La importancia de la obediencia en los niños

Para que el niño aprenda a obedecer es preciso que confíe en sus padres y en los adultos que lo cuidan, inclusive en las amas. Si al niño se le miente, no volverá a hacer caso. Cuántas veces se le dice: "Ven que tu papá ya llegó" y ésto es sólo para obligarle a entrar. Al niño ha de tratársele con igual respeto que a un adulto, si queremos lograr su confianza.


Dice Pestalozzi que "el niño confía y ama antes de pensar y actuar" es decir que obedecerá por amor antes de que las reflexiones estén a su alcance. No destruyamos pues el único medio de hacernos obedecer: el niño no obedece a aquellos en quienes no confía.

La infancia es la edad en que el niño debe aprender a obedecer. Es preciso atraerlo hacia una obediencia consciente y voluntaria, amable, a diferencia de la obediencia ciega que se imponía antiguamente.

En la primera infancia priman pues las órdenes cariñosas y firmes, una vez mayorcito, se reflexionará con él porque ya sabe obedecer, y cuando comienza la adolescencia se conversará con el joven para ayudarlo en la solución de sus problemas.

¿Cómo dar directivas al niño?
1. Haga que el ponga toda su atención antes de comenzar a hablarle.

2. El tono de voz es algo muy importante. Una voz firme y segura invita a la acción. No así la voz fuerte, ni los gritos. Se cree erróneamente que cuando se habla fuerte al niño las palabras llegarán a penetrar. Pero las palabras se "registran" en el cerebro, no penetran. Las palabras ejercen su poder cuando son adaptadas a la mentalidad de la criatura. El lenguaje, pues, ha de del simple, adaptado a la capacidad del niño, porque este muchas veces no obedece cuando no ha entendido, o la orden es confusa.

3. Numero de ordenes, una sola orden para niños de 1 año y medio a tres años.
Dos ordenes pueden darse al mismo tiempo a los mayorcitos.
Muchas órdenes confunden al niño y no ejecuta ninguna.

4. Las ordenes impartidas serán positivas y no negativas, al niño se le ayuda al decirle qué es lo que debe hacer. "No tomes tanta arcilla" causa un problema. El niño llora, grita y pide más. Enseñarle el uso que puede hacer con el poco de arcilla que tiene dirige sus energías a manipularla en vez de acumularla.

5. Evite repetir la orden, esto invita a desobedecerla. Por eso debemos dar pocas órdenes, pero ver si se cumplen. Por ejemplo, la madre está muy apurada cosiendo un vestido y pide sus anteojos a uno de sus hijos, el cual está muy interesado en un trencito nuevo; el niño se demora, y cuando pasa por allí otro de sus hermanos le da a su vez la misma orden. Entonces el primero aprende a no obedecer, confiado en que otras personas cumplirán con él.

Recuerden que si desean que el niño aprenda a obedecer, dicho deseo debe mantenerse en cualquier circunstancia y que nada por necesario que parezca tiene que oponerse a este propósito, puesto que lo primordial en esos momentos, es evitar que el niño se acostumbre a oír con indiferencia las órdenes del adulto.

6. Sea consecuente, cambiar de orden es confundir al niño. Igualmente, reírse por una falta un día y castigarlo por la misma al día siguiente, por la única razòn de que no estamos de buen humor, no le enseñará jamás una línea de conducta.

7. Sea invariable, piense antes de dar un sí o un no, pero después no acceda a ruegos. Hay que estudiar lo que conviene al niño antes de darle un permiso y lo que no le conviene no debe él conseguirlo con ruegos.

8. De razones lógicas para respaldar sus mandatos, si usted le dice al niño: "La próxima vez que toques ese florero te cortaré las manos". ¿Le creerá? Es más probable que le obedezca si usted le dice: "Ese florero es el que le gusta más a tu mamita y le daría mucha pena si se rompiera".

¿Por qué no obedecen los niños?
No obstante la práctica de los principios que acabamos de exponer, hay casos en que los niños no obedecen. Aun el niño más cooperador tiene días en los que su actitud es negativa; ha de aprender a vivir, es decir a convivir con adultos y menores. Y aprender a vivir en sociedad no es fácil: hay que acostumbrarse a ceder, a ir desposeyéndose del egoísmo innato, respetar los derechos ajenos, tomar turnos, soportar compañeros caprichosos, etc., y tal aprendizaje no es tarea sencilla, por eso, días de tensión y cansancio acompañarán a otros de la más perfecta cooperación.

Otras veces el niño está obediente e irritable porque tiene hambre, sueño o está cansado. En lugar de castigo, debe suministrarle alimento y descanso.
Y ¿qué decir de nuestra parte de culpa en la mala conducta del niño, porque muchas veces somos injustos con él por no saber proporcionarle los materiales y el lugar apropiado para el juego?

Otro punto fundamental que es muy necesario tener en cuenta con respecto a la obediencia de los niños, es que no debemos tener demasiado prisa por tranquilizarlos. Nos referimos a aquel apuro que hace a la madres mentir, ofrecer regalos, etc., para que los chicos obedezcan. Aquellas personas que así actúan sólo están pensando en salir del paso en ese momento, sin reflexionar que la obra de la educación toma tiempo y es preferible que sea lenta pero segura, ya que se trata de hábitos para toda una vida. Un ejemplo aclarará el punto: si la madre le engaña "que sólo se está probando un vestido pero que no va a salir", la tranquilidad así conseguida es artificial y de ningún valor para la educación del niño. Sería preferible verlo llorar un poco, pero que se acostumbre a ver que su madre tiene que salir en ciertos momentos y ha de quedarse tranquilo en compañía de la persona designada para cuidarlo. Tomará algún tiempo para que el niño comprenda esto, pero a la larga trae mejores resultados que pasárselo escapándose del niño para salir a la calle.

Importancia de la formación de la voluntad
Enseñando al niño a obedecer desde chico se le va formando, al mismo tiempo, el hábito de respeto a la autoridad, del dominio de sus propios impulsos o caprichos; o sea que desde allí comienza a formar su voluntad la que debe llegar a ser la reina de las facultades. El éxito en la vida depende más de una voluntad firme y bien ordenada que del brillo de la inteligencia. De allí que antes que instruir, es preciso formar el carácter.

La voluntad sólo se forma en el sacrificio. Los niños que maduran más rápidamente son aquellos que la vida misma les obliga a diversas privaciones. Mas, para aquellos que todo lo tienen, sus padres deben exigirles ciertos renunciamientos: privarse de algunas golosinas no dándoles dinero cada vez que lo solicitan, renunciando a una fiesta; demorando el regalo de un juguete anhelado hasta cierta fecha especial. No dejarlos jugar con los amigos hasta después de cumplir algunas obligaciones culturales o domésticas.

Entradas más populares de este blog

Primer horizonte cultural: horizonte temprano: Cultura Chavín

Geografía de América del Sur

Tercer Horizonte Cultural: Horizonte Tardío Época Incaica