Época Pre Inca: logros económicos

Desde su aparición sobre el territorio del Perú Antiguo, los pobladores que aquí se asentaron debieron luchar contra nuestra difícil geografía. De nómade a sedentario, de cazador a agricultor, su lucha fue tenaz. Así, cuando hace más de 5000 años se dan las primeras formas de una agricultura incipiente, entonces, ha dado un paso importante en su evolución cultural.


Por ello cuanto más se desarrolla aprende a dominar nuestra geografía estableciéndose en pisos ecológicos, que van desde las partes altas del ande hasta las quebradas de la yunga y los valles de la costa. Aprende que cada uno de estos pisos tiene una característica que le permitirán un asentamiento y cultivo diferencial; así, mientras en los valles interandinos cultivaron la papa, la oca, el olluco; en los valles costeños cultivaron el camote, el ají, el pallar, el frijol, en tanto que los pisos altos cordilleranos servirán de pastales al igual que las lomas costeñas. Cada piso, da un hombre y un producto que sirve de asiento a una cultura local o regional y en las que, después, se asientan otras culturas o imperios dominantes que lejos de destruir los productos originales los asimilan o incorporan para proyectarlos hacia el futuro.

Es usado de acuerdo a los caracteres que presenta en cada uno de estos pisos ecológicos; aún más, se trata de ganar más tierras para el cultivo a fin de incrementar la producción alimenticia. Sobre los flancos de las montañas constituyeron los andenes o graderías que, hasta hoy existen y se usan y que es una construcción formal con muros de piedra, con sistemas de riego, con sembríos, son verdaderas muestras de trabajo colectivo que indican el afán de dominio del hombre sobre el medio como se pueden admirar en Ollantaytambo, en Macchupicchu, Pisac o Yucay.

Junto a este dominio de la naturaleza está el riego y el drenaje. En los pisos altos florecen los pastos y los productos agrícolas de esta zona se irrigaban con el agua de lluvia. En los valles interandinos el hombre del antiguo Perú supo aprovechar el caudal de los ríos, mediante represas o boca tomas que captaban el agua y la derivaban por acequias, convenientemente construidas y limpiadas por lo menos dos veces al año, hacia los sembríos que se levantaban sobre las faldas de los cerros y las cuencas de los mismos ríos. A veces se valían de Oconales para aprovechar las aguas subterráneas y alimentar pequeñas áreas de sembríos.

En el área costeña se aprovechó el agua de los ríos de esta región que la derivaron mediante canales y acueductos, hacia los lugares en que se le necesitó. A veces se le transportaba, probablemente con recipientes, desde las partes bajas altas, en donde por acequias que bordeaban los contrafuertes de los valles costeños, era conducido a los sembríos lugareños. Ejemplo de esto aún lo notamos en el Valle de Santa, en los cerros que bordean los sembríos de Coishco, en donde se distinguen vestigios de algunos canales y acequias de la antigüedad que, hoy, pese a los esfuerzos de la ingenieria hidráulica, no se puede hacer circular el agua como lo hicieron los gentiles de esos tiempos. Para lograr esto, los señoríos costeños habrían utilizado cientos o miles de guerreros vencidos o los sacerdotes habrían obligado al campesinado a portar el agua para así favorecer a los dioses.

En otros casos, como Nazca, se vieron en la necesidad de construir canales subterráneos con respiraderos por donde surtía el agua que abastecía el cultivo regional. Canales, acequias y acueductos tipificaron este ambienten y marcaron, al mismo tiempo, el dominio del hombre sobre el desierto costanero en la antigüedad.

Ha sido siempre, desde que se empezó a practicar la agricultura, un anhelo natural del hombre buscar el mayor rendimiento de las plantas e incrementar su productividad. Para ello emplearon el abono que, en el caso de los antiguos peruanos, estuvo representado por el estiércol de los auquénidos, deyecciones de aves domesticadas y el famoso guano de las islas (constituido por el excremento de las aves marinas). De esta manera aseguraron su producción alimenticia y ayudaron a la tierra a elevar su índice productivo.

Profundo conocedor de su ambiente geográfico y minucioso observador del cielo, el hombre antiguo peruano supo del movimiento de los astros y, por ello, aprendió de la predicción del tiempo. Supo, así, del momento de la siembra y la cosecha, de períodos de lluvia y agua o de sequía y de escasez. Por eso mismo, practicó la rotación de los cultivos por dos razones fundamentales; para no cansar a la tierra o pachamama y agotarla y hacerla improductiva, y, porque no todos los cultivos florecen en un mismo tiempo; hay períodos agrícolas favorables a papas, otros a maíz, frijol, algodón, etc.

Así los cultivos rotaron, no siempre se sembró lo mismo; así, también, las faenas y el barbecho fueron distintos. Esto permitió al hombre antiguo disponer de variedad de productos alimenticios en las diferentes épocas del año.

De esta manera, pues, en materia de producción agraria el hombre del pre-incario hizo posible el cultivo del maíz, la papa, el algodón, la yuca, etc., que fueron las primeras plantas en ser domesticadas y asimiladas por el hombre. Luego vendrían la oca, el olluco, la masha, el frijol, el pallar, la quinua, el tomate y el camote. Conocerían también gran variedad de frutales como el pacae, la chirimoya, la lúcuma, el pepino y la papaya; plantas industriales como el algodón, el maguey y el tabaco; plantas medicinales como la quina, la coca, etc.

Ganadería
Aproximadamente hacia el 6000 a.C. ya los antiguos peruanos tenían las manifestaciones de una ganadería incipiente. Es decir, si tenemos en cuenta que cuando llegó a nuestro territorio lo hizo en calidad de cazador nómade, sin embargo, poco a poco fue evolucionando en la medida que, también, el ambiente físico-climático de nuestro territorio fue cambiando. Al momento en que se extinguían algunas especies animales que habían constituido el elemento para sus actividades de caza, otras hacían su aparición. En las quebradas y mesetas del Ande, al retirarse los hielos que las cubrían, se notó la presencia del guanaco, la vicuña, la llama, la alpaca; también hicieron su aparición la vizcacha y los venados.

De esta manera, el primitivo poblador nuestro fue dejando atrás la caza selectiva, identificada con su nomadismo, para llegar a practicar la domesticación de animales que, junto a la agricultura, habrían de marcar su paso al sedentarismo. Los camélidos, especiamente la llama, sería la principal especie que domesticó, junto a ello existirían algunas aves y también el perro que ya le acompañó en sus faenas cortas o largas. Pero lo interesante es indicar que esta domesticación le aseguró el alimento porque se convirtió en pastor de los animales que antes cazaba.

Pesca
Fueron los pueblos regionales y culturas costeñas las que practicaron la pesca en nuestro litoral. Ya se ha visto que la creencia religiosa, el arte sea textil, en la cerámica o en la arquitectura, muestran sus vinculaciones con la actividad pesquera. Anzuelos de huesos, redes, ligamentos y aún desechos, nos indican que el hombre del antiguo Perú tuvo preferente atención por este campo de la actividad humana. Allí están los mochicas, los chinchas, los mismos nazcas y chimús que encontraron en los recursos del mar el elemento para su subsistencia que compendiaba con los productos agrícolas alimenticios. En algunos casos los esqueletos de grandes animales marinos, como la ballena, fueron utilizados como vivienda natural o empleados como paredes y techos de sus rústicas habitaciones. En el interior del territorio se practicó la pesca fluvial, que se efectuó mediante el empleo de sustancias resinosas, que echadas a las aguas del río, adormecían a los peces y los varaban en la orilla o, en otros casos, empleaban flechas y lanzas con los que ensartaban al pez.

El hombre del antiguo Perú hizo uso de su ingenio para poder conservar sus alimentos y asegurarse sus provisiones para épocas de escasez. Así en la sierra se hizo el chuño (papa deshidratada) y el charqui (carne secada al sol), en tanto que en la costa se utilizó el pescado salpreso (pescado seco roceado de sal). Así conservados los alimentos también sirvieron para intercambiarlos por otros productos en otras regiones que los necesitaban.

Ayllu
Fue la célula social y económica fundamental sobre la que giró la vida del mundo andino. Significó la consolidación de la vida en colectividad, por los vínculos internos y por la forma de organización para el trabajo. Así, el cultivo de la tierra fue intenso ya que los miembros de la comunidad se distribuían en los diferentes pisos ecológicos que les correspondían, asegurándose los productos necesarios para su subsistencia. Los miembros del ayllu se consideran entre sí, aylluni, es decir, miembros ligados por diversos vínculos, cuya finalidad es la cohesión del grupo y su identificación con los fines que persiguen, esto es, el cultivo en común de la tierra y la participación de los productos que de ella se obtienen.

Esto implica una reciprocidad en el trabajo y una redistribución de productos. Por lo primero se practican las faenas en forma de ayuda mutua, el individuo brinda su trabajo y, en reciprocidad, los restantes miembros de la colectividad le ayudan a él; es una manera de trabajo comunitario. La redistribución de productos implica la opción a que tienen todos los integrantes del ayllu a disponer de todo lo que su colectividad ha usufructuado o cosechado, no de manera libre que podría derivar en una comunidad primitiva, sino, antes bien, de una manera sistematizada, debidamente organizada ya que esta redistribución corre a cargo del jefe del ayllu, quien a todos brinda las mismas opciones y oportunidades, a fin de que los productos diversos que la colectividad ha trabajado, puedan ser disfrutados por los integrantes sin establecer propiedades ni preferencias, salvo las derivadas de la estratificación social, jerárquico-administrativa y gubernamental.


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