (en Occidente) y la Ortodoxa Griega (en Oriente). La unidad se vio quebrada en 1520, luego de la reforma que inició el monje alemán Martín Lutero. Esta división del catolicismo, conocida como cisma o Reforma Protestante, fue consecuencia de la crisis en la que se encontraba la Iglesia: a la decadencia ética del clero, que vivía en un clima de corrupción, se sumaba el surgimiento de las monarquías absolutistas, que cuestionaban la autoridad papal sobre el Estado. Sin embargo, la causa desencadenante del cisma protestante fue la venta de indulgencias (por las que se obtenía el perdón de los pecados), propiciada por el papa León X, con el objeto de recaudar fondos para construir la Basílica de San Pedro.
Lutero y Calvino
Contra este exceso del poder religioso, Martín Lutero escribió en 1517 las Noventa y Cinco Tesis, en las que expuso, además, una crítica al poder temporal del clero romano. El cuestionamiento luterano se centralizaba en su concepción del libre examen: cada hombre podía interpretar la palabra de Dios implícita en las Sagradas Escrituras. Con tal fin, Lutero realizó la primera traducción de la Biblia al alemán moderno. Suprimió, además, los sacramentos -con excepción del bautismo y la eucaristía-, la veneración de los santos y el culto a la Virgen María. Lutero fue condenado como hereje y expulsado del Imperio por Carlos V.
El emperador emprendió entonces una gestión de conciliación. Convocó una dieta o asamblea que, en 1529, otorgó la libertad religiosa a los reformadores, pero les prohibió extender sus ideas a otros puntos del Imperio. Los príncipes y las ciudades que no aceptaron acatar las resoluciones de la dieta fueron denominados protestantes.
Carlos V convocó una segunda dieta en Augsburgo. Un discípulo de Lutero, Felipe Melanchton, fue el encargado de la redacción de los aspectos centrales de las ideas reformistas. Ese documento fue conocido como Confesión de Augsburgo. La Reforma gestada por Lutero ya había producido una definitiva división entre católicos y protestantes, que causó sangrientas guerras entre ambos bandos. La Iglesia Católica rechazó el texto de Melanchton. Los nobles seguidores de Lutero se reunieron en 1531 en la ciudad de Esmalcada y constituyeron una alianza contra los católicos. En Francia, Juan Calvino expandió sus ideas esenciales en su obra Principios de la religión cristiana, publicada en 1536, cuando ya había sido expulsado del país por causas religiosas y residía en Suiza. En ésta, Calvino exponía su doctrina basándose en la idea de la predestinación, que sostenía que el hombre nace predestinado por Dios a la salvación o a la condena eterna.
A diferencia tanto de la Iglesia como de Lutero, Calvino consideraba que con la consagración sólo se producía una transformación simbólica de la hostia en el cuerpo de Cristo. En 1536, Calvino fue designado gobernante y jefe religioso de la ciudad por los ginebrinos convertidos a sus creencias. Aprovechó esta investidura para establecer un régimen dictatorial destinado a hacer respetar un riguroso código ético.
En Inglaterra, la Reforma adquirió características propias. No fue alentada por una figura del ámbito religioso sino impulsada por su monarca, Enrique VIII. El deseo del rey de divorciarse de Catalina de Aragón para casarse con Ana Bolena y la negativa papal para anular el matrimonio desencadenaron la ruptura entre Enrique VIII y la Santa Sede.
El soberano fundó entonces la Iglesia Anglicana y se hizo proclamar jefe de la Iglesia y del clero de Inglaterra.
La Contrarreforma
Contra los citados movimientos reformistas, el catolicismo decidió recuperar el poder perdido y reorganizar la estructura interna de la Iglesia. Italia y España fueron los lugares en los cuales el clero tomó con mayor compromiso esta tarea. En la Península Ibérica, San Ignacio de Loyola fundó la Compañía de Jesús en 1534. Los jesuitas fueron los pilares de la Contrarreforma.
Europa en los siglos XVI XVII y XVIII
Las transformaciones sufridas por Europa entre los años 1500 y 1800 fueron precedidas por profundos cambios políticos y económicos durante los siglos XIV y XV, al finalizar la Edad Media. Después de gastar gran parte de su patrimonio en las Cruzadas, los señores feudales empobrecidos perdieron poder. El espacio vacante fue ocupado por las monarquías.
Reyes en España
El matrimonio de Fernando de Aragón con Isabel de Castilla y la expulsión de los moros a fines del siglo XV son hechos que condujeron a la unificación de la Península Ibérica. En esa nación europea el poder real aumentó luego del arribo de naves españolas al territorio americano, hasta entonces desconocido.
Luego de la muerte de los reyes Católicos, Carlos V de Habsburgo, emperador de Alemania, heredó el trono español con el nombre de Carlos I.
La incomunicación entre sus posesiones la ambición de Francia sobre ellas, así como el acecho de los turcos sobre Alemania y los escasos recursos que se obtenían de las colonias americanas decidieron a Carlos V a abdicar en favor de su hijo, Felipe II. Éste heredó todas sus posesiones, menos Alemania, que quedó en manos de Fernando, hermano de Carlos V. En 1555 Felipe II concibió la idea de consolidar una España poderosa que se convirtiera en la representante del catolicismo en el mundo. Además, decidió someter a su rival político y religioso: la Inglaterra anglicana. Creó la Armada Invencible, una imponente flota derrotada por las tempestades y los sorpresivos ataques de los avezados marinos ingleses. Felipe II también enfrentó a Inglaterra por sus posesiones en los Países Bajos, lo que derivó en la independencia de Holanda. Luchó contra los turcos, a quienes derrotó en la batalla de Lepanto, sin conseguir expulsarlo del Mediterráneo; reprimió a los calvinistas de Francia y entró en guerra con Portugal, cuyo territorio anexó a España. Al morir Felipe II, sus sucesores no ejercieron el poder de la misma forma. Felipe III, Felipe IV y Carlos II delegaron las cuestiones de gobierno a distintos favoritos y personajes de la nobleza. Sin dejar heredero, Carlos II testó a favor de Felipe de Borbón, nieto del rey Luis XIV de Francia. Los sucesivos monarcas, Luis I y Fernando VI, no alcanzaron la importancia de su hermano menor, Carlos III, quien impulsó la economía, reglamentó el trabajo femenino y fomentó la educación superior mediante la creación de distintas academias militares y de ciencias.
Francia y las guerras
A comienzos del siglo XVI, Francia era próspera. El problema religioso se transformó en una lucha política por el poder. Al término de las guerras de religión, Enrique IV, un rey calvinista convertido al catolicismo, accedió al trono francés introduciendo la dinastía de los Borbones en Francia. Éste logró la pacificación del país, en el que impulsó la agricultura, la construcción, la navegación fluvial y el comercio. Fue sucedido por Luis XIII, que nombró jefe del Consejo Real al cardenal Richelieu, defensor del absolutismo, combatió a los protestantes y recortó las prerrogativas de la nobleza. A su muerte. Luis XIII fue sucedido por su hijo Luis XIV. Como éste era menor de edad, su madre nombró primer ministro al cardenal Julio Mazarino, quien siguió el camino trazado por Richelieu.
Cuando Luis XIV llegó a la mayoría de edad asumió el gobierno en carácter de monarca absoluto. La vida dispendiosa de la Corte generó el descontento popular: el pueblo estaba disconforme con la situación económica. Bajo su reinado se ordenó la persecución de los protestantes y se introdujo el mercantilismo como sistema económico. El monarca también intentó tomar territorios que Francia había perdido o que estaban bajo dominio protestante. Para ello se enfrentó con España, Holanda, Alemania, Suecia y Bélgica. A principios del siglo XVIII, cuando asumió el trono Luis XV, bisnieto de Luis XIV, la sociedad francesa estaba dividida entre sectores que gozaban de ventajas (el clero y la nobleza) y otros que se encontraban postergados (la burguesía, los artesanos y los campesinos). De la burguesía, constituida por profesionales y comerciantes enriquecidos, surgieron los ideólogos de la Revolución Francesa.
Independencia de Estados Unidos
La tradicional rivalidad política y económica entre Francia y Gran Bretaña se vio proyectada también en sus colonias. En el territorio americano había una serie de conflictos originados en la rivalidad entre Francia y Gran Bretaña por el dominio de las tierras: las colonias británicas, comandadas por el primer ministro británico William Pitt, entraron en combate contra los establecimientos franceses del norte (Canadá) y del sur (Luisiana), en la Guerra de los Siete Años. Aunque la guerra empobreció las cuentas del reino, favoreció a Gran Bretaña, cuyo triunfo quedó sellado en el Tratado de París, de 1763.
Leyes conflictivas
Debido a esta situación, Gran Bretaña decidió reformular el sistema impositivo colonial. Se estableció el monopolio del comercio marítimo de las colonias a favor de los barcos de bandera británica; el rey Jorge III sancionó leyes tributarias cada vez más exigentes y se aplicaron fuertes impuestos al ingreso de productos como el plomo, el vidrio y el té.
Los colonos se resistieron a obedecer las nuevas leyes argumentando que ellos no habían enviado representantes al Parlamento británico que las había votado. La protesta llegó a su punto álgido en diciembre de 1773, cuando un grupo de colonos quiso impedir el desembarco de té en su territorio. En el día de la Boston Tea Party (Fiesta del Té de Boston), disfrazados de aborígenes pieles rojas asaltaron tres barcos que habían anclado en el puerto de Boston y arrojaron su cargamento al mar. Las tropas británicas dispararon sobre ellos en el episodio que se conoció como Matanza de Boston.
La situación conflictiva con Gran Bretaña era irreversible, de modo que en 1774 representantes de casi todas las colonias, con excepción de Georgia. se reunieron en un Congreso Continental en la ciudad de Filadelfia. Ante la negativa del rey Jorge III a realizar concesiones, los colonos decidieron tomar las armas. En abril de 1775, en el combate de Lexington, cerca de Boston, se enfrentaron las dos fuerzas y resultaron vencedores los colonos. En mayo se reunió el Segundo Congreso Continental, con la participación de las trece colonias, y se proclamó al patriota George Washington como comandante en jefe de los ejércitos americanos. Esta situación se prolongó entre 1775 y 1783.
4 de julio de 1776
Mientras se sucedían los combates, las colonias habían formado gobiernos independientes que desconocían la autoridad real. El 7 de junio de 1776 Richard Lee, delegado de Virginia, presentó al Congreso de Filadelfia un proyecto de Declaración de Independencia. La comisión redactora de ese proyecto estuvo encabezada por Thomas Jefferson. El 4 de julio, el Congreso aprobó la declaración que consagraba la independencia de los Estados Unidos de Norteamérica bajo la consigna de que no existía un gobierno sin el consentimiento de los gobernados por la sola voluntad de éstos. Gran Bretaña continuó con el envío de refuerzos para sus tropas, pero cuatro años después los británicos se rindieron. El 3 de septiembre de 1783 se firmó en Versalles el tratado de paz por el cual Gran Bretaña reconocía la independencia y soberanía de los Estados Unidos. En mayo de 1787 se reunió una Convención Constituyente que aprobó una Constitución que sería modelo de otras leyes fundamentales del continente. Esta carta fijó la fecha de las primeras elecciones para 1789, de las que resultó triunfadora la fórmula presidencial integrada por George Washington y John Adams.
Dos tendencias surgieron a la hora de redactar la Constitución. Los federalistas deseaban la formación de un gobierno federal centralizado, y los republicanos apuntaban a estados más independientes. Finalmente, la Carta Magna resumió las ideas de los convencionales. La política exterior, la defensa y el comercio con otros países quedarían bajo la órbita de un gobierno federal, pero los estados ejercerían su soberanía.
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