Las Yemas

Cuando al comienzo de cada primavera, las plantas se recubren de tiernas hojas, parece que se iniciara para ella una nueva vida. Este milagro de la naturaleza, que se repite anualmente, se debe a pequeñas protuberancias cerradas y bien protegidas, destinadas a convertirse en ramas, hojas y flores: las yemas.

Las yemas terminales o apicales, que se encuentran en el extremo del tronco y de cada una de las ramas, originarán el prolongamiento de esos órganos. Las yemas axilares, colocadas en la inserción de las hojas y de las ramas, se transformarán en nuevas ramas y nuevas hojas, o terminarán por convertirse en flores.


Existen también, en toda la planta, las yemas latentes, que pueden subsistir mucho tiempo, a veces hasta más de cien años, dentro de la corteza, sin dar signos de desarrollarse. Únicamente se mostrarán en caso de necesidad, si la intemperie, factores naturales, accidentes o la mano del hombre, causaran la destrucción de los demás brotes.

Las yemas se encargan, no sólo del crecimiento y del despertar periódico de las plantas, sino que también intervienen en cualquier momento, situaciones de emergencia, transformándose en los elementos más necesarios para la supervivencia de la misma planta.

Si cortamos, por ejemplo, la parte más alta del tronco de un abeto, la yema terminal de una de las ramas laterales se abre y prolonga la rama; entonces esta yema, en vez de dirigirse horizontalmente, se orienta tomando el puesto del extremo del tronco que ha sido cortado.

Partes de la Yema
En su parte externa, las yemas se presentan formadas por escamas (pérulas) robustas, coriáceas, colocadas una sobre otra a manera de tejas (imbricadas). Las capas de escamas son numerosas, ys que deben proteger la parte más interna y delicada del retoño: el ápice vegetativo, constituido por células muy internas, capaces de transformarse en ramas, hojas y flores.

Las escamas son ayudadas, a menudo, en su misión de protección. Por ejemplo: en el castaño de Indias se encuentran revestidas, en su parte interna, por una gruesa piel; en algunas plantas (álamo negro) están embreadas con resina. Es característica la protección del brote de coliflor, constituida por una yema muy desarrollada; puede decirse que es una planta compuesta por una sola yema y sobre ésta están adosadas todas las hojas.

Tipos de Yemas
En las plantas pueden distinguirse dos tipos de yemas: las florales, más bien redondeadas, que se transformarán en flores, y las leñosas, que darán tiernas ramas y hojas. Por lo general, las ramas altas de la planta llevan sólo yemas leñosas, mientras que en las demás se encuentran yemas de ambas características. Según la disposición y la cantidad de las yemas, el fruticultor se guía para la poda de las especies frutales.


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La Hoja

Las hojas son órganos en forma de láminas, de crecimiento definido, que por lo común se expanden desde el tallo en sentido lateral. Su disposición y el funcionamiento de sus células y tejidos les confieren función protagónica en distintos procesos bioquímicos de las plantas. En las hojas tiene lugar la fotosíntesis; allí también se producen los procesos de respiración y transpiración de la planta.


La hoja normal o nomófilo está constituida de tres partes: la base foliar, el pecíolo y la lámina o limbo. La base foliar une la hoja al tallo y, generalmente, está ensanchada en el punto de unión. El pecíolo es un rabillo que une la base foliar con el limbo soportando su peso; además, a través de él pasa el nervio principal, que transporta las sustancias del tallo a la hoja y viceversa. El limbo es una lámima muy delgada; esa característica hace que las células queden perfectamente expuestas a la luz solar, para el proceso de fotosíntesis. El limbo posee dos caras: una superior, el haz, y otra inferior, el envés.

Estructura de la Hoja
En un corte transversal del limbo, el examen microscópico revela la existencia de tres capas, del haz al envés: la epidermis superior (adaxial), el mesófilo y la epidermis inferior (abaxial).

La epidermis es el tejido protector de la planta. En la hoja, las dos epidermis están compuestas por células firmemente unidas entre sí, las cuales segregan una sustancia denominada cutina. La cutina forma una cubierta sobre la superficie externa de la epidermis, llamada cutícula.

El mesófilo está formado por tejido parenquimático, que es fundamental, ya que en él ocurre la mayoría de las reacciones químicas de la planta.

Formas y tamaños de las Hojas
Las hojas pueden ser clasificadas según distintos criterios. La diversidad de sus formas y tamaños está en correlación con los ambientes en los que viven las plantas, y a los cuales deben adaptarse. Las hojas simples son aquellas en las que de cada pecíolo surge un solo limbo. Las hojas compuestas son las que presentan varias hojuelas articuladas separadamente, conocidas como folíolos.
Por la disposición de las nervaduras en el envés del limbo, las hojas pueden ser uninervias o plurinervias. La uninervias poseen una sola nervadura. Son típicas de muchas coníferas, como los pinos. Las plurinervias cuentan con varios nervios que, a su vez, pueden desplegarse de diversos modos.

Forma de las Hojas
Observemos una rama frondosa de una planta cualquiera. Podemos notar que las hojas, en las ramas, lejos de estar colocadas en forma arbitraria, responden a un ordenamiento bien determinado. Este fenómeno fue descubierto y estudiado por primera vez por Leonardo da Vinci, quien también aplicó a la botánica su genio universal. En su "Tratado de la pintura" puede leerse: "La naturaleza ha colocado las hojas de las últimas ramas de muchas plantas, de tal forma que siempre la sexta hoja esté sobre la primera, y así sucesivamente, salvo en los casos que la regla es obstaculizada...".

Si se observa de arriba hacia abajo una rama, veremos que la primera hoja, la que está en la punta de la rama, crece en una dirección separada respecto de la segunda, y así sucesivamente, hasta que sólo la sexta viene a encontrarse en la misma dirección que la primera y por tanto puesta exactamente debajo de ésta. No siempre aparece una disposición semejante; en muchas plantas la hoja que está debajo de la primera no es la sexta. ¿Y por qué razón las hojas crecen en las ramas de esta manera? Para no hacerse sombra la una de la otra y poder así gozar igualmente de la luz del sol.

El Tallo

El Tallo vincula las raíces con las hojas. Su crecimiento se produce en sentido opuesto al de la raíz. Sirve de soporte a hojas, flores y frutos, y cumple la función de transporte, por medio de la savia, y de almacenamiento de agua y sustancias de reserva.


Exteriormente, el desarrollo en longitud de un tallo y su ramificación se producen a partir de las yemas, abultamientos que contienen un tejido de crecimiento denominado meristema apical. Existen dos tipos de yemas: las terminales, que están situadas en el extremo del tallo, y las axilares o laterales, que dan origen a las ramas o tallos secundarios.


Si se practica un corte transversal de un tallo y se lo somete a examen microscópico, se observará que su estructura interior presenta dos partes bien diferenciadas: primaria y secundaria. La primaria es la que aparece durante el primer año de vida de la planta. Consta de tres capas concéntricas: la epidermis, la corteza y el cilindro central.


La epidermis es la zona externa, y está constituida por una capa de células que presentan orificios denominados estomas. La corteza está compuesta por una parénquima cortical o clorofílico -tejido específico de los vegetales, formado por células esféricas o cúbicas-. Por último el cilindro central está formado por el periciclo, ubicado dentro del endodermo, y el parénquima medular, constituido por células desprovistas de clorofila, que forma los radios medulares y los vasos conductores, por donde circula la savia. Estos conductos se disponen en un solo haz.


A medida que el tallo aumenta su diámetro año tras año, se origina y crece la estructra secundaria, caracterizada por la aparición de dos tejidos o meristemas secundarios: el cámbium y el felógeno.


Diferentes tipos de Tallo
Lo habitual es que el tallo sea aéreo. Sin embargo, en ciertas plantas es subterráneo y desempeña la función de órgano de reserva. Entre los tallos aéreos se pueden distinguir tres clases: arbóreo, arbustivo y herbáceo. El árboreo es leñoso, grueso y macizo. La porción comprendida entre la base y la ramificación, o entre la base y el extremo de la copa, es denominada tronco. El arbustivo, por lo general, es leñoso, pero su ramificación arranca desde la base y su altura no supera los cinco metros. Cuando su longitud no supera el metro de altura se le denomina herbáceo.



Entre los tallos subterráneos se distinguen tres tipos: bulbos, rizomas y tubérculos.

Tipos de tallo
Las hojas y las raíces son suficientes para que la planta viva; pero si todas las plantas estuvieran formadas sólo por raíces y hojas, el terreno estaría cubierto por un conglomerado espantoso de ramas, hojas y hierbas. Para tener espacio, para hallar luz y aire, las plantas han tratado de separarse de la tierra, de elevar sus hojas lo más posible. Así, han formado una especie de "columna" que mantiene elevados el follaje, las flores y los frutos: el tallo o tronco.

Algunos tallos son raros, la naturaleza no hace nada sin tener motivos. Si algunas plantas poseen tallos de forma insólita es porque así lo requieren la propia estructura y la naturaleza del medio en que viven.

Tallos ventosa, en la vid americana (Ampelopsis quinquefolia) algunas ramas se han convertido en unos extraños órganos que le sirven para asirse: los zarcillos. En su extremidad éstos poseen ensanchamientos en forma de disco, que funcionan como ventosas. La planta, adhiriéndose a ellos, alcanza mejor la luz solar.

Tallos espina, si observamos una planta de espino albar o majuelo (Crataegus oxyacantha), o un ejemplar de arbusto del género Colletia, veremos que se encuentran provistos de largas espinas. Pero estas "espinas" tienen pequeñísimos folíolos en forma de escamas. Las espinas no son sino delgadísimos tallos transformados, que defienden a la planta de los herbívoros.

Tallo esférico, algunas plantas de la familia de las cactáceas (Echinocactus, Manillaria) tienen el tallo de perfecta forma esférica. Las agudísimas espinas de esta planta no son otra cosa que talluelos transformados. El tronco, enormemente dilatado, sirve para almacenar agua, muy escasa en las zonas áridas y desérticas en que vive la planta. Las hojas se han transformado en espinas para disminuir la pérdida de agua por evaporación.

Tallo espátula, en la Opuncia, el tronco es aplanado y forma una fila de artejos ovales, reducidos en la base. Parecen hojas, pero emiten yemas floríferas; por consiguiente, son tallos. Como esta planta carece de hojas, el ensanchamiento del tallo sirve principalmente para exponer una mayor superficie a la luz y favorecer así la función clorofílica.

Tallo cinta, en la Muhelenmboeckia, planta bastante común, y en muchas otras, el tallo toma la forma de una larga cinta de la cual surgen escasas hojas en escamas. Se trata siempre de una defensa frente a la aridez del ambiente.
Tallo pala, la palas o pencas del nopal parecen hojas. Pero se trata de tallos aplanados que, como los troncos en espátula o cinta, se denominan cladodios. Las hojas están transformadas en espinas y los tallos recubiertos con una sustancia cerosa, impermeable. La transformación es una simple adaptación al ambiente árido en que vive la planta.



Tallo hoja, si observamos una planta de rusco (Ruscus oculeatus), nos asombra ver una infinidad de hojitas unidas al tallo. Pero una mirada basta para comprobar que, precisamente en el centro de tales "hojitas", apuntan flores y frutos. Porque tampoco ellas son tallos caprichosamente transformados (filóclados). Como en el caso de los tallos en forma de pala, también en  el rusco faltan prácticamente las hojas, y los tallos se hallan impermeabilizados. Una vez más, se trata de un sistema de adaptación a la sequedad del ambiente.


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