El período de diez siglos comprendidos entre la caída del Imperio Romano de Occidente en 476 y la toma de Constantinopla por los turcos en 1453 se conoce como Edad Media. Cuatro acontecimientos definieron el comienzo y desarrollo de la Edad Media: la entrada de los bárbaros al territorio europeo, la expansión del Imperio de Carlomagno, el feudalismo como afirmación del poder señorial y las Cruzadas a Tierra Santa para defender el Santo Sepulcro del poder musulmán. Otros historiadores consideran como comienzo de este período la división definitiva del Imperio Romano posterior a la muerte del emperador Teodosio, en 395, y como final el arribo a América de los conquistadores españoles, en 1492.
Invasiones bárbaras
Los Bárbaros eran para los romanos aquellos pueblos que no hablaban latín ni griego. Comprendían diferentes grupos: los germanos, los eslavos, los mongoles, los hunos y los alanos. Los germanos abarcaban a francos, alemanes, anglos, sajones, vándalos, suevos, burgundios, lombardos y godos. Los eslavos comprendían a checos, moravos, moscovitas y lituanos.
Entre los mongoles se encontraban los búlgaros, los magiares y los turcos. Inicialmente, los bárbaros ingresaron en forma pacífica al Imperio Romano. Éste comprendía gran parte del occidente europeo (Hispania, Lusitania, Baética, Britania, Galia, parte de Germania, Italia, Dalmacia, Macedonia, Dacia, las regiones limitadas por los ríos Rin y Danubio, y el oeste y sur del mar negro), la franja norte de Àfrica y la región occidental de Asia, al sur del mar Negro y al este del Mediterràneo, que incluía Mesopotamia, Siria, Fenicia, Palestina y Arabia.
Los Bárbaros eran para los romanos aquellos pueblos que no hablaban latín ni griego. Comprendían diferentes grupos: los germanos, los eslavos, los mongoles, los hunos y los alanos. Los germanos abarcaban a francos, alemanes, anglos, sajones, vándalos, suevos, burgundios, lombardos y godos. Los eslavos comprendían a checos, moravos, moscovitas y lituanos.
Entre los mongoles se encontraban los búlgaros, los magiares y los turcos. Inicialmente, los bárbaros ingresaron en forma pacífica al Imperio Romano. Éste comprendía gran parte del occidente europeo (Hispania, Lusitania, Baética, Britania, Galia, parte de Germania, Italia, Dalmacia, Macedonia, Dacia, las regiones limitadas por los ríos Rin y Danubio, y el oeste y sur del mar negro), la franja norte de Àfrica y la región occidental de Asia, al sur del mar Negro y al este del Mediterràneo, que incluía Mesopotamia, Siria, Fenicia, Palestina y Arabia.
Desde el siglo I, cuando los bárbaros fueron admitidos como colonos y se incorporaron a las milicias como legionarios, la defensa de las fronteras quedó a cargo de los germanos. Los hunos, por su parte, asolaron Europa desde las estepas de Asia Central, encabezados por Atila -caudillo famoso, legendariamente conocido como "el azote de Dios"-, haciendo retroceder a los germanos a su paso. Sucesivamente, visigodos, suevos, alanos y vándalos invadieron el Imperio, sitiaron y arrasaron ciudades y se fueron estableciendo después de dominar poblaciones enteras.
Carlomagno
En Galia, una de las provincias del Imperio, se habían establecido en el siglo V los francos, pueblo de origen germánico, que se alió a los romanos. Su rey Meroveo fundó la dinastía merovingia, que reinó por más de dos siglos. Pipino el Breve, último rey merovingio, gobernó la región que comprende el actual territorio de Francia, los Países Bajos y parte de Alemania. A su muerte, en 768, fue sucedido por su hijo Carlos, apodado el Magno por sus dotes y triunfos militares. Sus batallas para conservar lo heredado y expandir sus dominios le permitieron anexar territorios de los lombardos, los musulmanes, los sajones, los ávaros y los eslavos, ubicados en el norte y el centro de la actual Italia, la región de los Pirineos, y el norte y noroeste de Europa. Además ocupó Italia, España y Germania, luego de vencer a los sajones tras la Guerra de los Treinta Años. Cada triunfo militar iba acompañado por la imposición de la religión católica y el bautismo obligatorio de todos los habitantes, y se llegaba a penar con la muerte a quien se negara a recibirlo.
En Galia, una de las provincias del Imperio, se habían establecido en el siglo V los francos, pueblo de origen germánico, que se alió a los romanos. Su rey Meroveo fundó la dinastía merovingia, que reinó por más de dos siglos. Pipino el Breve, último rey merovingio, gobernó la región que comprende el actual territorio de Francia, los Países Bajos y parte de Alemania. A su muerte, en 768, fue sucedido por su hijo Carlos, apodado el Magno por sus dotes y triunfos militares. Sus batallas para conservar lo heredado y expandir sus dominios le permitieron anexar territorios de los lombardos, los musulmanes, los sajones, los ávaros y los eslavos, ubicados en el norte y el centro de la actual Italia, la región de los Pirineos, y el norte y noroeste de Europa. Además ocupó Italia, España y Germania, luego de vencer a los sajones tras la Guerra de los Treinta Años. Cada triunfo militar iba acompañado por la imposición de la religión católica y el bautismo obligatorio de todos los habitantes, y se llegaba a penar con la muerte a quien se negara a recibirlo.
El Imperio Carolingio quedó finalmente integrado por las actuales Francia, Bélgica, Suiza, Austria, parte de Alemania, Hungría, Italia, y parte de España y los Paises Bajos. La administración se organizó mediante una división en 300 provincias o condados. Las provincias fronterizas se llamaban marcas, administradas por los marqueses, jerárquicamente superiores a los condes.
Durante el Imperio de Carlomagno no dominó un poder absolutista. El rey reunía al clero, la nobleza y algunos hombres del pueblo en asambleas donde exponía sus proyectos legislativos. De este modo se fue conformando un nuevo derecho que reformó las antiguas reglamentaciones germánicas que regían antes de la expansión carolingia, hasta quedar establecido un conjunto de leyes, actas y reglamentos llamados Capitulares.
La división del Imperio
A la muerte de Carlomagno, 814, el Imperio quedó en manos de su hijo Ludovico Pío. Éste tuvo que enfrentar luchas por el poder entre sus tres hijos, que llegaron a librar intensas batallas por ocupar el trono. Lotario, Luis y Carlos el Calvo, nietos de Carlomagno, firmaron finalmente el Tratado de Verdún, por el que se llegó a la pacificación y se dividió el Imperio. Lotario fue designado gobernador de Italia, Luis quedó con Germania y Carlos el Calvo con Francia.
A la muerte de Carlomagno, 814, el Imperio quedó en manos de su hijo Ludovico Pío. Éste tuvo que enfrentar luchas por el poder entre sus tres hijos, que llegaron a librar intensas batallas por ocupar el trono. Lotario, Luis y Carlos el Calvo, nietos de Carlomagno, firmaron finalmente el Tratado de Verdún, por el que se llegó a la pacificación y se dividió el Imperio. Lotario fue designado gobernador de Italia, Luis quedó con Germania y Carlos el Calvo con Francia.