El descubrimiento de América, en 1492, o la toma de Constantinopla, capital del Imperio Romano de Oriente, por los turcos, en 1453, son hitos con los que se señala el fin de la Edad Media y el inicio de la Edad Moderna. Sin embargo, la transición entre estas dos edades no respondió a un solo hecho histórico sino que fue la consecuencia de múltiples fenómenos. El aumento del poder de los monarcas, un lento avance de la burguesía, las grandes invenciones, el Renacimiento y la Reforma fueron algunos de los acontecimientos que originaron un cambio radical en las instituciones, en las costumbres y, en general, en los diferentes aspectos de la vida.
Transformación económica
El sistema feudal propio del Medioevo, que basaba su economía en la posesión de tierras, se mantuvo en los comienzos del nuevo período. Pero fue decayendo a causa de la acumulación de capital en las nuevas ciudades, originada por diferentes motivos: el surgimiento de nuevas técnicas comerciales; la proliferación de ferias y mercados, donde transportaban sus artículos las corporaciones de mercaderes; los viajes de circunnavegación que expandieron la economía; la intensificación de las industrias y, sobre todo, el trabajo de los artesanos independientes, quienes crearon sus propios talleres y debieron asociarse en gremios para el control de la producción. Este grupo social constituyó el antecedente de la burguesía comercial. Además, con el desarrollo del comercio, una generación de ricos mercaderes y banqueros se convirtió en prestamista de los reyes y de la nobleza y llegó a tener en consecuencia, una importancia fundamental en la sociedad. La masa de dinero en manos de la burguesía, junto con su poderío, trajo un profundo cambio en el orden social.
El sistema feudal propio del Medioevo, que basaba su economía en la posesión de tierras, se mantuvo en los comienzos del nuevo período. Pero fue decayendo a causa de la acumulación de capital en las nuevas ciudades, originada por diferentes motivos: el surgimiento de nuevas técnicas comerciales; la proliferación de ferias y mercados, donde transportaban sus artículos las corporaciones de mercaderes; los viajes de circunnavegación que expandieron la economía; la intensificación de las industrias y, sobre todo, el trabajo de los artesanos independientes, quienes crearon sus propios talleres y debieron asociarse en gremios para el control de la producción. Este grupo social constituyó el antecedente de la burguesía comercial. Además, con el desarrollo del comercio, una generación de ricos mercaderes y banqueros se convirtió en prestamista de los reyes y de la nobleza y llegó a tener en consecuencia, una importancia fundamental en la sociedad. La masa de dinero en manos de la burguesía, junto con su poderío, trajo un profundo cambio en el orden social.
Peste, guerra y hambre
A fines de la Edad Media y principios de la Edad Moderna, Europa se vió convulsionada a causa de enfermedades, hambre e interminables guerras. Entre 1337 y 1453 Inglaterra y Francia se enfrentaron en la Guerra de los Cien Años, cuando Eduardo III de Inglaterra reclamó derechos sobre Normandía. El más grave de los flagelos que azotó a Europa en este período fue la peste negra, que desató en 1348 y produjo la muerte de gran parte de la población del continente. Los sectores más pobres de la sociedad resultaron afectados, además, por el hambre ocasionado por la pérdida de cosechas durante décadas.
A fines de la Edad Media y principios de la Edad Moderna, Europa se vió convulsionada a causa de enfermedades, hambre e interminables guerras. Entre 1337 y 1453 Inglaterra y Francia se enfrentaron en la Guerra de los Cien Años, cuando Eduardo III de Inglaterra reclamó derechos sobre Normandía. El más grave de los flagelos que azotó a Europa en este período fue la peste negra, que desató en 1348 y produjo la muerte de gran parte de la población del continente. Los sectores más pobres de la sociedad resultaron afectados, además, por el hambre ocasionado por la pérdida de cosechas durante décadas.
La consolidación del poder real
Al iniciarse el Renacimiento los señores feudales, reducidos en número por las Cruzadas, las guerras civiles y los sucesivos conflictos europeos, vieron retroceder su poder al tiempo que se consolidaba la autoridad de los monarcas. En España, el casamiento entre Isabel de Castilla y Fernando de Aragón generó un centro de poder que unificó la mayor parte de la península bajo su autoridad. En Francia, finalizada la Guerra de los Cien Años, se produjo también un renacer de la monarquía con Carlos VII. Su hijo, el rey Luis XI, logró quebrar definitivamente el poderío de la nobleza y desbaratar las alianzas feudales. En Inglaterra, el poder de los reyes se vio representado en especial por Enrique VII y Enrique VIII.
Al iniciarse el Renacimiento los señores feudales, reducidos en número por las Cruzadas, las guerras civiles y los sucesivos conflictos europeos, vieron retroceder su poder al tiempo que se consolidaba la autoridad de los monarcas. En España, el casamiento entre Isabel de Castilla y Fernando de Aragón generó un centro de poder que unificó la mayor parte de la península bajo su autoridad. En Francia, finalizada la Guerra de los Cien Años, se produjo también un renacer de la monarquía con Carlos VII. Su hijo, el rey Luis XI, logró quebrar definitivamente el poderío de la nobleza y desbaratar las alianzas feudales. En Inglaterra, el poder de los reyes se vio representado en especial por Enrique VII y Enrique VIII.
La cultura
El pensamiento medieval, para el cual Dios y la religión constituían el fundamento de todas las cosas, fue abandonado en la nueva época por una concepción antropocéntrica, en la que el centro del mundo era hombre. Los conflictos entre los monarcas europeos y el papa, con la consecuente influencia de los primeros sobre la Iglesia y el surgimiento de movimientos considerados heréticos, contribuyeron a modificar el espíritu religioso medieval. Esto generó un cambio radical en el mundo cultural y filosófico de la época. Resurgió el interés por la Antigüedad griega y latina, pues se vio allí el ideal de belleza y sabiduría, y el hombre ocupó el lugar central del movimiento cultural que surgió en el siglo XV, el Renacimiento.
El pensamiento medieval, para el cual Dios y la religión constituían el fundamento de todas las cosas, fue abandonado en la nueva época por una concepción antropocéntrica, en la que el centro del mundo era hombre. Los conflictos entre los monarcas europeos y el papa, con la consecuente influencia de los primeros sobre la Iglesia y el surgimiento de movimientos considerados heréticos, contribuyeron a modificar el espíritu religioso medieval. Esto generó un cambio radical en el mundo cultural y filosófico de la época. Resurgió el interés por la Antigüedad griega y latina, pues se vio allí el ideal de belleza y sabiduría, y el hombre ocupó el lugar central del movimiento cultural que surgió en el siglo XV, el Renacimiento.
Inventos y descubrimientos
La Edad Moderna tuvo como principal característica el gran interés del hombre por crear y descubrir. Fue la era de los grandes inventos que encarrilaron la historia en un camino de progreso constante.
La Edad Moderna tuvo como principal característica el gran interés del hombre por crear y descubrir. Fue la era de los grandes inventos que encarrilaron la historia en un camino de progreso constante.
La brújula, la imprenta y la pólvora
Durante la Antigüedad y el Medioevo los navegantes y viajeros encontraban serias dificultades de orientación en los días nublados, ya que sólo eran guiados por el Sol o las estrellas. Los chinos y los árabes conocían desde hacía tiempo las propiedades de una aguja imantada para señalar el norte magnético, pero no habían encontrado la manera de darle un uso práctico. Fue Flavio Gioia, un navegante italiano de Amalfi, quien, en el siglo XIV, tuvo la idea de montar la aguja sobre un eje que le permitía girar libremente. Gioia encerró estos elementos en una caja a la que llamó bussola, palabra que se tradujo al castellano como brújula.
Durante la Antigüedad y el Medioevo los navegantes y viajeros encontraban serias dificultades de orientación en los días nublados, ya que sólo eran guiados por el Sol o las estrellas. Los chinos y los árabes conocían desde hacía tiempo las propiedades de una aguja imantada para señalar el norte magnético, pero no habían encontrado la manera de darle un uso práctico. Fue Flavio Gioia, un navegante italiano de Amalfi, quien, en el siglo XIV, tuvo la idea de montar la aguja sobre un eje que le permitía girar libremente. Gioia encerró estos elementos en una caja a la que llamó bussola, palabra que se tradujo al castellano como brújula.
Otro elemento que revolucionó el mundo de la época fue la pólvora, inventada por los chinos. Desde tiempos remotos este pueblo fabricaba fuegos artificiales con una mezcla de carbón, azufre y salitre pulverizado. En el siglo XIII el filósofo y teólogo inglés Roger Bacon hizo conocer esta fórmula en Europa, donde rápidamente fue utilizada con fines bélicos. Se inventaron las bombardas y culebrinas y los arcabuces. La imprenta y el papel son dos inventos que culminan una larga historia iniciada en la antigua ciudad de Pérgamo, actual Bergama, en el Asia Menor. Allí se producía el pergamino, antecedente del papel, fabricado con cuero de oveja tratado para que se pudiera escribir sobre él. El papel se hacía en China desde el siglo X, cuando los árabes lo introdujeron en España después de sus viajes al Lejano Oriente. La imprenta, perfeccionada por Johann Gutenberg, hizo uso del papel para la producción en serie de libros que llegaron a toda la sociedad.
Gutenberg ideó moldes de metal con letras en relieve, que podían moverse y utilizarse muchas veces, a diferencia de las piezas originales del siglo XI, que eran de madera. Una aleación de plomo y antimonio bastó para construir los tipos o letras y poner en funcionamiento la imprenta moderna. La primera obra impresa fue la Biblia, publicada en 1457. Antes de que finalizara el siglo ya había un millar de imprentas esparcidas por Europa.
Guerras desconocidas
Cuando Constantinopla cayó en poder de los turcos en 1453 se hizo difícil para los europeos el acceso a tierras orientales a través del Mediterráneo y el Mar Negro. Las joyas, sedas y especias que llegaban desde allí debieron ser buscadas por otra ruta. Uno de los viajeros que había llevado a Europa noticias de aquellos territorios lejanos fue Marco Polo, navegante veneciano del siglo XIII, que pasó a ser prisionero de guerra luego de una batalla entre Venecia y Génova. En la cárcel escribió las memorias de sus viajes en un libro llamado El libro de Marco Polo o El libro de las maravillas del mundo.
Cuando Constantinopla cayó en poder de los turcos en 1453 se hizo difícil para los europeos el acceso a tierras orientales a través del Mediterráneo y el Mar Negro. Las joyas, sedas y especias que llegaban desde allí debieron ser buscadas por otra ruta. Uno de los viajeros que había llevado a Europa noticias de aquellos territorios lejanos fue Marco Polo, navegante veneciano del siglo XIII, que pasó a ser prisionero de guerra luego de una batalla entre Venecia y Génova. En la cárcel escribió las memorias de sus viajes en un libro llamado El libro de Marco Polo o El libro de las maravillas del mundo.
Portugueses y españoles
Las historias del viajero veneciano se sumaron a la necesidad de conseguir los productos orientales y al ansia aventurera de muchos europeos. Portugueses, españoles, ingleses y franceses se embarcaron en busca de aventuras y riquezas, casi siempre sin saber con qué se encontrarían.
Las historias del viajero veneciano se sumaron a la necesidad de conseguir los productos orientales y al ansia aventurera de muchos europeos. Portugueses, españoles, ingleses y franceses se embarcaron en busca de aventuras y riquezas, casi siempre sin saber con qué se encontrarían.
Un príncipe de Portugal llamado Enrique el Navegante fue, a comienzos del siglo XV, el principal impulsor de la búsqueda de nuevas rutas, que organizó mediante la fundación de la escuela de Sagres, donde se instruía a pilotos y cartógrafos. Los marinos portugueses navegaron por las costas de África con la esperanza de hallar un camino hacia Oriente. En su recorrido fueron dando nombres a distintos accidentes geográficos, como los cabos Bajador, Blanco y Verde. En 1487, Bartolomé Días fue arrastrado hacia el océano Índico por una tempestad, y a su regreso dio nombre al cabo de Buena Esperanza. Una década más tarde, por el mismo camino, Vasco da Gama arribó a Calcuta y Pedro Álvarez Cabral, en 1520, llegó a las costas de Brasil.
Ante el avance de Portugal hacia tierras de ultramar, la Corona española no quiso quedarse rezagada. Una vez finalizada la expulsión de los árabes a principios de 1492, España encaró grandes emprendimientos cuyo protagonista más notable fue el marino genovés Cristóbal Colón. Sus naves partieron del puerto de Palos el 3 de agosto de ese mismo año con un grupo de marinos y aventureros. El 12 de octubre de 1492 Colón y su tripulación llegaron a la isla de Guanahaní, en el archipielago de las Lucayas (Bahamas). Colón le dio el nombre de San Salvador y llamó indios a sus habitantes, convencido de haber llegado a las Indias.
Civilizaciones Prehispánicas
Antes de la llegada de los europeos, a fines del siglo XV, vivían en América distintas civilizaciones. Las más importantes por su cultura y su organización fueron la sociedad maya (en los actuales territorios de México, Guatemala, Honduras y Belice), la azteca (en México) y la inca (en Perú y Bolivia).
Los mayas
El pueblo maya ocupaba unos 325 000 kilómetros cuadrados, distribuidos en los actuales territorios de Yucatán, Campeche, Tabasco y Chiapas, en México, y parte de Guatemala, Honduras y Belice. La historia de este pueblo abarca tres grandes períodos: la época premaya, el Viejo Imperio y el Nuevo Imperio. El período premaya va desde 3000 a.C. hasta 317 d.C., época en que se desarrollaron tareas agrícolas y de alfarería, se inventó el calendario y se ideó una escritura jeroglífica.
El Viejo Imperio, que va desde 317 hasta 1007, se subdivide en tres etapas: de 317 a 633 los mayas construyeron monumentos de piedra, fabricaron cerámicas policromas y levantaron ciudades las ciudades Uaxactum, Tikal y Copán; desde 633 hasta 731 se perfeccionó la cerámica y se contruyeron tempos; de 731 a 1007 los mayas vivieron su Edad de Oro, que se manifestó en la escultura de Palenque, Yaxchitlán y Piedras Negras.
En 1007 se fundó el Nuevo Imperio, en el norte de la península de Yucatán, a donde los mayas emigraron posiblemente por razonez climáticas, invasiones o pestes. La primera etapa de este régimen se extendió hasta 1184, cuando las poblaciones de Chichén Itzá, Mayapán y Uxmal se unieron en la Liga de Mayapán. Entre 1204 y 1441 Chichén Itzá fue denominada por Mayapán, que impuso su hegemonía con el auxilio de guerreros mexicanos.
Entre 1461 y 1697 se registró la decadencia del Imperio Maya, debido al abandono de ciudades, guerras internas y epidemias, que se habían intensificado desde la conquista española de Yucatán a partir de 1540.
Una sociedad organizada
Los mayas se organizaban en cuatro clases sociales: los nobles, los sacerdotes, el pueblo y los esclavos. Los nobles constituían la clase dirigente, de la cual provenían jefes u gobernadores. Los sacerdotes se encargaban de los ritos religiosos y de mantener y aumentar las expresiones culturales. El pueblo conformaba la clase trabajadora, que se ocupaba de la agricultura y de la construcción de edificios y ciudades. Los esclavos eran prisioneros de guerra destinados a los trabajos más duros; podían ser comprados y vendidos como mercancía. El pueblo maya se agrupaba en ciudades-Estado, gobernadas por un jefe al que secundaba un consejo superior. Las familias emparentadas entre sí formaban clanes cuya autoridad mayor era el padre o Yum. Habitaban en aldeas y eran dueños en común de una fracción de tierra. La población, agrupada de esa manera, constituyó la base de una confederación regida por un consejo de ancianos con sede en la ciudad de Mayapán.
Los mayas no sólo se ocuparon de la agricultura sino que también se destacaron como tejedores y tintoreros, fueron alfareros y trabajaron metales preciosos, cobre y bronce para fabricar sus joyas, armas y diversos utensilios. En sus pinturas y esculturas en alto y bajo relieve, utilizaban la naturaleza como fuente de inspiración. La arquitectura maya, por su parte, tuvo sus manifestaciones más sublimes en los templos piramidales y palacios cuadrangulares de ciudades como Chichén Itzá, Uxmal, Palenque y Copán, que se levantaban sobre colinas. También fueron encontradas ruinas de una construcción religiosa llamada El Caracol, que cumplió la función de observatorio astronómico, y edificaciones dedicadas al juego de pelota, que consideraban sagrado.
Religión y astronomía
Los mayas era politeístas; sus dioses, representaciones de las fuerzas naturales, luchaban en una confrontación eterna entre el bien y el mal. Según consta en ilustraciones encontradas en templos y tumbas, en los ritos fúnebres se incluían sacrificios humanos, ofrecidos a las divinidades para evitar sequías o inundaciones.
Dos siglos antes de la llegada de los españoles, los mayas fueron hábiles astrónomos: idearon un calendario solar de 365 días y otro lunar, de 260.
Los Aztecas
En el siglo XII de la era cristiana, al occidente de América Central, desde las tierras que hoy forman parte del oeste mexicano, una de las más grandes civilizaciones americanas comenzó una peregrinación que le demandaría dos siglos: eran los aztecas o mexicas.
Etapas históricas
Los aztecas iniciaron la migración desde su espacio geográfico primitivo, un islote conocido como Aztlán, buscando la señal que les anunciaría dónde asentarse. Uno de los caudillos, Huitziltin, convertido en el dios Huitzilopochtli después de su muerte, les había dicho que deberían establecerse en el lugar donde vieran un águila devorando una serpiente sobre un nopal. En 1325 el pueblo divisó esta señal a orillas del lago Texoco, en el valle de México, y fundó Tenochtitlán. Al comienzo de la etapa del establecimiento, la pequeña comunidad debió luchar para combatir a los enemigos que la rodeaban y subsistir. Sólo con el tiempo lograron el señorío: en 1378 nombraron a su primer rey o tlatoan, Acamipichtli, bajo cuyo reinado se conquistaron los pueblos de Mixquic, Cuitláhuac y Xochimilco, entre otros.
La etapa de esplendor coincide con el gobierno de Moctezuma, de 1440 a 1469. En su reinado, se expandió el territorio hacia el norte, hasta Veracruz, y también hacia el sur. Luego del reinado de tres tlatoani, en 1503 ascendió Moctezuma II Xocoyotzin, a quien le tocó conducir el imperio hasta 1519, cuando cayó prisionero de los españoles. Lo sucedieron Cuitláhuac y Cuauhtémoc. El primero inició la resistencia a la conquista y murió en 1520 de viruela; el segundo condujo heroicamente la defensa hasta la derrota del 13 de agosto de 1521, cuando en pleno florecimiento el Pueblo del Sol -como fueron conocidos los aztecas- vio terminado su apogeo en las ruinas de Tenochtitlán.
La vida en el Imperio
Las diversas tribus que componían el pueblo azteca estaban unidas por lazos de parentesco y por el náhuatl, su lengua común. Se agrupaban en clanes o calpullis. Tenían dos autoridades máximas: un jefe supremo o tlacatechutli, cuyas funciones eran de carácter militar, y un jefe político o cihuacóatl.
La sociedad se dividía en clases que cumplían distintas funciones: la nobleza, el pueblo, los servidores o esclavos y los mercaderes, que constituían un grupo social aparte. El soberano era elegido, por tradición, dentro de una misma familia.
Los restantes títulos nobiliarios no eran de carácter hereditario: se obtenían por las virtudes propias. El pueblo distribuía sus tareas entre el comercio, la joyería, la alfarería, la tejeduría y la actividad guerrera. Los servidores o esclavos eran prisioneros de guerra, hijos vendidos por sus padres o voluntarios. Muchos de ellos eran destinados a los sacrificios humanos que hacían los aztecas en honor a sus dioses. Un grupo social importante fue el de los mercaderes. Sus continuos viajes eran vehículo de la información recogida en lugares remotos del Imperio. Esto los llevó a convertirse en colaboradores de los jefes espías. Los aztecas aplicaban severas sanciones a quienes violaban las leyes, que iban desde la esclavitud y el destierro hasta la muerte por lapidación. La embriaguez era un delito grave, y sólo se permitía beber a ancianos y ancianas.
La economía, por otra parte, se basaba en la agricultura. Para ello utilizaban los jardines flotantes o chinampas. En esas islas comenzaron sus tareas agícolas, que se extendieron a medida que expandían su territorio mediante conquistas guerreras. El valor de las mercaderías se establecía de acuerdo con su grado de escasez. Debido a ello, el jade o las turquesas eran minerales más valiosos que el oro. Si había diferencia de precio entre las mercaderías que intercambiaban, ésta era saldada con semillas de cacao.
Ciencia, arte y religión
Los aztecas desarrollaron una astronomía muy avanzada. Sus conocimientos científicos, conjugados con conceptos mágicos y religiosos, fueron plasmados en la Piedra del Sol, un conjunto de símbolos conocido como calendario azteca. Tenían avanzados conocimientos en arquitectura. Eran politeístas e idólatras. Las ceremonias estaban a cargo de sacerdotes y sacerdotisas. Entre sus muchas divinidades adoraban y temían a dos figuras principales: Huitzilopochtli y Quetzalcóatl.
Los Incas
En los actuales territorios de Perú y Bolivia, en la zona de los Andes centrales, a comienzos del siglo XIII se establecieron los incas.
Cuando llegaron los españoles a comienzos del siglo XVI encontraron el Imperio Inca, que se había desarrollado a partir del siglo XIII. El primer inca emperador fue Manco Cápac, quien estableció la capital de Cusco y fue anexando regiones a su dominio. Cuando llegaron los conquistadores, el Imperio tenía alrededor de 4000 kilómetros de longitud, y las tierras dominadas se extendieron hasta las cercanías del río Maule, en Chile, y el noroeste argentino. Al inca Manco Cápac lo sucedieron trece emperadores más.
El Imperio, llamado Tahuantinsuyo, que significa Imperio de las Cuatro Regiones, estaba dividido en cuatro partes o suyos: Collasuyo (sur), Chinchasuyo (norte), Antisuyo (noreste) y Contisuyo (oeste). Cada suyo estaba constituido por huamanís o provincias, y éstas, a su vez, se dividían en sayas o partes, integradas por determinado número de comunidades familiares denominadas ayllus. Éstas estaban conformadas por familias, unidad primaria de la sociedad. El régimen era monogámico, es decir que cada hombre tenía una sola esposa, mientras que la poligamia era reservada para los funcionarios.
El jefe supremo de la población era el inca, soberano absoluto, hijo del Sol, poseedor del poder humano y divino. Ejercía su mandato, de carácter hereditario, sobre millones de súbditos. Para mantener la pureza de su estirpe se casaba con su hermana mayor o coya, con otras mujeres pertenecientes a la realeza, llamadas pallas, y, por último, con las mamakunas, ajenas a la familia real. El heredero al trono era el hijo elegido por el inca del matrimonio contraído con la hermana. Los descendientes de todos sus casamientos constituían el Consejo de los Orejones, pues sus miembros se agrandaban el lóbulo de las orejas.
Teniendo en cuenta la actividad desarrollada, en la sociedad inca se distinguían los sacerdotes, funcionarios, agricultores, artesanos y esclavos o yanaconas, que tenían a su cargo actividades de servidumbre. Todos los varones estaban obligados a participar de la defensa del Imperio. Para esto, integraban un poderoso ejército armado con arcos, flechas, hachas de bronce y mazas de madera, bronce o piedra. Los pueblos conquistados y anexados al territorio debían aprender la lengua quechua y asimilar las costumbres incaicas. La economía se basaba en la agricultura. Cada familia producía para su consumo interno y para aquellos que no trabajaban la tierra, como los sacerdotes, los guerreros y los funcionarios. Cultivaban en las laderas de las montañas, a las que daban forma de terrazas escalonadas para evitar que el agua de lluvia erosionara la tierra. El riego se efectuaba por medio de una vasta red de acequias y canales. Empleaban el sistema de trueque y aunque no conocían la moneda idearon un método contable denominado quipus. Una vasta red de caminos permitía la comunicación entre las distintas partes del Imperio. Los incas organizaron un eficaz sistema de postas. El servicio dependía de chasquis, mensajeros encargados de transmitir las novedades, que eran elegidos entre los indios más veloces. En el aspecto religioso adoraban a un dios supremo llamado Viracocha, y a otras deidades que representaban la tierra, el mar, los astros y otros fenómenos naturales. En la jerarquía religiosa se encontraba, en primer lugar, el inca o sapay inca; a éste le seguía el jefe religioso, función ejercida por un amauta (persona encargada de transmitir los conocimientos).
Los incas fueron hábiles trabajadores de la piedra, lo que los convirtió en notables maestros de la ingeniería. Además de las terrazas de cultivo, construyeron murallas, fortalezas y canales de riego.
Desde el punto de vista arquitectónico desarrollaron esta expresión en obras como Machu Picchu, hoy centro de peregrinación de investigadores y turistas.
Conquista de México
En el siglo XVI, bajo el gobierno de Carlos V, España comenzó la conquista y colonización del territorio americano, descubierto por Colón a fines del siglo anterior. Una de las etapas más impactantes de la conquista fue la vivida por los aztecas en su territorio.
Por ese tiempo, la isla de Cuba se encontraba bajo el mando del gobernador Diego de Velázquez. Éste envió una expedición a explorar las costas del continente y, al recibir noticias sobre la existencia de un gran imperio, comisionó al hidalgo Hernán Cortés, para dirigir la conquista de esas tierras. A comienzos de 1519 Cortés partió con 11 naves,690 hombres y 16 caballos.
Desembarcó en costas mexicanas, donde fundó la ciudad de Villa Rica de Veracruz, se desligó de la autoridad de Velázquez y se autodenominó capitán general. Las tropas al mando de Pánfilo de Narváez, enviadas por Velázquez para apresarlo al enterarse de la desobediencia, terminaron sumándose a las de Cortés. Éste supo que la población totonaca, tributaria de los aztecas, quería sublevarse. Aprovechó entonces la situación interna del imperio uniendo soldados totonacas -conocedores de la geografía y las costumbres de la región- a sus tropas.
Previsor, el conquistador quemó las naves para evitar la huida de posibles arrepentidos, sumó aborígenes tlaxcaltecas, sometió a los cholultecas y, finalmente, entró en Tenochtitlán. El emperador Moctezuma II, que había intentado conciliar a su pueblo con los españoles, fue tomado como rehén y murió en prisión. Su sucesor, Cuitláhuac, encabezó, el 30 de junio de 1520, la insurrección que Cortés llamaría la Noche Triste de Tenochtitlán, cuyo resultado fue la retirada de las tropas conquistadoras. Tiempo después Cortés se rearmó, recibió tropas de refuerzo enviadas desde Cuba y envió a Narváez, quien sitió Tenochtitlán el 30 de mayo de 1521. La resistencia se extendió hasta el 13 de agosto, día en que la ciudad fue incendiada y murieron miles de aztecas.
Las Tierras de Malinche
Hernán Cortés no sólo tenía el poderío que dan las armas y la sumisión de otras poblaciones americanas adversas al dominio de Moctezuma. Dos factores más le sirvieron de aliados. Uno fue la creencia en la llegada del dios benefactor Quetzalcóatl, que los aztecas aguardaban, por la misma ruta que había traído a los españoles, para esos mismo días, lo cual derivó en una gran confusión. El otro factor que favoreció la conquista fue la existencia de una mujer llamada Malitzin, princesa mexicana que al nacer había sido entregada a una familia de pueblo porque, según una profecía, era portadora de desgracias. Los aborígenes la dieron como obsequio al conquistador. Aprendió rápidamente la lengua española y sirvió de traductora a Cortés, se convirtió en su amante y le dio un hijo, y traicionando a su pueblo condujo al conquistador hacia las cercanías del palacio de Moctezuma. Malitzin fue bautizada Marina por los españoles y llamada Malinche (maldita) en México para siempre.
Conquista de Perú
Hacia 1530 concluyó la conquista de México y comenzó la del Imperio Inca. Los españoles designados para llevarla a cabo partieron de Panamá a las órdenes de Francisco Pizarro, portadores de una capitulación del emperador Carlos V que los autorizaba a conquistar el Perú. Pizarro emprendió la expedición a comienzos de 1531 al frente de 3 naves y 180 hombres, y su compañero Diego de Almagro lo siguió.
La situación política del Imperio Inca era crítica. Había muerto Huayna Cápac y el reino se encontraba dividido después de una guerra por la sucesión al trono entre Huáscar, el heredero legítimo que dirigía el Cuzco, y su hermano Atahualpa, que gobernaba Quito. Atahualpa resultó triunfador y se instaló en Cajamarca, al norte del territorio, después de ordenar la ejecución de Huáscar. Cuando Pizarro llegó el pueblo inca se encontraba en una etapa de decadencia producida por la guerra y las grandes epidemias, lo cual allanó el camino al conquistador. Pizarro llegó al Imperio Inca con la orden real de convertir a la población a la religión católica y con el ansia de hallar una región rica en oro. En noviembre de 1532, los españoles entraron en Cajamarca y atraparon al inca Atahualpa, lo enjuiciaron y mataron en agosto de 1533.
La Reforma
Desde el punto de vista religioso, en los albores del siglo XVI, el continente europeo se encontraba cohesionado por la Iglesia Católica Romana (en Occidente) y la Ortodoxa Griega (en Oriente). La unidad se vio quebrada en 1520, luego de la reforma que inició el monje alemán Martín Lutero. Esta división del catolicismo, conocida como cisma o Reforma Protestante, fue consecuencia de la crisis en la que se encontraba la Iglesia: a la decadencia ética del clero, que vivía en un clima de corrupción, se sumaba el surgimiento de las monarquías absolutistas, que cuestionaban la autoridad papal sobre el Estado. Sin embargo, la causa desencadenante del cisma protestante fue la venta de indulgencias (por las que se obtenía el perdón de los pecados), propiciada por el papa León X, con el objeto de recaudar fondos para construir la Basílica de San Pedro.
Lutero y Calvino
Contra este exceso del poder religioso, Martín Lutero escribió en 1517 las Noventa y Cinco Tesis, en las que expuso, además, una crítica al poder temporal del clero romano. El cuestionamiento luterano se centralizaba en su concepción del libre examen: cada hombre podía interpretar la palabra de Dios implícita en las Sagradas Escrituras. Con tal fin, Lutero realizó la primera traducción de la Biblia al alemán moderno. Suprimió, además, los sacramentos -con excepción del bautismo y la eucaristía-, la veneración de los santos y el culto a la Virgen María. Lutero fue condenado como hereje y expulsado del Imperio por Carlos V.
El emperador emprendió entonces una gestión de conciliación. Convocó una dieta o asamblea que, en 1529, otorgó la libertad religiosa a los reformadores, pero les prohibió extender sus ideas a otros puntos del Imperio. Los príncipes y las ciudades que no aceptaron acatar las resoluciones de la dieta fueron denominados protestantes.
Carlos V convocó una segunda dieta en Augsburgo. Un discípulo de Lutero, Felipe Melanchton, fue el encargado de la redacción de los aspectos centrales de las ideas reformistas. Ese documento fue conocido como Confesión de Augsburgo. La Reforma gestada por Lutero ya había producido una definitiva división entre católicos y protestantes, que causó sangrientas guerras entre ambos bandos. La Iglesia Católica rechazó el texto de Melanchton. Los nobles seguidores de Lutero se reunieron en 1531 en la ciudad de Esmalcada y constituyeron una alianza contra los católicos. En Francia, Juan Calvino expandió sus ideas esenciales en su obra Principios de la religión cristiana, publicada en 1536, cuando ya había sido expulsado del país por causas religiosas y residía en Suiza. En ésta, Calvino exponía su doctrina basándose en la idea de la predestinación, que sostenía que el hombre nace predestinado por Dios a la salvación o a la condena eterna.
A diferencia tanto de la Iglesia como de Lutero, Calvino consideraba que con la consagración sólo se producía una transformación simbólica de la hostia en el cuerpo de Cristo. En 1536, Calvino fue designado gobernante y jefe religioso de la ciudad por los ginebrinos convertidos a sus creencias. Aprovechó esta investidura para establecer un régimen dictatorial destinado a hacer respetar un riguroso código ético.
En Inglaterra, la Reforma adquirió características propias. No fue alentada por una figura del ámbito religioso sino impulsada por su monarca, Enrique VIII. El deseo del rey de divorciarse de Catalina de Aragón para casarse con Ana Bolena y la negativa papal para anular el matrimonio desencadenaron la ruptura entre Enrique VIII y la Santa Sede.
El soberano fundó entonces la Iglesia Anglicana y se hizo proclamar jefe de la Iglesia y del clero de Inglaterra.
La Contrarreforma
Contra los citados movimientos reformistas, el catolicismo decidió recuperar el poder perdido y reorganizar la estructura interna de la Iglesia. Italia y España fueron los lugares en los cuales el clero tomó con mayor compromiso esta tarea. En la Península Ibérica, San Ignacio de Loyola fundó la Compañía de Jesús en 1534. Los jesuitas fueron los pilares de la Contrarreforma.
Europa en los siglos XVI XVII y XVIII
Las transformaciones sufridas por Europa entre los años 1500 y 1800 fueron precedidas por profundos cambios políticos y económicos durante los siglos XIV y XV, al finalizar la Edad Media. Después de gastar gran parte de su patrimonio en las Cruzadas, los señores feudales empobrecidos perdieron poder. El espacio vacante fue ocupado por las monarquías.
Reyes en España
El matrimonio de Fernando de Aragón con Isabel de Castilla y la expulsión de los moros a fines del siglo XV son hechos que condujeron a la unificación de la Península Ibérica. En esa nación europea el poder real aumentó luego del arribo de naves españolas al territorio americano, hasta entonces desconocido.
Luego de la muerte de los reyes Católicos, Carlos V de Habsburgo, emperador de Alemania, heredó el trono español con el nombre de Carlos I.
La incomunicación entre sus posesiones la ambición de Francia sobre ellas, así como el acecho de los turcos sobre Alemania y los escasos recursos que se obtenían de las colonias americanas decidieron a Carlos V a abdicar en favor de su hijo, Felipe II. Éste heredó todas sus posesiones, menos Alemania, que quedó en manos de Fernando, hermano de Carlos V. En 1555 Felipe II concibió la idea de consolidar una España poderosa que se convirtiera en la representante del catolicismo en el mundo. Además, decidió someter a su rival político y religioso: la Inglaterra anglicana. Creó la Armada Invencible, una imponente flota derrotada por las tempestades y los sorpresivos ataques de los avezados marinos ingleses. Felipe II también enfrentó a Inglaterra por sus posesiones en los Países Bajos, lo que derivó en la independencia de Holanda. Luchó contra los turcos, a quienes derrotó en la batalla de Lepanto, sin conseguir expulsarlo del Mediterráneo; reprimió a los calvinistas de Francia y entró en guerra con Portugal, cuyo territorio anexó a España. Al morir Felipe II, sus sucesores no ejercieron el poder de la misma forma. Felipe III, Felipe IV y Carlos II delegaron las cuestiones de gobierno a distintos favoritos y personajes de la nobleza. Sin dejar heredero, Carlos II testó a favor de Felipe de Borbón, nieto del rey Luis XIV de Francia. Los sucesivos monarcas, Luis I y Fernando VI, no alcanzaron la importancia de su hermano menor, Carlos III, quien impulsó la economía, reglamentó el trabajo femenino y fomentó la educación superior mediante la creación de distintas academias militares y de ciencias.
Francia y las guerras
A comienzos del siglo XVI, Francia era próspera. El problema religioso se transformó en una lucha política por el poder. Al término de las guerras de religión, Enrique IV, un rey calvinista convertido al catolicismo, accedió al trono francés introduciendo la dinastía de los Borbones en Francia. Éste logró la pacificación del país, en el que impulsó la agricultura, la construcción, la navegación fluvial y el comercio. Fue sucedido por Luis XIII, que nombró jefe del Consejo Real al cardenal Richelieu, defensor del absolutismo, combatió a los protestantes y recortó las prerrogativas de la nobleza. A su muerte. Luis XIII fue sucedido por su hijo Luis XIV. Como éste era menor de edad, su madre nombró primer ministro al cardenal Julio Mazarino, quien siguió el camino trazado por Richelieu.
Cuando Luis XIV llegó a la mayoría de edad asumió el gobierno en carácter de monarca absoluto. La vida dispendiosa de la Corte generó el descontento popular: el pueblo estaba disconforme con la situación económica. Bajo su reinado se ordenó la persecución de los protestantes y se introdujo el mercantilismo como sistema económico. El monarca también intentó tomar territorios que Francia había perdido o que estaban bajo dominio protestante. Para ello se enfrentó con España, Holanda, Alemania, Suecia y Bélgica. A principios del siglo XVIII, cuando asumió el trono Luis XV, bisnieto de Luis XIV, la sociedad francesa estaba dividida entre sectores que gozaban de ventajas (el clero y la nobleza) y otros que se encontraban postergados (la burguesía, los artesanos y los campesinos). De la burguesía, constituida por profesionales y comerciantes enriquecidos, surgieron los ideólogos de la Revolución Francesa.
Independencia de Estados Unidos
La tradicional rivalidad política y económica entre Francia y Gran Bretaña se vio proyectada también en sus colonias. En el territorio americano había una serie de conflictos originados en la rivalidad entre Francia y Gran Bretaña por el dominio de las tierras: las colonias británicas, comandadas por el primer ministro británico William Pitt, entraron en combate contra los establecimientos franceses del norte (Canadá) y del sur (Luisiana), en la Guerra de los Siete Años. Aunque la guerra empobreció las cuentas del reino, favoreció a Gran Bretaña, cuyo triunfo quedó sellado en el Tratado de París, de 1763.
Leyes conflictivas
Debido a esta situación, Gran Bretaña decidió reformular el sistema impositivo colonial. Se estableció el monopolio del comercio marítimo de las colonias a favor de los barcos de bandera británica; el rey Jorge III sancionó leyes tributarias cada vez más exigentes y se aplicaron fuertes impuestos al ingreso de productos como el plomo, el vidrio y el té.
Los colonos se resistieron a obedecer las nuevas leyes argumentando que ellos no habían enviado representantes al Parlamento británico que las había votado. La protesta llegó a su punto álgido en diciembre de 1773, cuando un grupo de colonos quiso impedir el desembarco de té en su territorio. En el día de la Boston Tea Party (Fiesta del Té de Boston), disfrazados de aborígenes pieles rojas asaltaron tres barcos que habían anclado en el puerto de Boston y arrojaron su cargamento al mar. Las tropas británicas dispararon sobre ellos en el episodio que se conoció como Matanza de Boston.
La situación conflictiva con Gran Bretaña era irreversible, de modo que en 1774 representantes de casi todas las colonias, con excepción de Georgia. se reunieron en un Congreso Continental en la ciudad de Filadelfia. Ante la negativa del rey Jorge III a realizar concesiones, los colonos decidieron tomar las armas. En abril de 1775, en el combate de Lexington, cerca de Boston, se enfrentaron las dos fuerzas y resultaron vencedores los colonos. En mayo se reunió el Segundo Congreso Continental, con la participación de las trece colonias, y se proclamó al patriota George Washington como comandante en jefe de los ejércitos americanos. Esta situación se prolongó entre 1775 y 1783.
4 de julio de 1776
Mientras se sucedían los combates, las colonias habían formado gobiernos independientes que desconocían la autoridad real. El 7 de junio de 1776 Richard Lee, delegado de Virginia, presentó al Congreso de Filadelfia un proyecto de Declaración de Independencia. La comisión redactora de ese proyecto estuvo encabezada por Thomas Jefferson. El 4 de julio, el Congreso aprobó la declaración que consagraba la independencia de los Estados Unidos de Norteamérica bajo la consigna de que no existía un gobierno sin el consentimiento de los gobernados por la sola voluntad de éstos. Gran Bretaña continuó con el envío de refuerzos para sus tropas, pero cuatro años después los británicos se rindieron. El 3 de septiembre de 1783 se firmó en Versalles el tratado de paz por el cual Gran Bretaña reconocía la independencia y soberanía de los Estados Unidos. En mayo de 1787 se reunió una Convención Constituyente que aprobó una Constitución que sería modelo de otras leyes fundamentales del continente. Esta carta fijó la fecha de las primeras elecciones para 1789, de las que resultó triunfadora la fórmula presidencial integrada por George Washington y John Adams.
Dos tendencias surgieron a la hora de redactar la Constitución. Los federalistas deseaban la formación de un gobierno federal centralizado, y los republicanos apuntaban a estados más independientes. Finalmente, la Carta Magna resumió las ideas de los convencionales. La política exterior, la defensa y el comercio con otros países quedarían bajo la órbita de un gobierno federal, pero los estados ejercerían su soberanía.
Por ese tiempo, la isla de Cuba se encontraba bajo el mando del gobernador Diego de Velázquez. Éste envió una expedición a explorar las costas del continente y, al recibir noticias sobre la existencia de un gran imperio, comisionó al hidalgo Hernán Cortés, para dirigir la conquista de esas tierras. A comienzos de 1519 Cortés partió con 11 naves,690 hombres y 16 caballos.
Desembarcó en costas mexicanas, donde fundó la ciudad de Villa Rica de Veracruz, se desligó de la autoridad de Velázquez y se autodenominó capitán general. Las tropas al mando de Pánfilo de Narváez, enviadas por Velázquez para apresarlo al enterarse de la desobediencia, terminaron sumándose a las de Cortés. Éste supo que la población totonaca, tributaria de los aztecas, quería sublevarse. Aprovechó entonces la situación interna del imperio uniendo soldados totonacas -conocedores de la geografía y las costumbres de la región- a sus tropas.
Previsor, el conquistador quemó las naves para evitar la huida de posibles arrepentidos, sumó aborígenes tlaxcaltecas, sometió a los cholultecas y, finalmente, entró en Tenochtitlán. El emperador Moctezuma II, que había intentado conciliar a su pueblo con los españoles, fue tomado como rehén y murió en prisión. Su sucesor, Cuitláhuac, encabezó, el 30 de junio de 1520, la insurrección que Cortés llamaría la Noche Triste de Tenochtitlán, cuyo resultado fue la retirada de las tropas conquistadoras. Tiempo después Cortés se rearmó, recibió tropas de refuerzo enviadas desde Cuba y envió a Narváez, quien sitió Tenochtitlán el 30 de mayo de 1521. La resistencia se extendió hasta el 13 de agosto, día en que la ciudad fue incendiada y murieron miles de aztecas.
Las Tierras de Malinche
Hernán Cortés no sólo tenía el poderío que dan las armas y la sumisión de otras poblaciones americanas adversas al dominio de Moctezuma. Dos factores más le sirvieron de aliados. Uno fue la creencia en la llegada del dios benefactor Quetzalcóatl, que los aztecas aguardaban, por la misma ruta que había traído a los españoles, para esos mismo días, lo cual derivó en una gran confusión. El otro factor que favoreció la conquista fue la existencia de una mujer llamada Malitzin, princesa mexicana que al nacer había sido entregada a una familia de pueblo porque, según una profecía, era portadora de desgracias. Los aborígenes la dieron como obsequio al conquistador. Aprendió rápidamente la lengua española y sirvió de traductora a Cortés, se convirtió en su amante y le dio un hijo, y traicionando a su pueblo condujo al conquistador hacia las cercanías del palacio de Moctezuma. Malitzin fue bautizada Marina por los españoles y llamada Malinche (maldita) en México para siempre.
Conquista de Perú
Hacia 1530 concluyó la conquista de México y comenzó la del Imperio Inca. Los españoles designados para llevarla a cabo partieron de Panamá a las órdenes de Francisco Pizarro, portadores de una capitulación del emperador Carlos V que los autorizaba a conquistar el Perú. Pizarro emprendió la expedición a comienzos de 1531 al frente de 3 naves y 180 hombres, y su compañero Diego de Almagro lo siguió.
La situación política del Imperio Inca era crítica. Había muerto Huayna Cápac y el reino se encontraba dividido después de una guerra por la sucesión al trono entre Huáscar, el heredero legítimo que dirigía el Cuzco, y su hermano Atahualpa, que gobernaba Quito. Atahualpa resultó triunfador y se instaló en Cajamarca, al norte del territorio, después de ordenar la ejecución de Huáscar. Cuando Pizarro llegó el pueblo inca se encontraba en una etapa de decadencia producida por la guerra y las grandes epidemias, lo cual allanó el camino al conquistador. Pizarro llegó al Imperio Inca con la orden real de convertir a la población a la religión católica y con el ansia de hallar una región rica en oro. En noviembre de 1532, los españoles entraron en Cajamarca y atraparon al inca Atahualpa, lo enjuiciaron y mataron en agosto de 1533.
La Reforma
Desde el punto de vista religioso, en los albores del siglo XVI, el continente europeo se encontraba cohesionado por la Iglesia Católica Romana (en Occidente) y la Ortodoxa Griega (en Oriente). La unidad se vio quebrada en 1520, luego de la reforma que inició el monje alemán Martín Lutero. Esta división del catolicismo, conocida como cisma o Reforma Protestante, fue consecuencia de la crisis en la que se encontraba la Iglesia: a la decadencia ética del clero, que vivía en un clima de corrupción, se sumaba el surgimiento de las monarquías absolutistas, que cuestionaban la autoridad papal sobre el Estado. Sin embargo, la causa desencadenante del cisma protestante fue la venta de indulgencias (por las que se obtenía el perdón de los pecados), propiciada por el papa León X, con el objeto de recaudar fondos para construir la Basílica de San Pedro.
Lutero y Calvino
Contra este exceso del poder religioso, Martín Lutero escribió en 1517 las Noventa y Cinco Tesis, en las que expuso, además, una crítica al poder temporal del clero romano. El cuestionamiento luterano se centralizaba en su concepción del libre examen: cada hombre podía interpretar la palabra de Dios implícita en las Sagradas Escrituras. Con tal fin, Lutero realizó la primera traducción de la Biblia al alemán moderno. Suprimió, además, los sacramentos -con excepción del bautismo y la eucaristía-, la veneración de los santos y el culto a la Virgen María. Lutero fue condenado como hereje y expulsado del Imperio por Carlos V.
El emperador emprendió entonces una gestión de conciliación. Convocó una dieta o asamblea que, en 1529, otorgó la libertad religiosa a los reformadores, pero les prohibió extender sus ideas a otros puntos del Imperio. Los príncipes y las ciudades que no aceptaron acatar las resoluciones de la dieta fueron denominados protestantes.
Carlos V convocó una segunda dieta en Augsburgo. Un discípulo de Lutero, Felipe Melanchton, fue el encargado de la redacción de los aspectos centrales de las ideas reformistas. Ese documento fue conocido como Confesión de Augsburgo. La Reforma gestada por Lutero ya había producido una definitiva división entre católicos y protestantes, que causó sangrientas guerras entre ambos bandos. La Iglesia Católica rechazó el texto de Melanchton. Los nobles seguidores de Lutero se reunieron en 1531 en la ciudad de Esmalcada y constituyeron una alianza contra los católicos. En Francia, Juan Calvino expandió sus ideas esenciales en su obra Principios de la religión cristiana, publicada en 1536, cuando ya había sido expulsado del país por causas religiosas y residía en Suiza. En ésta, Calvino exponía su doctrina basándose en la idea de la predestinación, que sostenía que el hombre nace predestinado por Dios a la salvación o a la condena eterna.
A diferencia tanto de la Iglesia como de Lutero, Calvino consideraba que con la consagración sólo se producía una transformación simbólica de la hostia en el cuerpo de Cristo. En 1536, Calvino fue designado gobernante y jefe religioso de la ciudad por los ginebrinos convertidos a sus creencias. Aprovechó esta investidura para establecer un régimen dictatorial destinado a hacer respetar un riguroso código ético.
En Inglaterra, la Reforma adquirió características propias. No fue alentada por una figura del ámbito religioso sino impulsada por su monarca, Enrique VIII. El deseo del rey de divorciarse de Catalina de Aragón para casarse con Ana Bolena y la negativa papal para anular el matrimonio desencadenaron la ruptura entre Enrique VIII y la Santa Sede.
El soberano fundó entonces la Iglesia Anglicana y se hizo proclamar jefe de la Iglesia y del clero de Inglaterra.
La Contrarreforma
Contra los citados movimientos reformistas, el catolicismo decidió recuperar el poder perdido y reorganizar la estructura interna de la Iglesia. Italia y España fueron los lugares en los cuales el clero tomó con mayor compromiso esta tarea. En la Península Ibérica, San Ignacio de Loyola fundó la Compañía de Jesús en 1534. Los jesuitas fueron los pilares de la Contrarreforma.
Europa en los siglos XVI XVII y XVIII
Las transformaciones sufridas por Europa entre los años 1500 y 1800 fueron precedidas por profundos cambios políticos y económicos durante los siglos XIV y XV, al finalizar la Edad Media. Después de gastar gran parte de su patrimonio en las Cruzadas, los señores feudales empobrecidos perdieron poder. El espacio vacante fue ocupado por las monarquías.
Reyes en España
El matrimonio de Fernando de Aragón con Isabel de Castilla y la expulsión de los moros a fines del siglo XV son hechos que condujeron a la unificación de la Península Ibérica. En esa nación europea el poder real aumentó luego del arribo de naves españolas al territorio americano, hasta entonces desconocido.
Luego de la muerte de los reyes Católicos, Carlos V de Habsburgo, emperador de Alemania, heredó el trono español con el nombre de Carlos I.
La incomunicación entre sus posesiones la ambición de Francia sobre ellas, así como el acecho de los turcos sobre Alemania y los escasos recursos que se obtenían de las colonias americanas decidieron a Carlos V a abdicar en favor de su hijo, Felipe II. Éste heredó todas sus posesiones, menos Alemania, que quedó en manos de Fernando, hermano de Carlos V. En 1555 Felipe II concibió la idea de consolidar una España poderosa que se convirtiera en la representante del catolicismo en el mundo. Además, decidió someter a su rival político y religioso: la Inglaterra anglicana. Creó la Armada Invencible, una imponente flota derrotada por las tempestades y los sorpresivos ataques de los avezados marinos ingleses. Felipe II también enfrentó a Inglaterra por sus posesiones en los Países Bajos, lo que derivó en la independencia de Holanda. Luchó contra los turcos, a quienes derrotó en la batalla de Lepanto, sin conseguir expulsarlo del Mediterráneo; reprimió a los calvinistas de Francia y entró en guerra con Portugal, cuyo territorio anexó a España. Al morir Felipe II, sus sucesores no ejercieron el poder de la misma forma. Felipe III, Felipe IV y Carlos II delegaron las cuestiones de gobierno a distintos favoritos y personajes de la nobleza. Sin dejar heredero, Carlos II testó a favor de Felipe de Borbón, nieto del rey Luis XIV de Francia. Los sucesivos monarcas, Luis I y Fernando VI, no alcanzaron la importancia de su hermano menor, Carlos III, quien impulsó la economía, reglamentó el trabajo femenino y fomentó la educación superior mediante la creación de distintas academias militares y de ciencias.
Francia y las guerras
A comienzos del siglo XVI, Francia era próspera. El problema religioso se transformó en una lucha política por el poder. Al término de las guerras de religión, Enrique IV, un rey calvinista convertido al catolicismo, accedió al trono francés introduciendo la dinastía de los Borbones en Francia. Éste logró la pacificación del país, en el que impulsó la agricultura, la construcción, la navegación fluvial y el comercio. Fue sucedido por Luis XIII, que nombró jefe del Consejo Real al cardenal Richelieu, defensor del absolutismo, combatió a los protestantes y recortó las prerrogativas de la nobleza. A su muerte. Luis XIII fue sucedido por su hijo Luis XIV. Como éste era menor de edad, su madre nombró primer ministro al cardenal Julio Mazarino, quien siguió el camino trazado por Richelieu.
Cuando Luis XIV llegó a la mayoría de edad asumió el gobierno en carácter de monarca absoluto. La vida dispendiosa de la Corte generó el descontento popular: el pueblo estaba disconforme con la situación económica. Bajo su reinado se ordenó la persecución de los protestantes y se introdujo el mercantilismo como sistema económico. El monarca también intentó tomar territorios que Francia había perdido o que estaban bajo dominio protestante. Para ello se enfrentó con España, Holanda, Alemania, Suecia y Bélgica. A principios del siglo XVIII, cuando asumió el trono Luis XV, bisnieto de Luis XIV, la sociedad francesa estaba dividida entre sectores que gozaban de ventajas (el clero y la nobleza) y otros que se encontraban postergados (la burguesía, los artesanos y los campesinos). De la burguesía, constituida por profesionales y comerciantes enriquecidos, surgieron los ideólogos de la Revolución Francesa.
Independencia de Estados Unidos
La tradicional rivalidad política y económica entre Francia y Gran Bretaña se vio proyectada también en sus colonias. En el territorio americano había una serie de conflictos originados en la rivalidad entre Francia y Gran Bretaña por el dominio de las tierras: las colonias británicas, comandadas por el primer ministro británico William Pitt, entraron en combate contra los establecimientos franceses del norte (Canadá) y del sur (Luisiana), en la Guerra de los Siete Años. Aunque la guerra empobreció las cuentas del reino, favoreció a Gran Bretaña, cuyo triunfo quedó sellado en el Tratado de París, de 1763.
Leyes conflictivas
Debido a esta situación, Gran Bretaña decidió reformular el sistema impositivo colonial. Se estableció el monopolio del comercio marítimo de las colonias a favor de los barcos de bandera británica; el rey Jorge III sancionó leyes tributarias cada vez más exigentes y se aplicaron fuertes impuestos al ingreso de productos como el plomo, el vidrio y el té.
Los colonos se resistieron a obedecer las nuevas leyes argumentando que ellos no habían enviado representantes al Parlamento británico que las había votado. La protesta llegó a su punto álgido en diciembre de 1773, cuando un grupo de colonos quiso impedir el desembarco de té en su territorio. En el día de la Boston Tea Party (Fiesta del Té de Boston), disfrazados de aborígenes pieles rojas asaltaron tres barcos que habían anclado en el puerto de Boston y arrojaron su cargamento al mar. Las tropas británicas dispararon sobre ellos en el episodio que se conoció como Matanza de Boston.
La situación conflictiva con Gran Bretaña era irreversible, de modo que en 1774 representantes de casi todas las colonias, con excepción de Georgia. se reunieron en un Congreso Continental en la ciudad de Filadelfia. Ante la negativa del rey Jorge III a realizar concesiones, los colonos decidieron tomar las armas. En abril de 1775, en el combate de Lexington, cerca de Boston, se enfrentaron las dos fuerzas y resultaron vencedores los colonos. En mayo se reunió el Segundo Congreso Continental, con la participación de las trece colonias, y se proclamó al patriota George Washington como comandante en jefe de los ejércitos americanos. Esta situación se prolongó entre 1775 y 1783.
4 de julio de 1776
Mientras se sucedían los combates, las colonias habían formado gobiernos independientes que desconocían la autoridad real. El 7 de junio de 1776 Richard Lee, delegado de Virginia, presentó al Congreso de Filadelfia un proyecto de Declaración de Independencia. La comisión redactora de ese proyecto estuvo encabezada por Thomas Jefferson. El 4 de julio, el Congreso aprobó la declaración que consagraba la independencia de los Estados Unidos de Norteamérica bajo la consigna de que no existía un gobierno sin el consentimiento de los gobernados por la sola voluntad de éstos. Gran Bretaña continuó con el envío de refuerzos para sus tropas, pero cuatro años después los británicos se rindieron. El 3 de septiembre de 1783 se firmó en Versalles el tratado de paz por el cual Gran Bretaña reconocía la independencia y soberanía de los Estados Unidos. En mayo de 1787 se reunió una Convención Constituyente que aprobó una Constitución que sería modelo de otras leyes fundamentales del continente. Esta carta fijó la fecha de las primeras elecciones para 1789, de las que resultó triunfadora la fórmula presidencial integrada por George Washington y John Adams.
Dos tendencias surgieron a la hora de redactar la Constitución. Los federalistas deseaban la formación de un gobierno federal centralizado, y los republicanos apuntaban a estados más independientes. Finalmente, la Carta Magna resumió las ideas de los convencionales. La política exterior, la defensa y el comercio con otros países quedarían bajo la órbita de un gobierno federal, pero los estados ejercerían su soberanía.