Segundo Horizonte Cultural u Horizonte intermedio: Cultura Wari

La Cultura Wari (parte de la Historia del Perú) se ubicó a 25 kilómetros al noroeste de Ayacucho y constituyó el centro inicial de la cultura que se expandió, posteriormente, por gran parte del territorio peruano. Sus comienzos datan del año 500 prolongándose hasta 1100 de nuestra Era. Su mayor esplendor se dio entre fines del siglo VIII y la primera mitad del siglo IX, destacándose como una sociedad de ceramistas y alfareros.


Origen Huarpa
El grupo social inicial fue la sociedad Huarpa, que tuvo como escenario geográfico al valle del mismo nombre. Los huarpas entraron en contacto con los nazcas en la costa y con los tiahuanaquenses en la sierra sur; este contacto fue como consecuencia de sus intercambios de productos. De los nazcas recibieron influencia del colorido de la cerámica y de los tiahuanacos asimilaron los caracteres de su religión, especialmente el dios Wiracocha así como la forma de su cerámica.

Con el correr del tiempo los artesanos huarpas fueron dejando  sus primitivos hogares (aldeas) y abandonaron la ciudad de Ñawinpuquio, que había sido su centro principal, para establecerse en Wari que, desde entonces, empezó a florecer.

Expansión territorial
La ciudad de Wari fue, creciendo inusitada e inorgánicamente; allí vivían los alfareros, los orfebres, los picapedreros, los sacerdotes y, seguramente encima de todos ellos, una casta de administradores con sirvientes que los cargaban en literas. La ciudad tenía, además, un ejército. Un ejército que se dedicó a conquistar a los pueblos del oeste, del norte y del sur; menos el Altiplano. El altiplano no fue tocado, según el Dr. Luis Lumbreras quien es el que más ha estudiado a esta cultura.

De esta manera mediante un proceso expansivo los waris dominaron a los nazcas en la costa, a los mochicas y caxamarcas en el norte, llegando hasta el Cusco y Arequipa por el sur. Llegaron a formar lo que se ha denominado el extenso Imperio Wari o Huari.

Ciudades
La característica fundamental de su política imperial estuvo en la construcción se ciudades similares a la de Wari en cada región geográfica que conquistaban y que funcionaron como cabezas de región, debidamente fortificadas y que, más tarde, adquirieron importancia y autonomía propia. Willka Wain al este de Huaraz (Ancash), Marca Huamachuco, en las inmediaciones de Huamachuco (La Libertad), Pikillacta al sudeste del Cusco y Pachacámac, cerca a Lima, son ejemplos de estas ciudades. Entre las ciudades cabezas de región existían caminos muy amplios y bien trazados que, después, fueron utilizados por los incas.

Específicamente la ciudad Wari es importante por su arquitectura y por haber sido el centro de irradiación de esta cultura que alcanzó dimensión nacional en base al poder conquistador de sus ejércitos y a la poderosa influencia de su cultura. En su mejor época Wari llegó a contar hasta con 40 000 habitantes. En esta ciudad las construcciones que se observan son de dos clases bien diferenciadas: Una de ellas corresponde a la mayor parte de las construcciones del poblado, y consiste en paredes de hasta dos metros de espesor y una altura que alcanza, en algunos casos, hasta siete metros de alto, hechas de piedras brutas (no labradas) de diferentes tamaños, con un acabado externo tosco y burdo. Las construcciones se agrupan en recintos rectangulares y algunas son de forma circular que pueden haber tenido dos o tres pisos. Entre las edificaciones se observan galerías o calles. Otro tipo de construcciones están representados por recintos subterráneos construidos de piedras grandes y pulidas, de dos o tres pisos, sin comunicación entre ellos. Parecen haber sido cámaras funerarias.

Pachacámac ya existía con anterioridad a la expansión Wari; era un santuario que concentraba a los pequeños señoríos sacerdotales de la región del Rimac y de Lurín. En tiempos del predominio Wari, Pachacámac (cuyo santuario fue respetado) alcanza un notable robustecimiento como cabeza de región, irradiando su influencia a lo largo de toda la costa. Al caer Wari, el prestigio de Pachacámac se mantuvo haciéndose extensivo aun en tiempos de los incas, conservando sus propios dioses, como Kon y Pachacámac y ejerciendo su influencia entre los pobladores de la región costera.

El Templo, cuyas ruinas aún subsisten, se levanta al sur de Lima, en el valle de Lurín. Consistía en una pirámide escalonada adosada a una colina y constituida por seis cuerpos superpuestos de dimensiones decrecientes. Los muros tenían forma trapeciforme, es decir, que eran más anchos en la base que en la parte alta. Estaban fabricados de adobes hechos a mano de diferentes tamaños; los exteriores se encontraban pintados de amarillo, blanco o verdoso, con contornos negros sobre fondo rojo. La plataforma superior, a la cual se ascendía por una escalinata, tenía unos 100 metros de largo por cuarenta de ancho. Sobre ella, tras de algunos laberintos se erigían muchos aposentos y el pequeño santuario en que apenas cabía un hombre. Había allí dentro una imagen de madera, clavada en la tierra, con figura de hombre, que era la que hablaba, respondiendo a lo que se le preguntaba, y estaba rodeada con diversas ofrendas de oro y plata.

Manifestaciones artísticas
La cerámica wari muestra influencia de la técnica y pictografía nazca, así como la forma y representación religiosa del tiahuanaco, con la presencia del dios Wiracocha, pintado en la superficie del huaco. Los huacos y vasijas ceremoniales son, por lo general, grandes y artísticamente adornados, en los que, también, se nota la presencia del maíz y la quinua como elementos decorativos.
Huacos de influencia wari los encontramos en Ocoña (Arequipa), Conchopata (Ica), Chancay y Supe ( Lima) y la región costa y sierra del norte del Perú. Los colores más usados son el negro, marrón, rojo y crema.

Final
Con el correr del tiempo, las diversas ciudades construidas como cabezas de región, alcanzaron gran apogeo y sus grupos gobernantes nativos se alzaron o rebelaron contra la metrópoli Wari.


De esta manera el Imperio Wari empezó a debilitarse y a decaer hasta desaparecer. Como resultado de esta decadencia surgieron nuevos señoríos, es decir, nuevos reinos que conservaron, por mucho tiempo, las características de este Imperio. Corrían ya los años 1100 y 1200 de nuestra Era, en que los quechuas formaban el Reino Cusco en la sierra sur, en tanto que en la costa norte emergía el Reino Chimú, así, también, aparecerían señoríos como en Ica, Chincha, Chancay, donde cada uno quería conquistar a los otros. Todo ello marcó, el final y la desintegración de este Imperio.


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